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26/06/2025. 19:08:16
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Especial 8-M Mujeres por Derecho

Las mujeres en el sector jurídico: todavía en la segunda fila

Magistrada del Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Torrent (Valencia)

La iniciativa de la Fundación Aranzadi LA LEY Mujeres por Derecho te ofrece con motivo del Día de la Mujer una selección de artículos de mujeres juristas con un eje común: el cumplimiento de la igualdad supone una forma de enriquecer y democratizar la sociedad. Desde su lanzamiento en abril de 2021 Mujeres por Derecho ha contado con la participación de más de 300 juristas, lo que le convierte en el foro de referencia para el debate sobre el pasado, presente y futuro del papel de las mujeres en la profesión jurídica.

Para hacernos una idea de cómo nos ven a las juezas y magistradas en España, basta con echar un vistazo a los titulares de los periódicos. Todos sabemos que el juez que instruye la denuncia contra Íñigo Errejón es el juez Carretero, que el juez que instruye la causa contra el Fiscal General del Estado es el juez Hurtado, el juez que investiga a la mujer del Presidente del Gobierno es el juez Peinado, pero sin embargo la jueza que instruye la causa contra los altos cargos que gestionaron la tragedia que provocó la DANA en Valencia el 29 de octubre de 2024, es eso, la jueza de la DANA, sin más. Ésa es la relevancia que inconscientemente se nos sigue dando.

Y da igual que entrásemos en la carrera judicial hace más de 50 años, da igual también que las mujeres seamos más de la mitad de los miembros de la carrera en todas las franjas de edad, y da igual también que en los últimos años más del 70% de las personas que han aprobado el turno libre sean mujeres. Siempre se nos ve como como “un poco menos”. Y digo esto no solamente por la percepción pública que se tiene de nosotras en los medios de comunicación y en la sociedad en general (no son pocas las ocasiones en las que cuando atendemos al público se nos pide “que salga el juez”), sino también por cómo de sesgada está la selección en los cargos de libre designación. Estos cargos, que existen en toda la Administración Pública, no se basan en criterios baremados u objetivos (como pudiera ser una oposición) sino que se basan en criterios discrecionales y subjetivos. Suelen ser puestos de alta responsabilidad, de gran prestigio y mejor remunerados.

Pues bien, partiendo de que las mujeres somos más del 50% de la carrera, este porcentaje no se corresponde con las personas que son elegidas para ostentar estos cargos discrecionales, puesto que sólo el 20-30% de las magistradas ocupan estos puestos.

Es cierto que nos postulamos menos que nuestros compañeros, pero aun así no cuadran los números; nuestras solicitudes constituyen entre un 30 y un 40% de las totales y como he indicado, sólo nos eligen en un 20-30%. (Pueden comprobarlo en el Informe de igualdad de género elaborado por la Plataforma Cívica por la Independencia Judicial).

 La Comisión de Igualdad del CGPJ prometió elaborar un informe para conocer las razones del bajo número de candidaturas de juezas y magistradas para estos puestos, y la falta de correlación con las finalmente seleccionadas. Pero mientras este informe se elabora me atrevo a aventurar algunas causas. En primer lugar, las juezas y magistradas seguimos arrastrando el patrón social de que la mujer ha de hacerse cargo de la casa y de los hijos en mayor medida que su pareja varón. He escuchado frases del tipo: Ahora que has aprobado, no destaques en la Escuela, pasa desapercibida, obtén un destino cerca de casa, cásate y ten hijos. O, yo no puedo ocuparme de los niños porque soy autónomo, ocúpate tú, aunque estés de guardia. O, no puedo hacerme cargo de nada porque soy asalariado, hazte cargo tú que eres funcionaria y no te van a despedir.

Esta carga mental y física extra que seguimos soportando las mujeres en general es disuasoria para hacer otro esfuerzo extra más, inasumible en juzgados colapsados, y hacer méritos para obtener alguno de estos puestos (como un postgrado, escribir artículos doctrinales, o hacer contactos de “moqueta y pasillo”) Además de que no tenemos tiempo, el desconocimiento de cuales van a ser los méritos tenidos en cuenta para elegir al candidato o candidata es un elemento doblemente disuasorio. Para qué voy a hacer el esfuerzo si ni siquiera sé qué van a tener en cuenta.

A ello hemos de sumar el síndrome de la impostora, que, parece mentira, sufren muchas compañeras. Nos han educado para complacer, para agradar, para estar en un segundo plano, no destacar, para no echarnos flores, ser discretas y no darnos valor, y todo eso pesa. Recuerdo tener que decirles a compañeras que se enfrentaban a un cambio de jurisdicción llenas de inseguridades, que ellas habían aprobado el mismo examen que sus compañeros, y encima antes y con mejor nota.

Por último, la selección de los candidatos. Se eligen menos mujeres de las que se presentan, ¿por qué? Bueno, a mi entender el sesgo de género pesa y si quien elige son hombres, “los señores eligen a los señores”. De hecho, basta con ver la foto de la apertura del año judicial año tras año. Hemos tenido que esperar a 2024 y tras una fuerte crítica social para que nombraran por primera vez a una magistrada para presidir el Tribunal Supremo, Mª Isabel Perelló, en una carrera mayoritariamente formada por mujeres.

En las mismas circunstancias se encuentran otros sectores jurídicos, como las abogadas a las que se habla con condescendencia con frecuencia, se las toma menos en serio, o a las abogadas mercantilistas y las administradoras concursales. Nunca había visto un sector legal tan masculinizado como el mercantil, donde las mujeres tienen muy poca cabida. En uno de los “cafés con juezas” que tuvimos en nuestro perfil de Instagram @a.hacer.punyetas, la administradora concursal Idoia Azpeitia nos hablaba precisamente de esto, a las mujeres no se les dan grandes concursos desde los Juzgados de lo Mercantil, y las empresas prefieren a los abogados frente a las abogadas cuando se trata de negocios.

Parece que los cargos discrecionales y los negocios siguen siendo como el coñac Soberano, cosa de hombres.

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