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30/04/2024. 10:22:31

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Complejidad y sociedad global

Manuel Herrera Gómez
profesor titular de Sociología de la Universidad de Granada

En este artículo, el autor resalta la complejidad del nuevo orden mundial y apuesta por una redefinición de nociones que abarquen a todas las ciencias sociales, incluyendo el Derecho.

Los profundos cambios que ha experimentado la sociedad que nos rodea no pasan inadvertidos a cualquier observador. Nuestra sociedad se ha hecho más densa, compleja e influyente. Al fin y al cabo, global.

Tenemos la sensación de presenciar el fin de la historia de la sabiduría, como les ocurrió a los europeos del año 1000, pues no sabemos que derrotero tomar. Experimentamos una honda destemplanza y nos sentimos desfasados e incapaces de imaginar la idea siguiente, ineptos para formular algo más nuevo.

Sin embargo, este desasosiego será sólo momentáneo. La sociedad continúa, y el problema es, y será, si disponemos hoy en día de los instrumentos teóricos adecuados para afrontar su prolongación. El modo ideológico de pensar nos convenció de que la teoría debía anteceder siempre a la realidad, imaginarla, programarla o prefigurarla. De tal manera, la acción social se limitaría a la transformación del universo palpable en uno antes imaginado, programado, prefigurado. Por eso, hoy cunde tanto desconcierto cuando comprobamos que está sucediendo precisamente lo contrario. Las prácticas sociales pueden preceder a las hipótesis que las justifican. Lo mismo sucede en el ámbito de la Economía y del Derecho.

Algunos sociólogos clásicos lo solventaban todo: explicaban el pasado, justificaban el presente y prevenían el futuro. Tanto Comte como Saint-Simon pretendían adelantarse al tiempo, dar una visión del futuro que se avecinaba y "planificar" el progreso, que consideraban necesario, unilateral, irreversible. "Savoir pour prévoir, prévoir pour prévenir", decía Comte. Estas ideas también estaban presentes en Marx y Spencer. Para el primero, no se trataba de una elección voluntarista y de opciones teóricas. El progreso era la culminación de un ineludible movimiento dialéctico. Para el segundo, el progreso estaba garantizado por la no intervención del Estado en la evolución de la sociedad, pues era imprescindible la máxima espontaneidad. Sólo algunos, como es el caso de Weber y Simmel, se distancian de las necesarias connivencias entre Sociología y previsión social. Ahora bien, será con Parsons cuando vuelva a cobrar actualidad la idea de una Sociología como ciencia de los "sistemas sociales".

Todo eso se ha perdido, se ha deshecho. Más grave aún, hemos comprobado que no siempre acertaban. Las teorías fueron como un par de gafas que hacían ver el mundo tal y como resultaba filtrado por sus cristales. Ahora, liberados de tales lentes, cuando la tozuda realidad desborda los estrechos cauces de las previsiones teóricas, somos todavía incapaces de reconocer el paisaje. Mantenemos las mismas nociones, las mismas discusiones y el mismo lenguaje que utilizábamos cuando analizábamos a la sociedad desde los postulados clásicos. Pero el cuadro ya no es el mismo. La Sociología no esta muerta, no, pero ha variado radicalmente su rumbo, se ha ido por donde nadie esperaba. Principalmente, han cambiado las preguntas y, por ello, son anacrónicas y oxidadas las respuestas.

Así es. Seguimos hablando de soberanías territoriales y de separación de poderes públicos, de derechas y de nuevas izquierdas, de intelectuales comprometidos y de cuarto poder independiente, de deuda externa y de tercer mundo, de fondos monetarios y de solidaridad pactada por Jefes de Estado. Sin embargo, estamos frente a un mundo que plantea preguntas generales y obtiene réplicas nacionales, que tiene problemas universales y sólo recibe soluciones particulares.

Si queremos elaborar una Sociología que sirva al tiempo en que vivimos, tendremos que contemplarlo, utilizar su lenguaje y acoger sus preocupaciones. Los antiguos griegos formularon una teoría de la democracia para la ciudad; los filósofos europeos ampliaron el ideal democrático al plano nacional; ahora nos corresponde a nosotros adentrarnos en los retos de la Sociedad Global del siglo XXI.

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