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23/04/2024. 09:43:15

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Alberto de Elzaburu, Socio Director de Elzaburu Abogados

“La abogacía española se enfrenta a un riesgo de colonización por parte de las grandes firmas internacionales”

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"No hay que sacralizar el modelo de gestión de las firmas anglosajonas" "Un buen modelo de gestión no suple otras deficiencias y la falta de verdaderos talentos" "El Derecho evoluciona gracias a la técnica y este progreso quedaría en papel mojado de no ser por la protección que le confiere la propiedad industrial e intelectual" "Las universidades españolas han tenido siempre el potencial suficiente para dotar a los estudiantes de los mimbres necesarios para afrontar cualquier reto" "La justicia, por afectar a las esferas del ser humano más vulnerables, está siempre en crisis. Porque ningún sistema es perfecto y en todos convergen virtudes y miserias"  "Un buen socio director de despacho es quien sabe rodearse de los socios más fieles, pero menos aduladores, más inteligentes, más ecuánimes y que más destaquen en el panorama profesional a los que pueda considerar, sobre todo, amigos"

Alberto de Elzaburu, Marqués de la Esperanza, socio Director de Elzaburu Abogados, lidera su firma desde 1960. Es un defensor a ultranza de la necesidad de armonizar la tradición jurídica española -portadora de unos valores específicos- con el modelo de gestión anglosajón, sin caer en una excesiva «colonización». Desde 1961 hasta enero de 2006 Alberto de Elzaburu fue Vicepresidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad Industrial de España (COAPI), cargo que tuvo que dejar por limitación estatutaria del mandato. Es agente europeo de patentes, ex Presidente mundial y Presidente de Honor de la FICPI (International Federation of Industrial/Intellectual Property Attorneys). Es el único asociado europeo Miembro de Honor de la ASIPI (Asociación Interamericana de la Propiedad Industrial). Está en posesión de la Llave de la Ciudad de San Juan de Puerto Rico recibida de manos de su Alcaldesa en 1965. Le fue otorgada la Cruz Distinguida de 1º clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort en 1997 y en julio de 2001, S.M. el Rey de España le condecoró con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.

La abogacía española se enfrenta a un riesgo de colonización por parte de las grandes firmas internacionales

¿El futuro de la ciencia jurídica está relacionado con las nuevas tecnologías? ¿Qué papel desempeña la propiedad industrial en todo ello?

Las nuevas tecnologías han estado siempre ligadas a la propiedad industrial e intelectual. Históricamente el desarrollo del Derecho de autor y de la propiedad industrial ha corrido parejo con el progreso de la técnica. Fenómenos como la invención de la imprenta, el cine, la informática o internet son los que han hecho evolucionar el Derecho en nuestra especialidad. Y la influencia es recíproca: toda novedad tecnológica precisa de la exclusiva que representa el derecho para amortizar la inversión. El Derecho evoluciona gracias a la técnica y este progreso quedaría en papel mojado de no ser por la protección que le confiere la propiedad industrial e intelectual. Así que no se pueden entender las nuevas tecnologías sin el concurso de la propiedad industrial e intelectual. La propiedad industrial e intelectual es el pilar sobre el que se asientan las nuevas tecnologías.

 

Las facultades de derecho de España, ¿preparan a los abogados para enfrentarse a los retos de la abogacía del siglo XXI?

A las facultades de derecho de España les pasa como a todas las instituciones y colectivos en general. Vivimos tiempos en que los cambios sociales se producen a tal velocidad que la adaptación a los mismos no siempre es correlativa. La capacidad de reacción de unas universidades y otras no es igual. Y tampoco es competencia exclusiva de las universidades preparar a los estudiantes para los retos de la abogacía. La práctica forense no es sino una de las muchas salidas profesionales que ofrece la carrera de derecho. Pero mi impresión -corroborada por las conversaciones que mantengo con los Abogados-Socios de nuestra Firma que desempeñan actividades docentes – es que las universidades españolas han tenido siempre el potencial suficiente para dotar a los estudiantes de los mimbres necesarios para afrontar cualquier reto. Es función de nuestros despachos, más tarde, acabar de pulir esos mimbres para que la cesta salga bien hecha.

 

La crisis económica que se extiende por todo el orbe, ¿repercutirá en el volumen de negocio de los despachos españoles?

Cada despacho es un mundo y no todas las especialidades se ven afectadas por las crisis económicas. Hay algunas ramas del Derecho más vulnerables a estos efectos que otras y hay firmas profesionales que por su propia estructura se ven expuestas a los ciclos económicos de una forma directa. Pero con una clientela diversificada, no dependiendo de un solo cliente en particular, cuando la especialidad se refiere a activos inmateriales que constituyen la razón de ser y el medio de vida de muchas compañías, con unas tarifas de honorarios coherentes y razonables y con un servicio que busque siempre la excelencia, hay que confiar en permanecer a salvo de la crisis. Pero hay que estar preparados para cualquier contingencia, huelga decirlo.

 

¿Podemos hablar de una globalización del derecho? ¿Estados Unidos lleva la batuta en este proceso? ¿Hay una fuga de talento jurídico hacia los países anglosajones?

Mi gran amigo Antonio Garrigues Walker es el fundador de una Cátedra de Derecho global y no voy a ser yo quien, en este tema, venga a enmendarle la plana. Pero sí creo observar que hay en estos momentos dos movimientos concéntricos: uno apunta, desde luego, a la inevitable globalización. Otro, en cambio, postularía una vuelta al reconocimiento de los usos, modos y pautas de actuación de corte local. No son incompatibles, creo yo. Hay materias jurídicas en que un nivel de uniformidad internacional es más que deseable. Otras en cambio exigen el reconocimiento y respeto a las tradiciones nacionales. Como en todo, las generalizaciones no son buenas.

En cuanto a la fuga de talento jurídico hacia países anglosajones, no me parece observar este fenómeno: desde siempre los abogados españoles han buscado en los países anglosajones un complemento a su formación que les permitiera más tarde reincorporarse a nuestros despachos en condiciones ventajosas. Y así se sigue produciendo.

 

¿Cuáles son los retos más importantes a los que tiene que enfrentarse el derecho de la propiedad industrial en España?

La propiedad industrial es una disciplina en evolución permanente y sometida al creciente influjo de las corrientes legislativas internacionales. Tal vez el reto mayor sea cómo acompasar esas iniciativas internacionales para que ciertas exigencias nacionales-la lengua española o la soberanía de los tribunales, sin ir más lejos- no se vean menoscabadas por alguno de esos proyectos.

Son en efecto esos dos retos -lengua española y soberanía de los Tribunales- los de mayor trascendencia política y económica en cuanto a la protección del derecho de la propiedad industrial en España. En cuanto a la lengua, basta mencionar un hecho concreto; anualmente se realizan más de 1.500.000 consultas en Internet de documentos de patentes en español y más de 700.000 entregas de los textos completos de éstas patentes en español. Y en cuanto al ámbito jurisdiccional en todos los casos en que nuestras empresas (grandes, medianas y pequeñas) tengan que actuar como demandados deben poder defenderse en el idioma español y ante jueces que hablen o entiendan nuestra lengua.

 

Las firmas españolas ¿son competitivas frente a sus pares de Inglaterra o Estados Unidos?

Hay que reconocer que las firmas anglosajonas han desarrollado un modelo de gestión muy diferente al que ha regido tradicionalmente en España. Es un modelo que se está imponiendo inevitablemente en nuestro país, no sólo por el desembarco masivo de firmas extranjeras sino por las propias virtudes que presenta. Pero tampoco hay que sacralizarlo: la competitividad depende de muchos factores y un buen modelo de gestión no suple otras deficiencias y la falta de verdaderos talentos. Hay que mirar a estas firmas con respeto, pero sin complejos.

 

¿Es posible hablar de auténticas firmas globales? ¿Tenemos despachos así en la península?

Las firmas globales son sin duda un fenómeno que marcará el porvenir de la abogacía en el siglo XXI. En España tenemos buenos ejemplos al respecto. Pero no es desde luego el único camino posible. No se puede caer en el error de asociar la excelencia profesional a estas multinacionales de la abogacía. Ni pensar que fuera de este modelo no hay vida para los abogados.

 

¿Se puede afirmar que atravesamos una crisis judicial y que la justicia está politizada en España?

Es arriesgado emitir un juicio de valor a partir de las noticias que sobre la justicia acostumbran a publicar los medios de comunicación. La justicia, por afectar a las esferas del ser humano más vulnerables, está siempre en crisis. Porque ningún sistema es perfecto y en todos convergen virtudes y miserias. Pero parece claro que desde la modificación del régimen de elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial, hace ya tanto tiempo, se viene hablando de una politización de la justicia que no ha dejado de crecer y agudizarse con el paso de los años. Esto no quita para que en ciertos ámbitos de la justicia -como el orden civil- se hayan dado pasos de gigante hacia una modernización de sus estructuras- la nueva Ley de enjuiciamiento civil de 2000, o la creación de los Juzgados de lo mercantil. Y más allá de las inevitables disfunciones, estas reformas estén implicando una mejora notable en la protección de derechos como la propiedad industrial.

 

¿Cuál considera usted que ha de ser el futuro de la abogacía española?

La abogacía española se enfrenta en estos momentos a un riesgo de colonización evidente por parte de las grandes firmas internacionales. Nuestra abogacía ha sido tradicionalmente portadora de unos valores que no siempre concuerdan con los importados de modelos extranjeros. Tal vez el futuro de la abogacía española pase por encontrar un punto de equilibrio entre esos modelos de gestión que imperan en el mundo anglosajón y los modos y maneras de actuar que siempre han caracterizado la tradición forense en nuestro país: tomar lo que de bueno llevan consigo tales modelos, sin renunciar a los propios valores.

 

Se habla del imperativo de la expansión internacional. Ahora bien, ¿planea su despacho lanzarse a la conquista de otros mercados?

Es cuestión de especialidades. Nuestra firma no siente la necesidad de conquistar otros mercados. Al contrario, siempre hemos colaborado, sin pretensiones de exclusividad, con un gran número de despachos extranjeros., aquellos que consideramos los mejores de cada país. No aspiramos a otra cosa que ser, para estos colegas, el referente en España al que acudir cuando quieren garantizar para sus clientes un servicio óptimo, al igual que hacemos nosotros cuando se trata de defender en el extranjero los intereses de nuestros clientes nacionales.

 

¿Qué maestros influyeron en su formación de manera decisiva?

Mis padres, mi madre, mis educadores jesuitas y hermanos de las Escuelas Cristianas, el Obispo Don Ángel Morta, Don Joaquín Garrigues Díaz-Cañabate, mi maravillosa y excepcionalmente inteligente mujer con la que sumo 53 años de feliz matrimonio y en cuanto a mi formación continua, los Socios principales de mi despacho, que día a día son mis maestros.

 

¿Qué se necesita para ser un buen abogado? ¿Y un buen socio director de despacho?

Para ser un buen abogado sólo se necesita sentido común, vocación de servicio, mucha humildad, alguna dosis de coraje y un humor a prueba de golpes. Un buen socio director de despacho es quien sabe rodearse de los socios más fieles, pero menos aduladores, más inteligentes, más ecuánimes y que más destaquen en el panorama profesional a los que pueda considerar, sobre todo, amigos.

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