La mirada de Rafael Navarro-Valls ha contemplado muchos de los acontecimientos jurídicos españoles y globales de las últimas décadas desde su cátedra complutense, pasando por la secretaría general del Ateneo, su condición de miembro de número y académico-secretario General de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España y sus columnas en los principales diarios de nuestro país. Universitario de primera línea, ha publicado más de doscientos trabajos entre ensayos, artículos y libros de su especialidad, el Derecho Matrimonial y de Familia, regulación jurídica de la libertad religiosa y objeción de conciencia. Con Navarro-Valls conocemos un poco más la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación como sede de la excelencia del Derecho, que extiende su influencia en la cotidianidad jurídica a través de sus Secciones científicas y, últimamente, con las actividades de la Fundación Pro Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
Desde fuera, la Academia aparece como una sede aristocrática del Derecho. ¿Considera que esto distorsiona el impacto positivo que incorpora a la vida profesional del orbe jurídico español?
En el mundo jurídico se sabe perfectamente que la excelencia es algo inherente a la ciencia del Derecho, en cualquiera de sus ramas o ámbitos y en cualquier lugar del mundo. El impacto de la labor de la Academia por el que me pregunta depende de la excelencia de los concretos trabajos que en ella se realizan y desde ella se promueven, y esa cualidad pueden valorarla perfectamente los profesionales del Derecho, sin distorsión alguna. Por otra parte, yo diría que la excelencia jurídica es transversal, se encuentra en muchos sitios, también, desde luego en las Academias. Nosotros estamos acostumbrados a detectarla y valorarla allí donde se encuentre. A la vez, procuramos humildemente que en nuestros trabajos brille la excelencia, entre otras cosas como un deber de justicia para la sociedad.
¿Tiene la Academia posibilidad de participar en la actividad legislativa?
La Academia tiene 21 secciones científicas que abarcan todos los sectores del Derecho. En alguna ocasión -menos de la que sería deseable- recibimos Anteproyectos de Ley o consultas de carácter legal de distintos Ministerios, Organismos públicos e instituciones privadas, que el Pleno traslada a la sección competente para emisión del informe oportuno y, una vez aprobado por el pleno, se traslada al organismo correspondiente. Estamos en contacto con Justicia, Educación, Presidencia etc. para reforzar nuestra intervención consultiva en el proceso legislativo.
¿Existe algún otro cauce para esa participación?
Desde luego, la "consultiva" no es la principal ni la única participación de la Academia en el proceso legal. No olvidamos que el derecho europeo continental, es más un "derecho de profesores" que un derecho de jueces. En nuestra cultura jurídica hay un ciclo constante -ya lo apuntó Esser-: descubrimiento de problemas jurídicos, formación de principios, articulación de un sistema legal. El primero y el segundo paso suelen darlo los teóricos del derecho, los "académicos", si usted quiere, que influyen en la actividad legislativa mucho más de lo que se cree. Esta es nuestra más importante participación en la actividad legislativa. Todo acto legislativo carente de base dogmática es ya, de antemano, "un viaje sin destino".
La Academia se ocupa no sólo de la teoría de Derecho, sino también de su aplicación. ¿Puede decirnos de qué medios se sirve para llevar a cabo esto?
Teoría y práctica del Derecho van muy unidas, de lo que son especialmente conscientes los distintos órganos de nuestra Academia. En las diversas Secciones, Comisiones o Seminarios muchos de los temas que se abordan son jurisprudenciales, con reflejos casuísticos. Pero toda aplicación del Derecho tiene que estar apoyada en una sólida base teórica. Queremos encontrar en nuestras actividades un equilibrio entre lo que los anglosajones llaman blue sky law (derecho teórico, entre otras acepciones) es decir, los grandes trazos que bosquejan el problema legal, y el derecho "en pie de guerra", esto es, el derecho en acción dentro del más concreto mundo real.
Su perfil reúne puntos como la secretaría General de la Academia y la cátedra en la Complutense, donde también fue secretario general, con un largo recorrido internacional de alto nivel. Desde esta perspectiva que ha consolidado en varios puntos cardinales del mundo jurídico, ¿qué fortalezas comprobadas considera que tiene el Derecho español?
El Derecho español es el producto de siglos de evolución y de la contribución de miles de profesionales del derecho-incluido los investigadores – que han consolidado un Derecho que yo calificaría de modélico dentro de la familia de derechos en que se encuadra, es decir, el derecho continental europeo. Si me permite una ironía, no es algo reciente que necesite la promoción de la "marca España". Ciertamente la incontinencia normativa de nuestros legisladores ha producido una cierta "ansiedad jurídica", que repercute en su estructura. Pero con esos vientos de fronda ya contamos los juristas en nuestra persistente tarea de perfeccionarlo.
Andrés de la Oliva, al incorporarse como académico de número hace unas semanas, pronunció un discurso titulado "Vigilantibus non dormientibus iura succurrunt" (el Derecho socorre al que vigila, no al que duerme). En un mundo de garantías formales, ¿qué virtudes considera que debe añadir el abogado para asistir correctamente a su defendido?
Es innegable que la vigilancia y la diligencia son cualidades muy necesarias en cualquier abogado, precisamente para que sean efectivas las garantías formales, que no son formalismos rituales, sino que siempre tienen un sentido profundo y un contenido de gran importancia. Recuerdo que en un pleito que se ganó por encontrar un antecedente oportuno, el abogado de la parte perdedora comentaba: "No se es buen jurista solamente por los conocimientos que se poseen, sino por saber dónde hay que buscar. Nosotros no hemos encontrado el lugar adecuado. Hemos fallado en algo importante".
Estos días la Fundación Pro Real Academia de Jurisprudencia y Legislación está cumpliendo su primer año de vida. ¿Se está notando su impacto en la vida ordinaria de la Academia?
Desde luego, su ayuda es muy importante para impulsar económicamente la vida de la Real Academia que, como todas la Academias del Instituto de España, ha visto muy mermada la subvención pública. A su través, no solamente se allegan fondos económicos, también se potencia la vida científica de la Real Academia. La Fundación, no obstante su corta vida, se ha convertido en un instrumento vital en el engranaje de la Academia.
¿Qué desarrollo estima que podremos ver a medio plazo dentro de la Fundación Pro Real Academia de Jurisprudencia y Legislación?
La Fundación Pro Real Academia es un organismo de reciente creación. Tiene, pues , el empuje y el dinamismo de todo lo que nace, que se combina con la notable experiencia de sus patronos, muchos de ellos representantes de los grandes bufetes de Madrid, de organismo de notable experiencia y largo recorrido (Colegio de Registradores, Procuradores etc.) y de consolidadas editoriales jurídicas. El inicial impulso -debido al esfuerzo de nuestro académico numerario D. Luis Cazorla- es previsible que se despliegue hacia objetivos cada vez más ambiciosos. Por citar algunos: la realización de un gran diccionario jurídico de la Real Academia, que coordina el académico de número D. Alfredo Montoya; premio anual a la Excelencia en el Jurista; relaciones internacionales , coordinadas con las Asociaciones Internacionales iberoamericanas y europeas; potenciación de la gran Biblioteca de la Real Academia y de su importante Archivo; nuevo impulso a las colecciones jurídicas que edita la Corporación: Anales de la Real Academia, volúmenes monográficos sobre cuestiones de actualidad jurídica: el último fue un análisis de la jurisdicción en España etc.
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