"El Derecho debería ocuparse de librar la gran batalla para ganar la guerra a las ambigüedades que tantas veces rodean con una cortina de humo los grandes debates". "Huir de la identidad es, bajo mi punto de vista, confundir y crear estructuras con pies de barro". "Para ver grietas del sistema no hay necesidad de irse a parajes lejanos, ni allende los mares".
La semana pasada, la Union Internationale des Avocats celebró su quincuagésimo tercer Congreso donde se debatieron los temas de actualidad que marcan la Abogacía en estos tiempos, concretamente el Derecho de los negocios y el Derecho penal, la mundialización, la tolerancia y el Derecho; el secreto profesional, y las consecuencias y posibles salidas para la crisis financiera. Cerca de mil doscientos abogados de setenta países se dieron para ello cita en Sevilla, donde sucesivas sesiones de trabajo, guiadas por una perfecta coordinación, permitieron poner sobre la mesa y debatir temas que afectan a todos, y son el día a día laboral de los abogados a lo largo y ancho del mundo. Nuestra redactora estuvo allí, y nos ha comentado sus impresiones.
Mundialización, tolerancia y Derecho son parte de los conceptos acerca de los que abogados llegados de todo el mundo han trabajado en Sevilla ¿Cree que es realmente posible unificar puntos de vista legales acerca de temas tan candentes?
A mi modo de ver, es muy complicado sentar sinceras bases de diálogo acerca de estos tres temas en un mundo en que ya no sólo es que haya diversidad, sino que hay una gran conciencia de ello.
Creo que la historia del Derecho es el relato del devenir de los hombres en la lucha, más allá de la igualdad, de la libertad, aunque haya habido momentos en que quizá no fuesen conscientes. Y ello porque la igualdad es un valor social, pero la libertad es un valor individual.
En este orden de cosas, considero que el Derecho debería ocuparse de librar la gran batalla para ganar la guerra a las ambigüedades que tantas veces rodean con una cortina de humo los grandes debates. En esta misma línea, creo que debería dejarse de hablar de tolerancia, y hablar de algo previo y más interesante no sólo para el Derecho, sino para el hombre, que es el respeto.
¿Qué están haciendo los bufetes de abogados para vencer la crisis que afecta al mundo?
En el Congreso se habló de estrategias y recursos, de una buena selección y un liderazgo constructivo. Pero, sobre todo, de la única receta que existe no sólo en tiempos de crisis, sino siempre: lo útil es un trabajo serio y contar con equipos definidos. Se puso de manifiesto que lo que se salga de ese esquema de cosas está condenado a la caducidad.
La globalización comercial ha llegado para quedarse. ¿Es posible una futura globalización del Derecho?
Yo creo que es utópico. La globalización de la economía es positiva, en cuanto que permite la deslocalización y las empresas globales, que se adapten a cada territorio y trabajen comprometidas con cada territorio, generando prosperidad. También firmas globales. Sin embargo, huir de la identidad es, bajo mi punto de vista, confundir y crear estructuras con pies de barro.
¿Cree que este tipo de reuniones dan fruto en países en que el principio de legalidad no está del todo centrado?
Lo deseable en este tipo de reuniones puede estar, o al menos así lo veo, en hacernos conscientes de las grandes diferencias que hay entre unos países y otros a la hora de afrontar problemas que, sin embargo, esos sí que son muy parecidos.
La toma de conciencia acerca de lo grave que son las quiebras de la libertad, los abusos que a veces exige la corrección política, el sufrimiento que provocan las injusticias laborales y los atropellos generados por culpa de los grandes silencios de la comunidad internacional acerca de temas verdaderamente graves creo que deberían ser los grandes frutos de este tipo de reuniones.
Parte del éxito de estos encuentros multiculturales es el descubrimiento de alternativas en la resolución de conflictos. ¿Está ahí el futuro?
Creo que sí. No tener medios efectivos de defensa ante conculcaciones de los Derechos individuales es el gran fracaso del Derecho como el arte de lo bueno y lo justo. Y para ver grietas del sistema no hay necesidad de irse a parajes lejanos, ni allende los mares.
¿Cómo se valoró por parte de los asistentes el arbitraje internacional?
De manera muy positiva. La globalización económica lleva a pleitos plurinacionales cada vez más frecuentes, que implican a culturas, sistemas normativos y modos de ver la empresa diferentes. La complejidad y el coste de litigar del modo tradicional suele llevar a dejar las cosas por imposible, lo que implica, como es obvio, un comercio donde vence no ya siquiera el más fuerte, sino el más informal.
Se puso de manifiesto que el arbitraje internacional supera tales dificultades, y que muchas empresas incluyen desde el principio disposiciones de arbitraje en sus contratos comerciales.
Uno de los grandes temas acerca de los que se habló fue la propiedad intelectual, en un momento en que Internet está poniendo patas arriba cualquier razonamiento acerca de ello. ¿Vino nuevo en odres viejos?
No sólo vino nuevo en odres viejos, sino que la gestión de activos de propiedad intelectual se ha expandido más allá de los departamentos jurídicos de las empresas, y más allá de ser un gran campo para los despachos de abogados, hasta convertirse en el centro de coordinación de las estrategias de muchas organizaciones.
Con esta transición, las empresas ahora tienen que compaginar sus planes de propiedad intelectual con su estrategia comercial, y sacar productos al mercado de una manera más rápida y visible, aprovechando de ese modo en mayor medida las inversiones en investigación.
Otro "punto caliente" del Congreso fue la medida del poder de los medios de comunicación. ¿Qué impresión sacó del debate generado?
La impresión fue que el problema no estriba en el poder real de los medios de comunicación, sino en el sentido crítico del oyente, telespectador, o lector. Y ello me lleva, de nuevo, a la lucha que debe librarse por la libertad y el papel de la transmisión de la cultura.
Inmigración y tiempo de crisis. ¿Cómo lo conjugaron los abogados venidos de países que tradicionalmente generan inmigración?
En tiempos de prosperidad, hace aún poco, y con el factor añadido de que la mundialización de la economía progresaba, emigrar se planteaba como algo posible. Ahora, a la sucesiva destrucción de empleo se une una corriente severa restrictiva de entrada a los países desarrollados. Los asistentes al Congreso identificaron este momento que vivimos como una puerta entreabierta, sobre todo, para apostar por la explotación de las materias primas que, paradójicamente, abundan -y sobreabundan- en esos países.
Por ello, se hicieron propósitos de urgir a la estabilidad de los sistemas jurídicos, de modo que el capital extranjero, -si se es realista, básico para echar a andar- no tema introducirse y apostar por dichos países.