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27/07/2024. 04:09:02

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Martín Belaunde Moreyra, jurista latinoamericano y ex Embajador del Perú en Argentina

“Los colegios de abogados no deben ser considerados como simples cooperativas de servicios a favor de sus miembros”

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"El deber primordial de los colegios de abogados reside en enaltecer la ética del ejercicio profesional y en contribuir a la formación doctrinaria de sus miembros" "Los abogados no deben pedirle permiso a las autoridades estatales para ejercer el irrestricto derecho de defensa, que es uno de los presupuestos esenciales del Estado de Derecho" "Hay acciones judiciales contra Venezuela en diversas partes del mundo" "En mi opinión sería muy importante que el control deontológico no sólo se ejerza a nivel nacional, sino también internacional"

Martín Belaunde Moreyra es uno de los abogados más prestigiosos de Perú. Obtuvo su título en la Pontificia Universidad Católica de Perú en 1965 y cuenta con una Maestría en Derecho Civil y Comercial de la Universidad San Martín de Porres. Ha sido Consejero de Alto Nivel del Presidente de la República del Perú para la Lucha contra la Corrupción, la Promoción de la Ética y la Transparencia en la Gestión Pública (2001-2003) y Embajador de Perú ante la República Argentina (2003-2006). En su carrera como abogado se ha distinguido como una autoridad en el derecho minero, siendo consultor y representante de empresas en procesos de arbitraje relacionados con esta materia. Ha ejercido el magisterio en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres y actualmente imparte cátedra en las universidades de Lima (Derecho Internacional Público) e Inca Garcilaso de la Vega (Derecho Minero).

“Los colegios de abogados no deben ser considerados como simples cooperativas de servicios a favor de sus miembros”

Algunos analistas han sostenido que el renovado interés en la próxima Cumbre de América Latina, El Caribe y la Unión Europea (ALC-UE) puede ser interpretado como un síntoma del enfriamiento de las relaciones entre los EEUU y Latinoamérica. ¿Qué opina sobre ello? ¿Aprovecha Europa el vacío norteamericano en la zona?

Las relaciones entre América Latina y Estados Unidos han pasado por etapas de cercanía y de alejamiento. Es evidente que hay una relación de enemistad entre Estados Unidos y Cuba, pero ese tema sólo ocupa un espacio limitado de las relaciones continentales. Estados Unidos se ha acercado a México, a Centro América, a Chile y a Perú mediante tratados de Libre Comercio. Con ellos Estados Unidos mantiene una relación estrecha y lo mismo puede decirse con Colombia a pesar de la oposición desatada en el Congreso norteamericano contra el TLC colombiano. Las dificultades de las relaciones interamericanas están focalizadas fundamentalmente en la enemistad generada entre Chávez y Estados Unidos, por  razones ampliamente conocidas. La actitud del gobierno de Chávez se ha reflejado igualmente sobre los gobiernos de Nicaragua, Ecuador y Bolivia, lo que a su vez es un subproducto de los petrodólares venezolanos y en ellos puede afirmarse que existe un nivel problemático de relación con los Estados Unidos financiado por Venezuela. Si bien Argentina y Brasil tienen intereses divergentes con Estados Unidos, en parte influidos por la inclinación ideológica de sus gobernantes,  no es menos cierto que  Lula y de Cristina Kirchner han buscado áreas de entendimiento con la administración de Bush, y lo mismo puede decirse de los gobiernos de Uruguay y Paraguay. De otro lado la relación entre América Latina y Europa nunca ha sido competitiva ni excluyente, sino por el contrario complementaria con la de Estados Unidos. Más bien, podría afirmarse que las Cumbres ALC-UE reflejan un esfuerzo de Europa para no alejarse más de América Latina, después de muchos años de distanciamiento.

 

Hace unos días el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, atacó a la Canciller alemana y dijo que su partido había apoyado a Hitler; en la pasada Cumbre Iberoamericana también hubo un rifirrafe con el Rey de España y hace dos años calificó a Tony Blair de "inmoral". Si a esto le sumamos la nacionalización de algunas empresas europeas (sobre todo las petroleras) por parte de estados pertenecientes al ALC, tenemos un balance ciertamente preocupante. Desde el punto de vista diplomático, ¿qué se puede hacer para que la gestión del ALC, como bloque, no pierda su eficacia negociadora a pesar de que algunos de sus miembros no cesan de crear inseguridad jurídica y malestar político?

Los ataques de Hugo Chávez a la Canciller Merkel  carecen  del más elemental asidero  dado que los partidos predecesores de la Democracia Cristiana Alemana, lejos de apoyar a Hitler en realidad fueron sus víctimas. Desafortunadamente, Chávez nos tiene acostumbrados a sus continuos exabruptos verbales, que evidentemente complican el escenario internacional y añaden un ingrediente de conflicto. Las nacionalizaciones de empresas europeas le agrega más sal a la herida, pero en este caso el daño puede atenuarse si el gobierno de Venezuela las compensa adecuadamente. No ha sido así  en el caso de ExxonMobil y eso ha dado lugar a acciones judiciales contra Venezuela en diversas partes del mundo. Sin duda eso perjudica a los países de Latinoamérica y del Caribe en su conjunto, pero al mismo tiempo se trata de una situación específica de Venezuela, que puede proyectarse sobre algunos otros países, pero no necesariamente sobre la mayoría, ni tampoco respecto de los más importante, como es el caso de México, Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Chile, etc.

 

Si Europa se decanta por pactar agendas separadas con cada estado, ¿qué sentido tendría mantener bloques como el ALC o el de países Iberoamericanos? ¿Qué debemos hacer con los países que enturbian las relaciones trasatlánticas?

No cabe duda que la Unión Europea está haciendo un gran esfuerzo para enfocar las relaciones con Latinoamérica en una perspectiva de conjunto. Pero, desde el punto de vista comercial, eso va a ser cada vez más difícil por las diferencias políticas existentes al interior de nuestro continente. Por ello me parece inevitable que a partir del año 2009, la Unión Europea se incline a suscribir Tratados de Libre Comercio separadamente con algunos países y no con  entidades de integración como es el caso de la CAN. Sin embargo entiendo que la Unión Europea pudo concertar un Tratado de Libre Comercio con MERCOSUR, de manera que no se pueden trazar reglas absolutas respecto de estos temas. En la última cumbre ALC-UE se ha abierto la posibilidad que Colombia y Perú negocien por separado en el caso de que Ecuador y Bolivia persistan en su rechazo a considerar la viabilidad de un TLC. Creo que eso va a influir positivamente para que Rafael Correa y Evo Morales cambien de actitud, porque se ha visto que se han quedado en minoría dentro del continente.

 

Una de cal: el Ministro de Trabajo español, Celestino Corbacho, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de reconocer el derecho de sufragio (activo y pasivo) en las elecciones municipales a todos los extranjeros que se encuentren en España, siempre y cuando acrediten una serie de requisitos. Dado que en este país residen, de manera legal, 1,3 millones de latinoamericanos, el gesto no deja de tener su simbolismo. ¿Cómo valora usted esta iniciativa? ¿Qué gesto le parece que deberían adoptar los países latinoamericanos para responder y respaldar esta idea?

Creo que hay que valorar positivamente ese gesto y en ese sentido nuestros gobiernos deben alentar a Rodríguez Zapatero para que en efecto practique lo que predica. Me parece que la reciente cumbre ALC-UE puede contribuir a generar un sentimiento positivo dentro de la opinión pública española si la prensa asume una actitud responsable. Quizás ciertos sectores de España tengan una visión negativa de la migración latinoamericana, pero si consideramos determinados aspectos claves tales como la baja de la natalidad en España y el envejecimiento gradual de la población del país como consecuencia del anterior fenómeno, algunos podrán apreciar innegables aspectos positivos, entre ellos la identidad lingüística, la afinidad cultural y la proximidad religiosa entre nuestros pueblos, a diferencia de otras migraciones geográficamente más cercanas pero muchas mas distantes en esos aspectos.

 

Otra de arena: Los grupos políticos del Parlamento Europeo (PE) no han logrado cerrar un acuerdo sobre una legislación común para la repatriación de los inmigrantes irregulares, debido a las fuertes diferencias entre los miembros. Once de los 27 países comunitarios han rechazado el texto, acordado por la presidencia con representantes del Parlamento Europeo, diez de ellos porque pretenden endurecer algunas de las medidas del proyecto de directiva. ¿Qué opinión tiene del acuerdo rechazado? Y, en su opinión, ¿qué posición han de tomar los países latinoamericanos sobre este tema?

No tengo una opinión específica sobre el texto del rechazado acuerdo, pero en principio me parece que una actitud dura de la Unión Europea respecto de la migración  latinoamericana, que no esté sustentada en legítimas consideraciones de seguridad interna por el tema del terrorismo o el presunto incremento de la criminalidad, no solo es injusta sino contraproducente para los mismos europeos, habida cuenta de sus propias necesidades de mano obra, por lo menos en el ámbito de lo que anteriormente se conocía como el occidente europeo. No es fácil para los países latinoamericanos tomar una actitud contestataria, porque antes nosotros éramos receptores netos de corrientes migratorias europeas a las que acogimos con los brazos abiertos, pero eso ahora es un fenómeno del pasado, ni tampoco conviene hablar de represalias imposibles de aplicar. Creo que los países latinoamericanos deben asumir una posición de persuasión amistosa y tienen que desarrollar una campaña de relaciones públicas en beneficio de nuestros paisanos. Pienso que nuestros gobiernos deben enfatizar los aspectos más positivos del  aporte de la migración latino o iberoamericana en términos de trabajo y de esfuerzo, de su voluntad de superación y de su innegable capacidad de asimilación a la cultura europea, sin perjuicio de nuestros propios valores culturales, entre ellos,  nuestro sentido de unidad y cohesión familiar, fundada en los cimientos de una ética cristiana cuyas raíces no deben perderse ni mucho menos ignorarse.

 

La cooperación para el desarrollo es, sin duda, uno de los ejes centrales de la Cumbre. Las remesas que produce la inmigración representan, de lejos, el mayor plan contra la pobreza (por ejemplo: las remesas son el 8,5% del PIB boliviano y casi el 4% del ecuatoriano). Teniendo esto en mente, ¿cómo se puede armonizar el endurecimiento de las políticas migratorias con "la cooperación para el desarrollo"? 

Ésta es una de las paradojas de la modernidad y de la globalización. Los estados europeos contribuyen financieramente a la cooperación, pero las remesas de los migrantes latinoamericanos, que salen de sus países en busca de un mejor horizonte por la falta de oportunidades, contribuyen con su esfuerzo más que la generosidad gubernamental. Esto podría llamarse lo que alguna vez se denominó en Perú, la filantropía de los pobres.  ¿Estamos en condiciones de cambiar esta situación? En mi opinión, no en el corto plazo porque para bien o para mal, necesitamos tanto de la cooperación como de las remesas y no podemos prescindir de ninguna de las dos. Entonces, ¿qué hacer? Me parece que en primer lugar los gobiernos latinoamericanos deben presionar diplomáticamente a favor de políticas migratorias europeas mejores y más humanas, basadas en el simple hecho de que Europa tampoco puede prescindir de nuestra cuota de sangre. De otro lado, el desarrollo latinoamericano, evidente en algunos de nuestros países, también puede ayudar a que menos paisanos salgan del país porque aquí también pueden encontrar trabajo. Creo que se requieren no una sino un conjunto de políticas que hagan sinergía a favor nuestro.

 

El medio ambiente es uno de los temas más importantes de la cumbre, el informe de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico titulado "El Cambio Climático no Tiene Fronteras: Impacto del Cambio Climático en la Comunidad Andina", no deja dudas de que este fenómeno afecta, incluso con más fuerza y rapidez, al área andina antes que a Europa. En su opinión, ¿se podría crear un frente común, ALC-UE, para presionar a los países que más contaminan a suscribir los tratados internacionales de reducción de emisiones? ¿Existe esa voluntad?

Al margen de que haya existido o no una auténtica política para frenar el calentamiento global, las circunstancias de ahora generan una emergencia que no puede ser ignorada. La respuesta a este desafío debe plasmarse en la búsqueda y en la obtención de nuevas tecnologías que reduzcan los problemas ambientales. Parte del tema también radica en la necesidad de ahorrar energía, no solo mediante el uso de fuentes alternativas sino a través de un consumo más racional y por cierto también más austero, lo que por cierto no nos debe entristecer sino más bien encauzarnos a una sana comprensión de la futura realidad. Debemos ser concientes que la juerga ya terminó y no debe continuar. El Protocolo de Kyoto y el mercado de bonos ambientales pueden ayudar y de hecho han ayudado, pero sólo constituyen una pequeña parte de las políticas ambientales del futuro, que deben estar basadas esencialmente en un cambio gradual de la matriz energética. ¿Lo conseguiremos? No cabe duda que del éxito o fracaso en lograr este objetivo, depende el futuro de la humanidad en el mediano y largo plazo.

 

Cambiando de tema: El pasado 26 de abril se clausuró el XVIII Congreso de la Unión Iberoamericana de Colegios y Agrupaciones de abogados, de la que usted es Senador, evento que tuvo lugar en San José de Costa Rica. Cuéntenos, por favor, ¿cuáles fueron los puntos más destacables del encuentro?

En mi opinión el consenso más importante al que se llegó en dicho congreso fue la necesidad de justificar la colegiación obligatoria de los abogados, que no está reñida con la libertad de asociación, en un control o autocontrol deontológico más severo y por cierto más independiente de los poderes del Estado. Los abogados no deben pedirle permiso a las autoridades estatales para ejercer el irrestricto derecho de defensa, que es uno de los presupuestos esenciales del Estado de Derecho. El proceso jurisdiccional, en particular el penal, es una de las piedras angulares del derecho y la libertad de defensa, constituye a su vez el corazón del proceso. Pero esa defensa no puede ejercerse divorciada de reglas y principios éticos, cuya reiterada violación deslegitima en su conjunto a la profesión legal. Los colegios de abogados no deben ser considerados como simples cooperativas de servicios a favor de sus miembros, así también cumplan en esa función, que siendo importante resulta subsidiaria. El deber primordial de los colegios de abogados reside en enaltecer la ética del ejercicio profesional y en contribuir a la formación doctrinaria de sus miembros, así como a la evolución y desarrollo del derecho, para hacer frente a los desafíos crecientes y cambiantes del mundo globalizado. Si no estamos a la altura de esa función perderemos nuestra razón de ser como institución tutelar de la profesión.

 

En diferentes ocasiones usted se ha mostrado a favor de establecer una enmienda que facilite el control deontológico en el marco de la U.I.B.A. ¿Cuándo se tomará una decisión final?

En mi opinión sería muy importante que el control deontológico no solo se ejerza a nivel nacional sino también internacional. En otras palabras que la sanción a un abogado no solo se aplique dentro de la jurisdicción local o regional de su respectivo colegio, sino igualmente dentro del ámbito nacional de su país y también dentro del ámbito internacional de Iberoamérica. Lanzo esta idea como una sugerencia para lograr una depuración ética más consistente y de mayor fortaleza. Para que se tenga éxito, sin embargo, es necesario crear un consenso y en ese sentido Legal Today puede ser un buen comienzo.

 

¿Qué le gustaría destacar de esta enmienda y por qué la considera tan importante?

En mi modesta opinión, sin ética ni moral el derecho cae por los suelos, así estuviere técnicamente bien concebido. No concibo el futuro sin derecho, sin moral, sin ética y sin Dios, lo que le da sentido a la vida del hombre en su vocación universal por la paz  sustentada en la ley.

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