Ivo Portabales es socio director en DA Lawyers. Él también ha querido sumarse a estas entrevistas en las que se analiza cómo las firmas han sido capaces de adaptarse a la llamada nueva normalidad y cuenta también cómo han convivido con el trabajo en remoto.
¿Estabais preparados para afrontar una situación tan disruptiva como esta?
Es muy casi imposible estar preparado para una pandemia como la que estamos afrontando, con unas consecuencias tan drásticas en el día a día de todos nosotros. Además una dificultad añadida ha sido la rapidez con que los eventos se han desencadenado.
Aun así, el despacho estaba inmerso desde hace tiempo en un proceso de digitalización, en el que una de sus patas angulares era facilitar el trabajo en remoto. Precisamente en los primeros meses de 2020 se acometieron inversiones adicionales en equipos portátiles más cómodos y en herramientas de video-conferencia.
Todo esto nos ha permitido continuar con nuestro trabajo habitual desde casa sin que los clientes hayan notado el cambio. Nosotros mismos nos hemos sorprendido positivamente del nivel cercano a la normalidad que hemos podido alcanzar.
¿Cambiará la forma en cómo se prestan los servicios legales?
La prestación de servicios legales ha cambiado mucho durante la última década por lo que esta pandemia solo agilizará los procesos empezados. La relación abogado-cliente está acelerando su evolución a una relación de partner/socio con un conocimiento más profundo de la empresa del cliente y el sector de actividad de la misma.
Otro proceso que se acelerará es el de la flexibilidad de prestar los servicios en remoto. A nivel externo redundará en una mayor eficiencia de cara al cliente al no depender de estar físicamente en la oficina para poder realizar la mayor parte de los servicios. A nivel interno ayudará a paliar muchos de los retos de conciliación familiar que todos tenemos.
¿Cuál es el mayor reto que ha derivado y derivará el teletrabajo?
Estos meses hemos podido comprobar que, a nivel técnico, el teletrabajo tiene la misma calidad que el trabajo presencial.
El mayor reto estará en el contacto humano, que es insustituible y conseguir una buena combinación de eficiencia y flexibilidad. Habrá que hacer un esfuerzo en adaptarse en la coordinación de los equipos en remoto, que exigen mayor delegación y responsabilidad individual. Así mismo, de cara a la relación con el cliente se deberán tener en cuenta que la comunicación en remoto (video-conferencia) necesita de un esfuerzo extra para compensar la limitación de lenguaje corporal que implican.
¿Qué aprendizajes os habéis llevado de esta situación?
El primero, que la inversión en tecnología es fundamental. Que el despacho ya funcionara con dispositivos portátiles y documentación en la nube nos permitió mandar a los profesionales a trabajar a casa un viernes y que el lunes siguiente todo el mundo funcionara con total normalidad. Hemos participado en reuniones tanto internas como externas, consejos de administración y juicios telemáticos. Incluso hemos ayudado a nuestros clientes a firmar documentos por voz, con una herramienta especial que disponemos para tal propósito.
El segundo, que, sin un equipo proactivo, comprometido, autónomo y cohesionado, la tecnología no sirve de nada. Durante el estado de alarma, además de seguir prestando el asesoramiento continuo a nuestros clientes, nuestros profesionales han sacado adelante operaciones tan complicadas como la salida al MAB de una Socimi únicamente mediante procesos telemáticos, hemos ayudado a varios de nuestros clientes a presentar ERTEs para que pudiesen gestionar la situación manteniendo el empleo, organizado la logística para que los consejos de administración de nuestros clientes se pudiesen celebrar y pudiesen tomar las decisiones críticas que requería la situación.
