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19/03/2024. 10:37:27

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JOSÉ MANUEL CASILLAS MORENO, DIRECTOR TÉCNICO EN CMS ALBIÑANA Y SUÁREZ DE LEZO

“Personas y tecnología, a pesar de todo, se entienden”

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José Manuel Casillas Moreno, director Técnico de CMS Albiñana y Suárez de Lezo, aborda en esta amplia entrevista los cambios que ha sufrido la profesión desde la aparición en nuestras vidas de la COVID-19. Tecnología, presencialismo, teletrabajo y futuro son algunos términos a los que da respuesta.

¿Estabais preparados para afrontar una situación tan disruptiva como esta?

Nunca he sido de afirmar con rotundidad categórica, pero creo que nadie o muy poca gente estaba preparada al 100% para lo ocurrido. Muchos habremos gastado los últimos años hablando de RTO/RPO, Contingencias y Planes de Continuidad de Negocio, entre otras muchas cosas. Pero lo veíamos más relacionado con un fallo tecnológico. Curiosamente nos hemos visto sumidos en una situación poco o nada prevista, donde ha sido la tecnología la gran aliada. Creo que estábamos más preparados tecnológica que psicológicamente.

En nuestro caso, ya eran muchos los años con la posibilidad de trabajar de forma remota, nuestra infraestructura estaba preparada. Pero una cosa es tener calculada la teoría y otra muy distinta es verse al día siguiente con el 100% de los empleados conectados en remoto.

A los directores de tecnología nos encantan los PoC para probar de forma controlada cualquier situación o tecnología. Esta vez nos vimos inmersos en una tesitura que puso a prueba las costuras de nuestra infraestructura, como acertadamente me decía César Albiñana la primera semana de marzo… y sin apenas aviso.

Hubo que correr, para verificar varias veces que todo estaba en su sitio y operativo. El viernes 13 de marzo todos acabamos la semana entre nerviosos y expectantes. Una semana después todos estábamos más tranquilos porque todo estaba funcionando según los esperado.

Fue una semana intensa de dudas, sustos y preguntas. Pero la gente supo reaccionar perfectamente. En buena medida porque salvo alguna plataforma, el resto de los servicios eran accesibles igual que estando en la oficina, pues llevamos ya varios años con servicios principales en el Cloud.

Personalmente me ha encantado ver cómo han despegado de forma exponencial plataformas colaborativas o servicios de los que la gente aún se sentía algo recelosa, como Microsoft Teams o Zoom.

Para lo que no creo que estuviésemos tan preparados era para convertir nuestra zona de confort en nuestra casa, en una improvisada oficina para jornadas de más de 8 horas.

¿Cambiará la forma en cómo se prestan los servicios legales?

Debería de hacerlo. La premisa en la prestación de servicios legales de calidad sigue siendo la satisfacción del Cliente. Si en el camino podemos contribuir con ayuda de la tecnología a realizarlo de manera más fiable, eficiente y coordinada, ¿por qué no hacerlo?

Los grandes despachos los forman grandes profesionales, que interactúan, colaboran y aportan un gran valor en un sector tan competitivo. Cualquier ventaja, por efímera que sea, que haga destacar a la firma en la prestación de sus servicios sería lógico aprovecharla.

Si por ejemplo en ese camino se pueden automatizar o incluso eliminar, tareas repetitivas que no aporten valor de negocio, podríamos poner el foco en tareas de mayor valor. Y si podemos además generar dicho valor en entornos colaborativos más eficientes, sin duda el resultado será que podrán ofertarse servicios profesionales con la calidad de siempre, pero con unas fases de elaboración/producción mucho más optimizadas.

Confío en que el sector tiene toda la capacidad de hacerlo. No olvidemos que el sector legal siempre es de los primeros en acoger tecnologías disruptivas, como es el caso de las diversas soluciones de mercado basadas en Inteligencia Artificial, y de las que todos tenemos algunas.

¿Cuál es el mayor reto que ha derivado y derivará el teletrabajo?

Creo que básicamente son dos: la confianza y la productividad.

No olvidemos que estamos en un país en el que el teletrabajo era bastante residual. Mucho más aún si hablamos del sector legal. Una cosa es que las conexiones remotas o entornos virtuales lleven con nosotros en producción más de una década, y otra bien distinta que eso sustituya la labor presencial.

Solemos ser muy reticentes al cambio. Sobre todo, cuando algunas costumbres se encuentran tan arraigadas. Si pensamos en las grandes firmas legales, a buen seguro nos vendrán a la cabeza toda una suerte de emblemáticos edificios en las calles más importantes de las grandes ciudades. Y daremos por hecho que en su interior estarán sus grandes profesionales llevando importantes operaciones. Pero lo cierto es que hoy en día esos profesionales podrían perfectamente estar en su despacho, confinados en sus casas o en cualquier lugar con una conexión a Internet decente. Lo que nos lleva al primero de los puntos: la confianza.

Estos meses han dejado patente que la base tecnológica está ahí. Podíamos tener más o menos miedo a trabajar desde casa, pero se ha podido. Podíamos pensar que todo fallaría, pero no ha sido así y han surgido una cantidad importante de alternativas que nos han permitido seguir con nuestro día a día.

Luego si la tecnología ha demostrado que podemos confiar en ella, lo que debemos analizar es la parte de procedimientos internos y personas. Uno de los retos es procedimentar esa flexibilidad laboral de manera correcta y eficaz. Y solo nos quedaría la perspectiva más “natural”, la de confiar en las personas que puedan desarrollar su labor profesional en formato teletrabajo, ya sea parcial o totalmente. Creo sin duda que es la parte más difícil, pues el peligro está en quienes no estén dispuestos a confiar en los profesionales que forman parte de su firma. No digo que el teletrabajo sea la solución, pero tampoco debería generarnos un miedo atroz a aceptarlo tal como ha venido.

El segundo aspecto importante es el de la productividad. Cómo medir si un entorno de teletrabajo, en mayor o menos porcentaje, repercute positivamente en los resultados, será un reto para plantearse dicha opción como realmente viable. No se trata de una disyuntiva entre presencial o teletrabajo, sino en ser lo suficientemente flexible para aceptar cualquier opción que aporte mayor valor.

Habrá casos en los que este cambio de paradigma laboral suponga una verdadera revolución. O casos en los que pequeños despachos especializados por áreas, salgan beneficiados creando sinergias entre ellos para ofrecer servicios legales de forma competitiva y conjunta.

O quizá un exceso de teletrabajo provoque sin embargo una pérdida de identidad, en la que los profesionales dejen de tener contacto físico con el resto de compañeros/as y esto repercuta negativamente en su productividad. No olvidemos que muchas discusiones de pasillo o charlas de despacho pueden ser más productivas que muchas videoconferencias. La interacción genera pensamiento.

En cualquier caso, el reto ha sido que las personas pudiesen seguir el desarrollo de su actividad profesional con el menor impacto en el resultado. O lo que es lo mismo, que personas y tecnología son un tándem espectacular cuando se alinean con la línea de negocio.

¿El reto futuro? intentar no ver esta oportunidad como una mera pausa para volver a entornos más clásicos.

¿Qué aprendizajes os habéis llevado de esta situación?

Creo que hay muchas cosas que hemos aprendido y más aún que tenemos la oportunidad de aprender.

Hemos aprendido que en muchas ocasiones se malinterpreta disponibilidad con presencialismo. En mi modesta opinión, lo importante es “estar” y tenemos la oportunidad de ser más competitivos si no limitamos nuestra labor profesional a un espacio físico en un edificio céntrico.

Hemos aprendido que somos ingenio, que es necesario de vez en cuando tener un pensamiento crítico acerca de cómo consideramos siempre que son las cosas, pues luego viene un COVID-19 cualquiera y te las deja patas arriba.

Hemos aprendido que es fundamental contar con un Plan de Continuidad de Negocio, que pueda ser tan flexible como para encajar situaciones tan anómalas como la que estamos viviendo.

Hemos aprendido que es fundamental contar con una infraestructura segura y competitiva, construida sobre flexibilidad y con un buen toque de tendencia.

Hemos aprendido que cuanto más alineada está la tecnología con el negocio, más sencillo resulta continuar con el desarrollo de la actividad profesional. Y cuanto más implique la capa de negocio a la tecnología, más podrá aportar ésta.

Lo ideal no debería ser la sentencia de “si funciona no lo toques”. Lo ideal debería ser estar en búsqueda continua, ya sea de competitividad, flexibilidad o mejora. Somos cambio, deberíamos ser cambio y adaptación.

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