"Los abogados no somos nada sin nuestros clientes" "Hemos incorporado estrategias de Legal Project Management que nos permiten ser más eficientes"
Ignacio López-Hermoso ejerce en la firma López-Hermoso Abogados. En esta entrevista habla de la importancia de la tecnología en estos tiempos de coronavirus, del teletrabajo, la importancia del cliente y cómo se afronta una situación tan extraordinaria como la que estamos viviendo.
¿Estabais preparados para afrontar una situación tan disruptiva como esta?
No. Nadie lo estaba. Quien diga lo contrario, quizá no esté siendo totalmente sincero. Una cosa es estar preparados y otra bien diferente es tener capacidad de adaptación. En López-Hermoso Abogados nos adaptamos de un día para otro (literal) a trabajar 100% en remoto. Trabajamos con servidor externo, comunicación continua a través de mail y slack y aplicaciones para gestionar proyectos como trello de forma remota. Además, pudimos dar a nuestros profesionales la flexibilidad que necesitaban para afrontar tiempos tan duros, tanto familiar como profesional.
¿Cambiará la forma en cómo se prestan los servicios legales?
La forma en cómo se prestan servicios legales ya ha cambiado. No se debe a la Covid-19. Los abogados ahora tenemos que estar centrados en el valor. Por un lado, tenemos a la tecnología absorbiendo (afortunadamente) tareas de bajo valor que no teníamos que hacer. Por el otro lado del tablero, grandes despachos y consultoras cada vez apuntan más bajo con sus honorarios a través de ejércitos de juniors que ofrecen productos estandarizados tipo commodity.
Los abogados de Firmas estilo boutique, más personalizada y de estilo artesanal, ya habíamos cambiado la forma de funcionar. Hemos incorporado estrategias de Legal Project Management que nos permiten ser más eficientes y centrarnos en lo verdaderamente importante de cada asunto. En conseguir lo que verdaderamente quiere el cliente.
¿Cuál es el mayor reto que ha derivado y derivará el teletrabajo?
El teletrabajo está muy bien, pero no es perfecto. En nuestra opinión, la comunicación se hace mucho más difícil porque se pierden matices a través de una pantalla. La sensación de equipo, con el paso del tiempo, se diluye. Los abogados más juniors se sienten más aislados y con su aprendizaje frenándose. La firma, en definitiva, pierde poco a poco parte de su esencia, de su alma.
Estos son riesgos que firmas que aspiran a prestar la mejor experiencia legal a sus clientes no pueden permitirse.
¿Qué aprendizajes os habéis llevado de esta situación?
Los abogados no somos nada sin nuestros clientes. Si nuestros clientes sufren, nosotros debemos estar al pie del cañón. Debemos facilitarles la vida, amoldarnos a sus circunstancias y guiarles en situaciones trascendentales.
La confianza se pone a prueba y se demuestra quién verdaderamente cree en el proyecto de su cliente y quién está simplemente para minutar por horas.
Los abogados no solamente debemos estar disponibles en los peores momentos. Los abogados debemos hacer sentir a nuestros clientes que, pase lo que pase, contarán con nuestra ayuda para salir adelante.
