"Las convocatorias de este tipo sirven como escaparate para los estudiantes y graduados, quienes tienen la oportunidad de presentar al mercado sus credenciales de una manera notoria" "La prueba versaba sobre Derecho de Empresa en sentido amplio, lo cual, en mi opinión, incentiva a cualquier profesional del Derecho a presentarse, independientemente de la rama en la que esté especializado" "Todo profesional del Derecho debe hacer un esfuerzo por integrar en su rutina diaria una completa actualización de legislación, doctrina y jurisprudencia relacionadas con el ámbito de su ejercicio"
Carlos Martínez Lizán, abogado del despacho Garrigues (Barcelona), fue el ganador del IX Premio Jóvenes Juristas modalidad profesionales menores de treinta años, convocado por la Fundación Garrigues, la Facultad de Derecho de la Universidad de Navarra, el Centro de Estudios Garrigues y la editorial jurídica Thomson Reuters Aranzadi. Ya abierto el plazo de inscripción para la convocatoria de 2010, el cual termina el día 24 de este mes, ha contado a Legal Today en qué consistió la prueba en la que resultó ganador, cómo se preparó y la influencia de este galardón en la perspectiva de su carrera profesional.
¿Qué supuso para usted recibir el Premio Jóvenes Juristas?
Recibir un premio siempre resulta gratificante, pero cuando lo que se recibe es un galardón de esta magnitud lo cierto es que uno siente recompensados tantos años de sacrificio y dedicación, ya que la prueba que hay que pasar no sólo se supera mediante el estudio en profundidad de distintas ramas del Derecho, sino también mediante la proyección de todas las experiencias adquiridas durante toda una carrera profesional. También es el momento de recordar a toda la gente que te ha influido de un modo u otro en tu vida y de estar agradecido.
¿En qué consistió la prueba?, ¿cómo la preparó?
La prueba consistió en un supuesto de hecho basado en una operación de adquisición con distintas particularidades que lo hacían más complejo, todo ello seguido de una serie de operaciones societarias. Alrededor del mismo, se producían supuestos de movilidad geográfica de trabajadores, despidos, problemas de desequilibrio financiero, financiación bancaria, cuestiones de derecho de la competencia, un escenario preconcursal y determinados problemas de eficacia de una serie de marcas nacionales y comunitarias. Se trataba de ir respondiendo a las preguntas que se iban planteando en relación con las áreas mencionadas así como sobre tributación.
En definitiva, la prueba versaba sobre Derecho de Empresa en sentido amplio, lo cual, en mi opinión, incentiva a cualquier profesional del Derecho a presentarse, independientemente de la rama en la que esté especializado. Esto, a su vez, implica que no basta con lucirse en una parte del examen sino que hay que intentar homogeneizar el nivel de conocimiento en todas las áreas. Hay que ser lo más completo posible.
Una vez pasado el filtro de la fase escrita, se celebró una prueba oral con un tribunal de profesionales del mundo de la abogacía y la universidad que sometían al candidato a una serie de preguntas, algunas ya contenidas en la prueba escrita y otras no. En esta fase, se trataba de demostrar la posesión de conocimientos teóricos muy sólidos así como la capacidad de aplicarlos con un claro enfoque práctico, siendo muy importante la expresión oral, el lenguaje no verbal y sobretodo la rapidez mental. Es decir, hay que responder con seguridad, sin rodeos y con mucha precisión.
Para preparar una prueba de este tipo recomiendo tener cierta experiencia profesional, ya que te ayuda a identificar los aspectos conflictivos del supuesto de hecho y te permite concentrar el esfuerzo preparatorio en aspectos específicos y no de base. En mi caso, que soy mercantilista, estudié durante dos meses -a horas intempestivas- mucho Derecho fiscal, laboral, de la competencia, de la propiedad industrial, concursal y procesal. Además, repasé mi propia experiencia en temas llevados durante varios años de carrera profesional.
¿Para qué sirven, a su juicio, convocatorias de este tipo?
Por un lado las convocatorias de este tipo sirven como escaparate para los estudiantes y graduados, quienes tienen la oportunidad de presentar al mercado sus credenciales de una manera notoria.
Por otro lado, también tiene un enfoque formativo, debido a que fomenta algo para mí indispensable, como es el enfoque multidisciplinar del Derecho de Empresa, ya que aunque el mercado nos arrastre hacia la especialización, lo cierto es que un buen abogado debe saber identificar por igual un problema de mercantil, fiscal, administrativo, laboral o propiedad industrial, aunque sólo sea para dar la voz de alarma e involucrar al área correspondiente. Esto puede salvar al cliente en un momento determinado y a la vez incrementa la facturación del despacho.
En mi opinión, aquél que prepara a conciencia este examen sale de él con un grado mayor de complitud como jurista, independientemente del resultado obtenido.
¿Cree que debería haber más convocatorias de este estilo en España?
Sin duda, cuantos más escaparates haya para los jóvenes talentos, más herramientas tendrá el mercado para seleccionar a sus trabajadores y todos los agentes saldrán beneficiados. El hecho de haber participado en este tipo de premios dice mucho acerca de la ambición, determinación, coraje y valentía de un candidato, complementando los méritos acreditados en un currículum.
¿Qué contrastes más grandes observa entre abogados jóvenes y de más edad en el día a día de un despacho?
Los inherentes a la propia situación de hecho. Es decir, el abogado joven aporta frescura, ilusión y sobretodo dedicación. El abogado de más edad aporta la cordura, la sensatez y la experiencia. Sin duda, la mezcla perfecta.
¿En qué materias cree que el abogado más frecuentemente ha de reciclarse para no quedarse atrás?
Cualquier distinción efectuada al respecto podría llevar a equívocos, con lo que me limitaré a decir que todo profesional del Derecho debe hacer un esfuerzo por integrar en su rutina diaria una completa actualización de legislación, doctrina y jurisprudencia relacionadas con el ámbito de su ejercicio. Reitero la palabra esfuerzo, ya que no es fácil integrar esta labor en la jornada diaria. Muchas veces hay que sacrificar la vida personal para estar actualizado.
¿La formación que se imparte en la Facultad está a la altura de las exigencias del mercado?
Generalizar en este punto me parecería temerario por mi parte. Sí que diré que como docente universitario he constatado que los conocimientos transmitidos en la universidad son predominantemente teóricos. Ello no obstante, no olvidemos que la abogacía es sólo una opción de las muchas de que dispone un licenciado en Derecho para ejercer, con lo que tampoco podemos desvirtuar la naturaleza de ciertas instituciones y las finalidades para las que éstas fueron creadas. La universidad debe formar, pero la especialización es otra historia.
¿Cómo valora la posible exigencia, en un medio plazo, de un examen de acceso a la profesión de abogado tal y como existe en países de nuestro entorno?
Aunque suponga romper los esquemas preconcebidos sobre la práctica de la abogacía debemos realizar un esfuerzo por ponernos a la altura del resto de países desarrollados de nuestro entorno. Se trata de proteger al ciudadano por encima de la profesión. No es admisible un sistema que permite que un licenciado en Derecho pueda prestar asesoramiento el día siguiente de conseguir la licenciatura simplemente pagando una tasa en un colegio profesional. Están en juego los intereses personales y patrimoniales de millones de personas.
Un joven abogado con ciertas miras profesionales, ¿ha de salir, aunque sea por corto tiempo, de España?
Viajar es siempre una experiencia positiva y enriquecedora. Yo he vivido en Alemania e Inglaterra y he viajado con mucha frecuencia por motivos profesionales. Sin lugar a dudas, el contacto con otras culturas te da amplitud de miras, reordena tu mente y te ayuda a comprender mejor tu propio entorno mediante un ejercicio comparativo. Eso por no hablar de la oportunidad de aprender o mejorar un idioma. Ello no obstante, en mi opinión, no hay que obsesionarse; viajar no es indispensable. Se puede ser tan buen profesional como el mejor sin haber viajado.
Parece que la mayor parte de los abogados españoles que salen al extranjero acaban regresando a nuestro país en lugar de establecerse fuera. ¿Pecamos de comodones?
Aunque parezca un tópico en España se vive muy bien y eso a la hora de la verdad pesa más que los dólares o las libras. Es decir, el sol, la gastronomía y un estilo de vida sin duda más alegre que el de muchos países de nuestro entorno hace que el prototipo de español que viaja al extranjero busque nutrirse de las ventajas que ello le puede brindar, pero vuelve a casa a tiempo para disfrutar de su nuevo estatus. Además, estamos hablando de una población tradicionalmente muy reacia a la movilidad geográfica, incluso dentro del propio país.
La práctica de la profesión en mercantil, la especialidad que usted ha elegido, ¿ha variado con la crisis?, ¿hay objetivos empresariales más discretos?
Sin duda alguna, el Derecho va a remolque de la realidad y el Derecho Mercantil no supone ninguna excepción. Bien al contrario, en vez de compras y alianzas, lo que hay son refinanciaciones y concursos. Es tiempo de mimar al cliente, estar a su lado y salir del bache con él. En los malos momentos, el abogado debe estar más cerca de su cliente.