Cuando decides estudiar la carrera de derecho, realmente no conoces el mundo al que te encaminas ni el esfuerzo y sacrificio que requiere alcanzar el éxito.
Yo he tenido la oportunidad de incorporarme a un gran despacho desde que finalicé mis estudios, en el que he desarrollado toda mi carrera profesional. Mi experiencia a lo largo de todos estos años ha sido muy buena, pero eso no significa que haya sido fácil.
Los primeros años, eres joven, con muchas ganas de aprender, integrarte bien en la organización y sobre todo con una gran motivación por querer hacer las cosas bien. Con el paso de los años, la vida te va cambiando a nivel profesional y personal, y hay un momento en el que te encuentras que eres madre de dos hijos a los que deseas dedicarles una buena parte de tu tiempo y, a su vez, una carrera profesional en un momento crucial donde vas adquiriendo cada vez más responsabilidades y proyectos que te apasionan y que también quieres dedicarles tiempo. Este es uno de los momentos más complicados que muchas mujeres abogadas hemos tenido que afrontar, pero lo hemos hecho y lo hemos hecho bien, sin miedo a fracasar laboral y personalmente.
¿Y cuál es la receta mágica? Ojalá existiese alguna, pero no la hay, las cosas solo se consiguen creyendo en una misma y esforzándote día a día por alcanzar un equilibrio que te permita seguir siendo esa persona entusiasta de la vida, tanto profesional como personal.
Históricamente, en el sector de la abogacía, ha existido una mayor presencia masculina que poco a poco ha ido alterándose sustancialmente. Sin embargo, todavía hoy, hay muchos despachos de abogados que continúan manteniendo los estereotipos propios de la profesión, premiando el presencialismo, tan anclado en esta profesión, donde se prima el estar por el hecho de estar, es decir, lo que denominados “calentar la silla” durante horas, tengas o no que hacerlo, con unas extensas jornadas de trabajo, al entender que, de esta forma, se consigue el éxito. Esta situación ha llevado a muchas mujeres del sector, a tener que, en un momento de su carrera, optar por el tipo de carrera profesional que quieren continuar desarrollando y que, además, les permita a su vez atender sus obligaciones familiares.
Realidad que desgraciadamente, a día de hoy sigue existiendo, y teniendo en cuenta lo rápido que está cambiando el mundo y con él, las formas de trabajo, gracias sobre todo a la innovación tecnológica, que permite no trabajar menos pero si dotar a las personas de una mayor flexibilidad y así mantener un razonable equilibrio de la vida profesional, personal y familiar, se debe también evolucionar en el sector de la abogacía y dar un paso al frente en este sentido y eliminar estereotipos propios de la profesión.
Es evidente que la carrera profesional es larga y nada fácil, y por ello es fundamental tener una buena relación con las personas de las que te rodeas profesionalmente, con los jefes, los equipos de trabajo y, en general con toda la organización, lo cual hará que obtengas un mayor aprendizaje y motivación y con ello una mayor implicación y sentido de pertenencia a la firma en la que has decidido desarrollar tu carrera profesional. De esta forma, alcanzar el éxito profesional no debería llevar implícito renunciar a la vida personal y familiar, pero si un lógico esfuerzo y dedicación.
En este sentido, las nuevas tecnologías son y seguirán siendo una clave fundamental en esta evolución hacia el cambio, ya que permiten una mayor flexibilidad del tiempo y, por ende, de la conciliación, así como una mayor eficacia y mejores resultados en lo que se hace.
Yo he tenido la suerte de desarrollar mi carrera profesional en un despacho que ha apostado siempre por el talento de las personas, talento que se mide por el esfuerzo, dedicación y resultados y no por dónde están a cada hora del día. Existiendo un alto grado de confianza entre los profesionales que, si bien es innegable que se trata de una carrera que de vez en cuando conlleva jornadas maratonianas, no menos cierto es que no solo se trata de dar sino también de recibir. Lo que, sin duda, al menos a mí, me compensa y motiva mucho más que cualquier otra cosa. Y desde luego, cuando he necesitado tener una mayor flexibilidad por motivos familiares la he tenido, de la misma forma que cuando he tenido que trabajar extensas jornadas lo he hecho.
Sinceramente, creo que ese es nuestro éxito desde los comienzos del despacho, que ya en su origen estuvo conformado por tres socios fundadores y dos socias fundadoras y, hoy, el equipo directivo tiene una cuota de mujeres de las más altas en el sector, con un 39,47% de mujeres y un 60,52% de hombres.
Alcanzar el éxito, en cualquier ámbito de la vida, siempre requiere sacrificio y esfuerzo y nos encontramos en un momento de nuestras vidas en la que gracias a la evolución de las tecnologías es posible trabajar desde cualquier sitio y a cualquier hora, sin olvidar el necesario contacto que esta profesión requiere tanto con compañeros y compañeras como con los clientes, algo que las personas jóvenes deben aprender a valorar y ser conscientes que viven un mundo profesional tecnológicamente mejor y con un sinfín de oportunidades, donde los límites los debemos marcar nosotras sin por ello tener que renunciar a nada.