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20/04/2024. 10:30:34

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¿Está compensada la balanza?

Carmen González Poblet, abogada y socia del despacho Círculo Legal Madrid y socia fundadora de la Plataforma Familia & Derecho
Carmen González

Desde tiempos inmemoriales la imagen de una mujer es la que sostiene la balanza de la justicia.

Y esta balanza de la “dama de la justicia” está en equilibrio, lo que representa simbólicamente  la igualdad ante la ley, principio hoy constitucional, que debería aplicarse   no solo a  los justiciables, sino también a  todos  y cada uno de los operadores jurídicos, que por vocación, desarrollamos nuestro trabajo defendiendo la justicia, sin que nadie sufra trabas en el ámbito que desarrolle su profesión.

 ¿Y a día de hoy, la balanza está compensada en el sector legal?

Sinceramente, pienso que queda bastante camino por recorrer, pero que se va progresando adecuadamente, utilizando términos de evaluación escolar.

Desde los años 1920 en que se dieron de alta en sus colegios profesionales, abogadas tan ilustres, y ejemplos para nosotras, como Victoria Kent, Clara Campoamor, las abogadas mujeres hemos ido alcanzando paulatinamente mayor protagonismo y reconocimiento profesional.

El progreso es evidente, y no se debe necesariamente a la eficacia que la  Ley Orgánica 3/2007,  para la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, haya podido suponer en cuanto a la sensibilización y defensa del derecho fundamental a la igualdad y la prohibición de discriminación por razón de género, sino a la conjunción de diversos factores todos ellos relevantes.

Por un lado,  la mayor implicación de los hombres en las tareas domésticas y cuidados familiares,  trabajo que por un lado nos estaba tradicionalmente reservado, pero al propio tiempo, ha sido en muchas ocasiones nuestro propio escollo: el sentir el miedo a delegar y el choque con los planteamientos personales de la propia mujer profesional,  en definitiva el autoimponernos obligaciones familiares que deberíamos claramente compartir.

Por otro la superación progresiva por parte del género masculino, del miedo a dar visibilidad al talento femenino, en vez de considerarlo como venía siendo tradicional,  un factor distorsionador.

También, entre otros muchos, la entrada en nuestras vidas de los medios tecnológicos y trabajo en remoto,  está jugando un papel primordial en este progreso.

No obstante ello, es igualmente  cierto que la edad y la `profesión que se ejerce dentro del sector legal, está evolucionando de distinta forma: la cifra actual de abogados y abogadas jóvenes, ya es casi pareja, y cada vez es más habitual asistir a una vista en la que la jueza, la fiscal, la letrada de la administración de justicia y las abogadas de ambas partes procesales seamos todas mujeres.

Y si esta es la realidad a día de hoy,  hay que seguir trabajando sin pausa, pero con optimismo, y a medida que se vayan subiendo  peldaños hasta alcanzar puestos directivos, y/o  instancias superiores en el ámbito judicial, se irán superando los escollos y la equiparación de profesionales de uno u otro género se irá haciendo una realidad cada vez más igualitaria por méritos y talento  y no por cuotas,

El lugar donde se presta el servicio, y ahora me refiero en concreto a  la profesión de abogado,  también exige matices y en cierta medida puede ser una dificultad  para la equiparación de género pretendida y deseada :  no es lo mismo trabajar por cuenta propia, que en un despacho pequeño o mediano, o en un gran despacho; los medios económicos, las posibilidades de sustitución y/o del trabajo en equipo son muy dispares en uno u otro, y no olvidemos que el cliente siempre nos exige dar una respuesta rápida a su preocupación , consulta o situación..

Y  si superamos  también estereotipos sociales, como  dar por sentado que ciertas ramas del derecho, como el derecho de familia se dan mejor a las mujeres y otras como el derecho mercantil o societario a los hombres, ello también contribuiría a acercar la equiparación de número entre ambos sexos,  porque las habilidades,  profesionalidad y preparación y formación de un buen abogado no tienen que ver con su género.

En definitiva, siendo conscientes de que el ejercicio de la abogacía demanda altas dosis de dedicación y disponibilidad, y que es necesario compatibilizar  el tiempo de presencia y el tiempo de rendimiento, y educar  en valores sociales a todos, si  las mujeres creemos en nuestras capacidades y habilidades y tanto los hombres como las mujeres utilizamos  los instrumentos  tecnológicos que  tenemos ya a nuestra alcance, cada vez las diferencias por genero serán más  significativas  y llegarán casi a desaparecer.

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