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25/06/2025. 00:47:25
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La lucha de géneros en la abogacía: Perspectiva desde la igualdad vivida

Violencia de género

La definición de igualdad de género o equidad de género implica que todas las personas tengan los mismos derechos, recursos y oportunidades independientemente de su identidad de género y sean tratadas con el mismo respeto en todos los aspectos de la vida cotidiana: trabajo, salud, educación.

A veces nos enrocamos en la lucha de géneros sin darnos cuenta de que se trata de un tema de educación y de roles adquiridos. Debemos educar en la igualdad de derechos, igualdad de obligaciones, igualdad de oportunidades e igualdad compromiso, esfuerzo, perseverancia, inquietudes… hasta que eso no lo tengamos integrado en nuestro ser, no será viable la igualdad de género.

Parece que, desde las políticas sociales y la creación del Ministerio de Igualdad, se está derivando todo lo anterior al machismo / feminismo y estamos perdiendo el norte.

Centrándonos en el tema que nos ocupa, entiendo que actualmente no hay brecha de género en el sector de la abogacía.

Han transcurrido muchas décadas desde la colegiación de la primera mujer abogada allí por 1922, esto es hace 102 años. Desde entonces, las aulas se han visto integradas por mujeres que se han ido incorporando a los despachos de abogados, y en la administración de justicia y, poco a poco han ido ocupando puestos de dirección y de responsabilidad.

En la actualidad, la presencia de mujeres en las facultades de derecho es muy superior a la de los hombres, y nuestra incorporación a despachos de abogados ha ido cambiando la dinámica del sector jurídico.

Cada vez más mujeres ocupan puestos de dirección, y se destacan en diversas áreas del derecho, demostrando su capacidad, competencia, profesionalidad y sus dotes de dirección de empresa o de liderazgo de equipos.

Es más, esta “brecha” se ha invertido totalmente en la carrera judicial tanto de jueces como magistrados como de letrados de la administración de justicia, donde las mujeres son el doble que los hombres.

Según datos oficiales, de los 160 jueces y juezas -119 mujeres y 41 hombres-  que integran la 72ª promoción de la Carrera Judicial, las mujeres representan casi el 75% de los nuevos jueces.

Este patrón de predominancia femenina se mantiene en la mayoría de las comunidades autónomas, siendo especialmente destacable en el País Vasco, donde las mujeres constituyen el 61,6% de los jueces y magistrados (Poder Judicial).

Por otro lado, en el cuerpo de Letrados de la Administración de Justicia (LAJ), aunque no se dispone de cifras detalladas por género para las incorporaciones recientes, la tendencia general también muestra un aumento en la participación femenina. La última convocatoria ha ofertado 144 plazas, de las cuales 111 corresponden a acceso por turno libre y 33 a promoción interna (Confilegal).

En términos generales, las mujeres ya son mayoría en la carrera judicial en quince de las diecisiete comunidades autónomas españolas, reflejando una tendencia creciente en los últimos años hacia una mayor igualdad de género en este sector (Poder Judicial).

Como mujer, madre de dos adolescentes y socia de un bufete de abogados, en mis 23 años de experiencia profesional, no he experimentado en ningún momento desigualdad de género en mi carrera. Se que soy una afortunada pero también ello puede ser porque tampoco he vivido ningún tipo de discriminación de género en mi infancia en casa de mis padres ni en la familia que he creado junto a mi marido. He sido educada en la igualdad y estoy inculcando la misma igualdad a mi entorno.

Si hay talento, esfuerzo, compromiso, perseverancia y habilidades sociales, los despacho de abogados se amoldarán a las circunstancias de cada persona para retener el talento y los clientes nos verán y tratarán como personas, (no como profesionales) con sus problemas, por lo que serán más flexibles y empáticos.

Este artículo pretende reflexionar sobre los avances logrados, los obstáculos a los que se puedan enfrentar muchas abogadas y las estrategias necesarias para alcanzar la plena igualdad en la profesión.

Cualquier profesional de la abogacía, sea hombre o mujer, debe contar con el apoyo de colegas y mentores que valoren sus capacidades y el trabajo sin ningún prejuicio de género, que les hagan desarrollar todo su potencial.

Este entorno inclusivo, es el que deben buscar todas las mujeres y hombres. Creo que desde hace ya varias generaciones, las abogadas, somos mujeres preparadas, educadas en la igualdad, con posibilidad de elegir nuestros objetivos, de elegir nuestro destino dentro de la profesión.

Tenemos la facultad de elegir o concentrarnos en nuestro desarrollo profesional, personal o familiar, en la medida que cada una de nosotras elija, por lo tanto, el poder acceder a puesto directivos dentro de la abogacía debe ser una elección.

La conciliación entre la vida laboral y personal sigue siendo un reto tanto para hombres como para mujeres. Hoy en día, con las políticas sociales y de igualdad (custodia compartida, bajas de maternidad, bajas de paternidad, reducción de jornada, flexibilidad horaria, teletrabajo, permisos parentales equitativos para equilibrar la responsabilidad parental, etc.)  la discriminación de género se va diluyendo.

Las largas horas de trabajo y la alta presión de la abogacía pueden dificultar el equilibrio entre el trabajo y la familia, tanto para los hombres como para las mujeres, por lo que en mi opinión esto es que lo que crea la desigualdad y la imposibilidad de conciliación con las medidas adoptadas por los bufetes.

Son los bufetes quienes deben facilitar todas las medidas de conciliación, tanto a hombres como a mujeres.

Mi experiencia personal en un entorno inclusivo y equitativo demuestra que es posible crear espacios de trabajo en la abogacía donde la igualdad de género es una realidad. Ello no comporta imponer planes de igualdad, ni sanciones sin no lo cumples, ni igualdad retributiva, creo que se debe premiar a quien demuestre su capacidad, competencia, profesionalidad y sus dotes de dirección de empresa o de liderazgo de equipos, es decir, premiar la excelencia, el esfuerzo frente a la mediocridad y la queja constante.

La igualdad de género no solo beneficia a las mujeres, sino que enriquece toda la profesión y fortalece la justicia en nuestra sociedad.

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