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27/04/2024. 11:50:17

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“Los abogados continúan percibiendo menos desigualdad que las abogadas”

Paco Camas García, director de investigación del equipo de Opinión Pública de Ipsos España

“Siete de cada diez abogados creen que la igualdad debe ser algo prioritario, pero aún tres de cada diez no lo consideran así”

“Persiste el sesgo de percepción de la desigualdad; en esto los abogados no son diferentes”

¿Debería la abogacía ser un reflejo o un referente en igualdad?”

Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Granada, Paco Camas García es director de investigación del equipo de Opinión Pública de Ipsos España. Profesor de sociología en el Instituto de Estudios Bursátiles y colaborador habitual en diversos medios de comunicación como RNE o TVE.

Pregunta: ¿Qué valoración hace de la igualdad en la abogacía como especialista en estudios de género y desde su experiencia en La igualdad de género en la Abogacía Española: la evaluación actual de las abogadas y los abogados?

Respuesta: La situación no veo que sea excesivamente distinta respecto a los avances en igualdad de la sociedad española en general. Lo que no tengo todavía claro es el significado de esta no especificidad: ¿es inevitable o evitable? ¿Debería la abogacía ser un reflejo o un referente en igualdad? Y más importante aún, si cabe, es estudiar la tendencia, dado que en el conjunto de la sociedad en los últimos años y, especialmente, entre las personas jóvenes se viene detectando un cierto repliegue o retroceso en materia de igualdad en según qué ámbitos.

Pregunta: Usted redactó en 2017 para el CGAE el citado Informe. Entre otras conclusiones, el 78% de las y los abogados reconocía que son los hombres quienes gozan de una mejor situación para compaginar la vida laboral y personal. ¿Cree que seis años después ha variado dicho porcentaje? ¿Qué camino queda por recorrer?

Respuesta: Desgraciadamente no hay datos disponibles recientes que me permitan responder con rotundidad a esta pregunta, pero a juzgar por la situación en el conjunto de España, diría que se están produciendo fenómenos interesantes que quizá puedan estar igualmente impactando en la abogacía. El ideal, la aspiración o la actitud primaria hacia la igualdad de género sigue gozando de un alto respaldo en este país, lo que también se refleja en un dato: la mayoría reconoce que persiste una cultura predominantemente machista y que siguen existiendo desigualdades entre mujeres y hombres. Cambios legislativos recientes han contribuido también a avanzar en cuestiones como la conciliación, por ejemplo, en lo relativo a un disfrute más equitativo de los permisos de paternidad; un primer paso por la vía práctica para que se produzcan cambios de mentalidad y comportamentales. Por otro lado, sin embargo, hemos detectado una mayor fragmentación y desidentificación con la causa y el movimiento feminista, siendo percibido como menos representativo.

¿En qué medida su disciplina, la demoscopia, puede ayudar a despertar las conciencias para superar las desigualdades?

Repuesta: No es lo más conveniente que yo lo diga, puesto que soy parte interesada y defensor acérrimo de la metodología de las ciencias sociales. Pero sí creo de verdad que los estudios demoscópicos no solo son necesarios para describir y explicar las opiniones, creencias y percepciones de un colectivo con un papel social tan importante como el de la abogacía, sino que son igualmente útiles para conocer las dinámicas predominantes de una sociedad y los destinos a los que probablemente nos llevan. A veces para prevenir acabar en lugares indeseados, a veces para perseverar en el camino elegido.

Pregunta: ¿Por qué la situación actual en términos de igualdad de género dista mucho aún de ser la situación ideal?

Respuesta: Primero porque existen grandes resistencias sociales. Recordemos que siete de cada diez abogados creen que la igualdad debe ser algo prioritario, pero aún tres de cada diez no lo consideran así. Hay quienes creen que los avances en igualdad siguen siendo insuficientes, pero también los hay (y no son precisamente pocos y mayoritariamente hombres) quienes consideran que, de hecho, ya se ha ido demasiado lejos. Lo ideal probablemente sea solamente eso, lo ideal, una aspiración que probablemente nunca se alcance, pero que merece la pena perseguir. Otra cuestión es el nivel de frustración que estamos dispuestos a asumir por la lentitud o insuficiencia de los avances o incluso el tener que lidiar con postulados reaccionarios, especialmente en coyunturas en los que estos ganan peso. La realidad es la desigualdad, en mayor o menor medida. La igualdad es el proceso y no precisamente lineal.

Pregunta: Difieren los abogados y las abogadas en que una parte de ellos considera que la situación actual es más igualitaria de lo que piensa la mayoría de ellas.

Respuesta: Está claro que persiste el sesgo de percepción de la desigualdad; en esto los abogados no son diferentes al conjunto de los hombres en nuestras sociedades contemporáneas. Por lo general, respecto a la igualdad, “los hombres no se enteran y las mujeres se lo cuentan”, como acertó a titular el artículo de la revista del CGAE con motivo de la publicación de la encuesta a la que hacías referencia. Los abogados continúan percibiendo menos desigualdad que las abogadas y tienden a ser más optimistas en su evaluación del nivel de igualdad que ellas, y es que experimentar las consecuencias directas de la desigualdad a menudo condiciona la percepción que se tiene sobre la misma.

Pregunta: Su tesis doctoral fue sobre igualdad de género y jóvenes en España. ¿Qué conclusiones extrajo tras finalizarla?

Respuesta: En el periodo que estudié las actitudes de los jóvenes hacia la igualdad de género (entre 1990 y 2010) encontré evidencias de que la defensa de la igualdad de género como valor social, el respaldo y la aspiración de conformar familias igualitarias (donde los dos miembros de la pareja trabajen fuera de casa y se repartan equitativamente las tareas domésticas y los cuidados) o el rechazo de la brecha salarial, entre otras dimensiones, habían ganado peso entre las nuevas generaciones. De hecho, los jóvenes o, mejor dicho, las jóvenes se situaban cada vez más a la vanguardia de la reivindicación de una sociedad más igualitaria. Hoy por hoy, sin embargo, los datos indican que, aunque el valor de la igualdad sigue prevaleciendo entre la gente joven, se registran retrocesos tanto en percepción de desigualdad, de la violencia de género o incluso en la autoidentificación con el movimiento feminista.

Pregunta: 2018 se recordará como un año en el que las mujeres salieron a la calle e hicieron una manifestación sin precedentes, dijeron basta ya, tanto en la pelea por la brecha salarial como frente la violencia de género. ¿En qué ha cambiado la sociedad desde entonces?

Respuesta: Me atrevería a decir que el principal cambio se ha producido en la imagen pública del movimiento feminista. Pese a que nunca ha sido homogéneo y se ha caracterizado por la pluralidad de corrientes, en 2018 se registró un amplio respaldo social y, hasta cierto punto, superador de las diferencias internas existentes. La transversalidad observada no creo que haya tenido precedentes, tanto por el tipo de reivindicaciones como por la representatividad del perfil de quienes salieron a la calle, uniendo más que nunca a mujeres (y también algunos hombres) de distintas edades, orígenes e incluso ideologías. Cinco años después, más que una causa por la igualdad que une y soluciona problemas, se percibe como divisiva y problemática.    

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