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25/04/2024. 18:30:57

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Mercedes Formica, a pesar de las dificultades

Mª Cruz Díaz de Terán Velasco. Profesora Titular Filosofía del Derecho. Coordinador de Women Innovation (RedWinn-Programa CYTED)

Durante los primeros años del régimen franquista hubo juristas que dejaron su impronta en aras de la igualdad jurídica entre mujeres y hombres. A pesar de las dificultades, tampoco durante esta etapa las mujeres permanecieron calladas. En la medida de sus posibilidades hubo quienes lucharon para recuperar los avances en la igualdad jurídica entre hombres y mujeres que se habían alcanzado en la época republicana.

Una de las más activas fue la abogada y escritora Mercedes Formica, paradigma de la conciencia feminista en su tiempo, en palabras de Consuelo Flecha. Nació en Cádiz, en 1913, en el seno de una familia acomodada. Su madre fue una poderosa influencia en su vida, y le inculcó la pasión por estudiar para poder valerse por sí misma. En 1932 inició la carrera de Derecho en Sevilla, pero el estallido de guerra le obligó a dejarla en suspensión.

Tras finalizar la contienda reanudó los estudios, obteniendo su licenciatura en 1948, momento en que empezó a ejercer como abogada, especializándose en temas relacionados con los derechos de las mujeres. La separación de sus padres la había marcado profundamente tanto por el propio sufrimiento que ella y sus hermanos había experimentado como por la situación de indefensión en la que había quedado su madre. A eso se unió su propia frustración profesional al ver truncadas sus aspiraciones de entrar al cuerpo diplomático dadas las restricciones profesionales que se instauraron para las mujeres durante el régimen franquista. Estas razones la motivaron a desarrollar una intensa actividad literaria y jurídica en pos de la defensa de los derechos de las mujeres.

A través de sus escritos desarrolló una gran labor en la denuncia del trato desigual que sufrían las mujeres en el ámbito laboral, donde exigía un cambio en el acceso a los empleos y cargos oficiales (cambio que se logró en un primer paso en 1961 y totalmente en 1966); también fue enérgica en la crítica al tratamiento penal sobre el adulterio, penalizado únicamente en el caso femenino. No consiguió su despenalización, pero sí que se igualara el trato, considerándose causa de separación y sin distinguir si era hombre o mujer quien lo cometía.

No obstante, junto con sus reivindicaciones en el ámbito de derecho público, fue en el campo del derecho privado donde logró uno de sus grandes éxitos. En concreto, la reforma del Código Civil de 1958 es deudora de una campaña realizada por Mercedes Formica a través del diario ABC. El punto de arranque fueron unas reflexiones en el artículo El domicilio conyugal escrito a raíz del caso de Antonia Pernía Obrador, apuñalada con doce cuchilladas por su marido, quien la había maltratado en numerosas ocasiones y de quien la legislación no le había permitido separarse bajo castigo de perder su casa, a sus hijos y todos sus bienes. A raíz de esta campaña, muchas mujeres se decidieron a relatar por primera vez las dramáticas situaciones que estaban viviendo. A la redacción del ABC llegaban más de 100 cartas diarias, también de padres y hermanos de mujeres maltratadas que contemplaban la situación con impotencia.

Formica continuó con sus crónicas y con conferencias sobre la necesidad de reformar el Código Civil. No estuvo sola en este empeño. Junto con el apoyo del ABC, contó con la colaboración de varios y varias colegas. En 1954, con motivo de la apertura del año judicial, José Castán Tobeñas, presidente del Tribunal Supremo, leyó un discurso titulado “Los derechos de la mujer y la solución jurídica de los conflictos conyugales”, en el que se mostraba a favor de la reforma avalada, a su juicio, por la transformación de la sociedad y de las mujeres”. Ese mismo año, gracias a la mediación de Pilar Primo de Rivera, fue recibida en audiencia por Francisco Franco. Éste, influido por la propia experiencia matrimonial de sus padres, mostró su interés en la cuestión, sobre todo en que la mujer casada tuviese capacidad sobre los bienes gananciales y no solo al separarse –como le proponía Formica- sino también durante la vida matrimonial. A su vez, en los cursos académicos 1953-1954 y 1954-1955 en la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia se celebraron una serie de conferencias que se sumaron a la petición de Formica. Entre las participantes estuvieron las juristas Concha Sierra, M. Luisa Suarez, Rosario Sáinz y Marta Moreno de Pardo.

El cambio se logró el 24 de abril de 1958 con la reforma del artículo 66. Y así, gracias a la campaña impulsada por Mercedes Formica, a partir de ese año las mujeres pudieron ser tutoras y testigos en los testamentos. Asimismo, la casada que contraía segundas nupcias conservaba la patria potestad sobre los hijos e hijas habidos en el primer matrimonio, mientras que la mujer en trámites de separación y presunto cónyuge inocente, no debería abandonar el domicilio, ya considerado “casa de la familia” (frente al anterior “casa del marido”), ni podía ser depositada por su esposo durante el proceso de separación. Además, durante ese tiempo no se le privaba de la guarda de los hijos. En materia económica la reforma fue menos amplia, ya que se mantuvo la licencia marital. No obstante, se reformó el artículo 1413 del Código Civil en el que se recortaban algunas facultades en la disposición del marido sobre los gananciales al necesitar el consentimiento de la esposa.

Mercedes Formica falleció en Málaga el 22 de abril de 2002 y dejó un legado de mejoras jurídicas para las mujeres que ha durado que más estatua, recientemente retirada de la ciudad que la vio nacer.

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