La tecnología es sin duda el resultado de la evolución con base en las necesidades del ser humano y surge como una manera de superarse, perfeccionarse, analizarse y favorecer el progreso. Por ello la tecnología no debe ser más que un instrumento, un medio para llegar a un fin que es la evolución y prosperidad del ser humano sin diferencias de género.
La posición de la mujer en el mundo en general, y en particular en el de la abogacía, siempre ha estado condicionado por un factor conocido como el “techo de cristal”. Ahora bien, esa realidad que ha venido sucediendo durante décadas, puede encontrarse en un proceso de modificación sin retorno gracias a la tecnología. No porque la tecnología por sí misma vaya a solucionarlo, sino que porque ésta, bien utilizada, contribuye a aumentar la eficiencia en el trabajo y así favorecer conciliación y corresponsabilidad, además de generar un cambio cultural global.
Las nuevas herramientas que están llegando al sector permiten no solo nuevas formas de prestación de servicios profesionales, que exigen una menor presencia física y una mayor flexibilidad del tiempo de trabajo. También facilitan nuevas formas de realización del trabajo, que suponen ahorros de tiempo y mayor eficiencia. Por otra parte, la aplicación de herramientas tecnológicas puede permitir un acceso a las firmas en condiciones de mayor igualdad, al eliminar, al menos en teoría, muchos de los sesgos o condicionantes que afectan a la contratación de mujeres.
El pensamiento de diseño para eliminar sesgos
Pero ni cabe considerar a la mujer como una mera usuaria y beneficiaria de estas tecnologías, ni al hombre como su único creador. El protagonismo de la mujer en la ideación, el desarrollo, la prueba y la implementación o puesta en funcionamiento de estas es imprescindible.
La buena noticia es que existen metodologías como el pensamiento de diseño que nos permiten asegurarnos de que su protagonismo en todas las etapas se respeta y se fomenta.
En efecto, el pensamiento de diseño es un enfoque creativo, colaborativo e iterativo de resolución de problemas centrado en las personas. Se basa en el empleo de las experiencias y perspectivas de usuarios reales para diseñar o rediseñar una solución. La clave por tanto no está en ser mujer, hombre, abogado, diseñador, ingeniero o científico de datos; se trata más bien de construir o crear algo juntos que sea capaz de aportar valor.
Las organizaciones que apliquen las cinco etapas del pensamiento de diseño para involucrar a los empleados y rediseñar iterativamente las facetas del entorno de trabajo que pueden estar creando barreras contrarrestarán así los prejuicios implícitos de género que pueden estar frenando a las mujeres en los propios proyectos de tecnología, (figura 1): *
Con todo, aunque todavía estemos en un momento incipiente para muchas de estas tecnologías, su desarrollo e implantación son imparables. No solo por el continuo avance tecnológico, sino desde la consideración de que en equipos diversos (en todos sus aspectos) la tecnología, bien utilizada y diseñada, puede ser a la vez un amplificador y un facilitador del cambio que potencie la figura de las mujeres en el mundo legaltech. También existen cada vez más políticas, reglas y directrices en favor de la igualdad promovidas tanto por organismos políticos (Gobierno), como profesionales (Colegios de Abogados). En este sentido podemos destacar iniciativas como las impulsadas desde los Colegios de Abogados de Madrid y Barcelona, entre otras corporaciones. Los planes de igualdad puestos en marcha por estos Colegios que no mencionan con especial énfasis su apoyo en la tecnología, pero es evidente su importancia.
Terminaré mencionando algunas que se llevan a cabo a nivel internacional como por ejemplo la European Women of Legal Tech y Women of Legal Tech de la American Bar Association.
Con ese impulso compartido, el apoyo de la tecnología y la promoción de la sororidad, la mujer irá ganando, cada vez más, la presencia y relevancia que se merece y que necesitan con urgencia nuestras sociedades.
