
Aunque afortunadamente cada vez tenemos más personas, dentro del ámbito del derecho digital, que nos apoyan a las mujeres en nuestra batalla diaria por la igualdad de género en todos los ámbitos de nuestra vida, nos encontramos ahora con una nueva brecha unida a la anterior: el “edadismo”, entendiendo por tal el conjunto de estereotipos y perjuicios que se tienen de alguien en relación con la edad.
Y es que, si era una dificultad añadida el ser mujer, ahora hemos de sumarle el encontrarnos dentro de una edad definida como “senior”.
Por alguna razón a las mujeres de más de 45 años se nos rechaza o elimina de puestos que veníamos desempeñando con efectividad y eficiencia porque nuestros perfiles nos son los de un nativo digital y ya no se ajustan con la imagen de la empresa.
Es curioso ver que no sucede lo mismo con nuestros colegas juristas, masculinos y de la misma generación que nosotras, a los cuales, por alguna razón, se les presupone esta capacidad de adaptación al mundo digital, mientras que a nosotras se nos niega dicha presunción, y cargamos con la prueba.
Y eso que, entre otras cosas, que las mujeres relacionadas con el derecho, nos hemos abierto paso y avanzado dentro del mundo digital, y nos manejamos con total soltura en los ambientes “tech”: no tenemos reparos en inscribirnos en un “boot camp” para aprender a programar, utilizamos cualquier “digital platform” para comunicarnos, diferenciamos cuando un “malware” es un “ramsoware” (porque muchas lo aprendimos a la fuerza), hemos cambiado nuestros cargos por su equivalente en inglés, y ahora somos “Head” o “Managers”, y nos dedicamos a “ciber law”, “digital law” o “compliance” por ejemplo; y sin mas problema solicitamos nuestras vacaciones al departamento de Human Resources ( o el de “happy people”, porque eso sí, si hablamos de “digital”, los nombres han de ser “friendly”), y nos vamos de jornadas de “team building” a dejarnos la piel con nuestros “colleagues” haciendo “rafting”, “paintball” o “snorkel”, y aprender técnicas de “leadership”, mindfulness o “coaching”.
No debemos olvidar nunca que tras una mujer “senior” hay una experiencia acumulada difícil de alcanzar por alguien de menor edad, que amamos el Derecho y nuestra profesión, y tenemos un espíritu combativo y de sacrificio que a veces echamos en falta en generaciones posteriores; que si hemos llegado hasta donde estamos es porque la mayoría de las veces nos ha costado el triple que le ha costado a un hombre, y que si seguimos actualizándonos y formándonos, es para seguir dando lo mejor de nosotras, como siempre, y servir de ejemplo a las generaciones posteriores.
Somos grandes profesionales, a las que la vida nos ha enseñado que sólo se toca fondo para coger impulso; a las que no nos da miedo enfrentarnos a situaciones nuevas o complicadas, porque las afrontamos con valentía y el arranque de quienes somos conscientes de ser el ejemplo de las mujeres que vienen detrás; no somos jóvenes (o eso dicen), no somos nativas digitales (aunque formamos parte de quienes han enseñado a los más jóvenes a serlo), pero hay algo que sí somos: TOO GOOD TO BE WASTED
