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29/03/2024. 09:30:51

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El oligopolio de la auditoría: las ‘cuatro hermanas’ acaparan el 100% de las empresas del Ibex

E. Segovia
El oligopolio de la auditoría: las 'cuatro hermanas' acaparan el 100% de las empresas del Ibex

Seis años después de la desaparición de Arthur Andersen, la profesión de auditoría ha vuelto a ser un claro oligopolio en España. Según el informe anual de la CNMV sobre esta actividad, el 100% de las empresas del Ibex son auditadas por las cuatro grandes que quedaron tras el hundimiento del líder mundial: Deloitte, Ernst & Young, PriceWaterhouseCoopers y KPMG. En el conjunto de las empresas cotizadas este oligopolio acapara el 94,7%, lo que deja sólo un 5,3% para las firmas pequeñas e independientes. Este porcentaje se ha reducido respecto al 7,2% del año anterior.

La CNMV advierte que estas cifras están infladas por los fondos de titulización, muy activos en los últimos años (hasta el hundimiento de este mercado en 2008) y que sólo son auditados por las cuatro grandes. No obstante, si se excluyen estos fondos, "se observa la misma tendencia a la concentración", ya que sólo el 11,9% de las sociedades cotizadas escapa a su control (frente al 14% de 2006). Pese a publicarse casi con un año de retraso, el informe se refiere a las cuentas anuales de 2007.

De estas cuatro firmas, Deloitte tiene como clientes dentro del Ibex a Acciona, ACS, BBVA, Banesto, Santander, Bankinter, Criteria, Endesa, BME, Enagás, OHL, FCC, Gamesa, Iberia, Telecinco, Repsol y Fenosa (y fuera de la bolsa acapara a la mayoría de las cajas de ahorros). Ernst & Young cuenta en su haber con Iberdrola, su filial Renovables, Mapfre, Sacyr y Telefónica. KPMG audita a Acerinox, Grifols, Inditex e Indra. Y para Price quedan Abengoa, Abertis, Popular, Sabadell, Cintra y su matriz Ferrovial, Gas Natural y Red Eléctrica.

 "Al final los antiguos Arturos se han reagrupado en las otras cuatro y la auditoría sigue siendo un coto cerrado en España sin sitio para los independientes", se queja un profesional del sector. Otro experto añade que "las auditoras siguen dando servicios de consultoría alegremente, a pesar de los evidentes conflictos de interés que ello supone". Una de las consecuencias del escándalo Enron, que se llevó por delante a Arthur Andersen, es que las firmas de auditoría no debían prestar servicios de consultoría a sus clientes porque eso condiciona su informe: siempre querrán contentar a la firma auditada para que siga contratando servicios de consultoría.

Los conflictos de interés continúan

Sin embargo, este conflicto de interés no se plasmó en ninguna norma legal, por lo que en la práctica se siguen realizando ambas actividades sin ningún problema. Y eso que el ejemplo de Enron está siendo muy utilizado este año para ilustrar el fracaso del modelo actual de las agencias de rating, que son pagadas por la sociedad a la que dan su calificación, lo que vicia de origen sus informes. Este fracaso se ha puesto de manifiesto con ejemplos como que la mayoría de las titulizaciones de hipotecas subprime tenían calificación de AAA, o que las agencias no bajaron el rating de Lehman Brothers hasta el mismo día de su quiebra.

El escándalo Enron estalló en diciembre 2001 al descubrirse que la mayor eléctrica de EEUU había falseado su contabilidad para ocultar su crítica situación y que había cometido distintos fraudes, entre ellos fiscales. La empresa se declara en quiebra y el Gobierno de George Bush acusa a Arthur Andersen de connivencia con la tergiversación fiscal, de mirar para otro lado o incluso de colaborar en la fabricación del escándalo, y, sobre todo, de ser poco riguroso en su labor de auditor para beneficiarse en su faceta de consultor. Finalmente, es condenada por obstrucción a la justicia, en teoría por haber destruido pruebas importantes antes de que se iniciase la investigación (la famosa trituradora de papel).

En España, el colectivo de auditoría se integró principalmente en Deloitte, el de consultoría mayoritariamente en KPMG con una minoría que formó parte de Management Solutions, y el equipo legal volvió a sus orígenes quedándose solo con el nombre de Garrigues.

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