Muchas son las anécdotas que se cuentan acerca de retrasos, overbookings o trato dispensado por la tripulación de compañías aéreas, pero muy pocos dan el paso adelante de iniciar un proceso judicial. Un colectivo de pasajeros demandó hace un tiempo ante los tribunales de Gerona a la empresa de vuelos de bajo coste Ryanair por su comportamiento durante un retraso…y la aerolínea ha sido condenada a pagar 400 euros a cada uno. ¿Quién dijo que ciertas cosas estaban por encima del bien y el mal?
El Juzgado de lo Mercantil de Gerona ha dictado Sentencia condenatoria contra Ryanair, obligándole al pago de 400 euros a cada uno de los cuarenta pasajeros que sufrieron un retraso de doce horas de un vuelo que unía Bratislava y Gerona. En el tiempo que duró el retraso, según el pronunciamiento judicial "la actitud de la empresa transportista fue notoriamente negligente en el cumplimiento de sus obligaciones, que actuó con dejadez en sus funciones, al abandonar a sus pasajeros durante doce horas a la incertidumbre de saber si iban a viajar o no".
El Tribunal aplicó los artículos 6, 7 y 9.1 del Reglamento 261/04 de la Comisión Europea, que regulan las obligaciones de las compañías aéreas en caso de retraso de vuelos, así como el Convenio de Montreal de 1971, que sirvió de base a la normativa europea.
La Sentencia considera probado que a lo largo de esas doce horas no hizo acto de presencia ningún miembro o representante de la aerolínea para clarificar la situación ni se atendió con alimentos ni bebidas a los pasajeros, entre los que se encontraban niños y personas de edad avanzada.
El Juez rechazó las alegaciones de causa mayor hechas por la compañía -al respecto de una avería del aparato, que habría impedido hacer previsiones de cuándo se podría emprender el viaje-, así como las causas meteorológicas.
Esta Sentencia se une a otra también condenatoria dictada estos días por los tribunales belgas -sin consecuencias pecuniarias para la aerolínea-, a raíz de la querella interpuesta por Test-Achats, organización defensora del consumidor ubicada en Bélgica, que conmina a Ryanair y a Brussels Airlines a modificar determinadas cuestiones que afectan a los viajeros: "tarifas confusas", tratamiento que se da tanto "a las quejas y a los recursos"; así como la existencia de "cláusulas unilaterales, engañosas y desequilibradas sobre la responsabilidad de las compañías y sobre sus obligaciones de informar".