
Rara es la semana en la que no nos topamos a Francisco por algún aeropuerto. Es abogado y, a pesar de que desde la pandemia intenta mantener todas las reuniones posibles a través de las plataformas online, no puede eludir ciertos compromisos presenciales.
Me contaba que los tiempos de espera los ha aprovechado muy bien para hacer gestiones, preparar documentación, responder e-mails… Sin embargo, hace varias semanas que empezó a notar que su portátil iba más lento de lo normal y lo achacó a la continuada exposición de su batería. Pero días más tarde, también apreció ciertos parpadeos en su pantalla del teléfono móvil (él los describía como flases) que desembocaron en reinicios extraños.
“¿Todo se me va a romper de golpe?”, me preguntó.
Era extraño y le dije que no tocara los dispositivos hasta que nuestros técnicos se conectaran con él en remoto.
Horas más tarde se descubría el pastel, ni siquiera nos dio tiempo a examinar sus equipos. Esa noche recibí una llamada suya, en la que entre nervios y desesperación me contaba que le estaban quitando dinero de sus cuentas bancarias. Lo primero, fue bloquear y notificarlo a su gestor bancario, después, le expliqué que había sido víctima de un ciberdelito.
“Pero ¿cómo? No he dado mis datos a nadie”.
No había hecho falta, a través de una brecha de seguridad, seguramente de una red pública, le habían duplicado su móvil.
¿Qué pasa cuando te duplican el móvil?
Los hackers pacientemente suelen esperar, observan movimientos, copian datos personales que habitualmente intercambiamos por WhatsApp, por correo, en portales de compra… Cuando ya tienen lo que quieren, comienzan a actuar en tu nombre. Francisco, al igual que la mayoría, había oído hablar del robo de datos, de ciberdelitos y de ciber riesgos, pero como la mayoría, no se había planteado que él podría ser, en alguna ocasión, la ciber víctima.
La necesidad imperiosa de mantenernos ocupados y conectados, nos lleva a veces a no pensar en consecuencias como esta. Este abogado solía conectarse a la red compartiendo sus propios datos, hasta que un día, que por casualidad le saltó la notificación de una red Wi-Fi pública a la que se enganchó sin pensárselo dos veces. “El nombre de la red parecía oficial, del propio aeropuerto” insistía él.
Que esto suceda y, además, a un abogado, es un verdadero problema. Aunque lo primero que se nos venga a la cabeza sean los ahorros, esa puede ser la menor de las preocupaciones; con un par de gestiones tras las consiguientes denuncias, se puede recuperar. Lo más delicado es la exposición de datos de clientes y familiares, así como de la información sensible que podemos tener.
El uso de redes Wi-Fi públicas en estaciones, aeropuertos y centros comerciales representa un más que significativo riesgo de ciberseguridad. Si continúas leyendo, vas a conocer mejor esos peligros y, además, te voy a proponer una alternativa para que puedas seguir aprovechando los tiempos muertos de espera en sitios públicos bien protegido.
Si hablas con tu consultor informático o tu técnico de confianza, coincidirá conmigo que lo mejor sin duda, es utilizar una Red Privada Virtual, conocida por sus siglas, VPN. Este servicio que se contrata al igual que contratas un servidor para alojar tu web y tu correo, te permite disfrutar de una conexión segura a través de otra red que es la que conecta con Internet.
¿Para qué se suele usar una VPN?
Precisamente, las VPNs tienen una gran utilidad para proteger la navegación cuando se usan redes públicas, acceder a sitios web restringidos por su ámbito geográfico, así como mantener la privacidad en línea. Expresado con sencillez, lo que hace una VPN es encriptar tu conexión a Internet y ocultar tu dirección IP. De este modo, todo lo que haces en red es prácticamente imposible de rastrear.
Una VPN se fundamenta en estas premisas:
- Conexión Segura: al conectarte a una VPN, tu dispositivo establece una conexión segura y encriptada con un servidor VPN.
- IP oculta: para proteger tu identidad y tu ubicación, la VPN oculta tu dirección IP real y te asigna una IP del servidor VPN.
- Datos cifrados: todos los datos que envías y recibes a través de esta conexión están cifrados. Así, aunque datos de cualquier actividad tuya, no puede leerlos.
Si te decides a asegurar tu conexión estés donde estés, lo primero debe ser elegir un proveedor de red VPN que sea de confianza. Los parámetros que debes consultar para decidir son: la velocidad que ofrece, la seguridad y la atención o soporte que te ofrece como cliente.
Una vez contratado, tan sólo tendrás que descargar e instalar una app en los dispositivos que vayas a usar fuera de casa o de tu despacho. Al abrir la aplicación por primera vez tendrás que seleccionar un servidor, aunque lo más normal es que se conecte de forma automática al servidor más cercano o rápido.
Como abogado, ¿qué ganas con una VPN?
Lo más evidente es la protección de la información sensible que sueles manejar. Piensa en cada vez que das un nombre, DNI, correo electrónico e incluso documentos del juzgado… Piensa si esos datos pueden exponerse a miradas indiscretas y si piensas mal, ¿qué crees que podrían hacer con ellos?
La segunda razón es evitar lo que le ha ocurrido a Francisco. Si optas por una VPN vas a estar más seguro cuando navegues y realices gestiones online en aeropuertos o a través de las redes Wi-Fi públicas. Seguramente, el hacker avizor elegirá otra víctima menos protegida.
Otra buena ventaja es que estés donde estés podrás acceder a sitios web que tengan limitaciones geográficas. Esto resulta especialmente útil para realizar investigaciones legales y poder acceder a recursos de todo el mundo.
Asimismo, si te interesa ocultar tu dirección IP en cualquier momento, la conexión VPN te ayuda a mantener tu actividad online de forma privada y como ya sabes, protege tu identidad.
Por último, en cuestiones normativas, la VPN es un gran aliado para cumpliar con las regulaciones de privacidad y protección de datos. No sólo te proteges a ti, sino también a tus clientes y contactos.
Para los técnicos, las redes VPN facilitan ventajas tan relevantes, que no hay que dudar de instalarlas y usarlas. Por eso, comenzaba este artículo diciendo que si trabajas con algún informático, estará totalmente de acuerdo con esta medida. Como un servicio externo que es, tendrás opciones para contratar tu proveedor ideal. Para concluir, te voy a facilitar unas recomendaciones que debes tener en cuenta para hacer tu elección y trabajar seguro:
- Considera tus necesidades reales, es decir, número de dispositivos que usas fuera (móvil, tablet, portátil), la seguridad que precisas y el presupuesto del que dispones.
- Compara entre al menos, dos proveedores. A través de las reseñas podrás saber si los clientes valoran el soporte que dan o su agilidad de respuesta.
- Valora los distintos planes de suscripción que te ofrezca. Si por ejemplo, sueles viajar en ciertos meses que tienes identificados en tu agenda, no te comprometas con un servicio anual.
- Sigue las indicaciones del proveedor, sin saltarte ningún paso al configurar tu nueva red.
- Consúltale acerca de la optimización de la velocidad y la seguridad.
- Si aún no has solicitado tu bono de ayuda digital, contacta con tu agente digitalizador, este tipo de solución también está subvencionada.
Recuerda que la tendencia va a seguir siendo vivir conectados. Como profesional del ámbito legal tienes una doble responsabilidad en cuanto a tu privacidad y seguridad, no limites tus movimientos o acciones, sencillamente, opta por medidas preventivas como el uso de una VPN.