En el sector legal hemos acuñado y hecho propio el concepto “Responsabilidad Social de la Abogacía” (RSA), tomado de la Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial.
La razón de ser de la RSA es responder al imperativo ético de devolver a la sociedad parte de lo que los abogados recibimos de ella. Esta deriva del compromiso implícito de los abogados con un sistema justo y equitativo, de los abogados como defensores de los valores humanos y como agentes sociales de los derechos y libertades de los ciudadanos.
La abogacía tiene una gran responsabilidad social y debe realizar un trabajo al servicio de la justicia y del sostenimiento del Estado de Derecho, pero no sólo a través de su asesoramiento jurídico, sino también con una contribución más amplia -laboral, social, medioambiental, económica, etc.- en aras de la mejora de la sociedad.
Entre estas actividades de RSA encontramos, principalmente, el trabajo pro bono (prestación voluntaria de asesoramiento jurídico gratuito en beneficio de personas o comunidades necesitadas, menos privilegiadas, en situación de vulnerabilidad social o marginadas y a las organizaciones que las asisten, así como la prestación de asesoramiento jurídico gratuito en temas de interés público), seguido de otras como el buen gobierno corporativo, la formación (en habilidades directivas, de abogados jóvenes, mentoring para mujeres, etc), la promoción de la diversidad y la igualdad, concienciación social, conciliación, lucha contra la discriminación y el maltrato, iniciativas solidarias o medioambientales como las políticas paperless, colaboraciones con universidades, clínicas jurídicas, lucha por la concienciación social o la integración de personas con discapacidad o en riesgo de exclusión.
Una tendencia al alza
En esta línea debemos trabajar todos los profesionales del sector legal, y más aún en tiempos de crisis global como la actual, e incorporar la RSA a nuestra actividad para la protección y mejora del entorno en el que operamos, la generación de valor en el negocio y el desarrollo del equipo humano. Es una tendencia al alza, como revelan el informe The growth of pro bono in Europe, publicado por la ONG PILnet, o la encuesta mundial TrustLaw Index of Probono3, de la Fundación Thomson Reuters.
Además, junto a la aportación “para el bien público”, la realización de estos programas solidarios conlleva ventajas para la propia firma, con reflejo directo en su cuenta de resultados:
Mejora de reputación y valor marca al incorporar la RSA en su cultura e identidad.
- Diferenciación y confianza.
- Generación de negocio con mayor atracción y fidelización de clientes.
- Mayor capacidad de contratación y retención de talento.
- Mejor clima laboral y mayor productividad por la buena valoración y satisfacción. personal que produce en los profesionales que las acometen.
Sin duda, los clientes valoran cada vez más a aquellas firmas capaces de cuidar a sus profesionales, respetuosas con el medio ambiente y que se sienten implicadas en la sociedad. Y según el Informe 2019 Millennial Attorney Survey, elaborado por el medio estadounidense Above the Law, “el compromiso con la responsabilidad social corporativa es uno de los elementos más valorados por los jóvenes abogados a la hora de elegir dónde trabajar”.
Por tanto, por el beneficio 360º que aporta, la RSA ha pasado a ser un elemento presente en la estrategia corporativa de los despachos:
No obstante, algunos despachos consideran esta actividad completamente altruista, por lo que, para que no se perciba como una herramienta de marketing, optan por no comunicarlo. Lo considero erróneo. El hecho de que aporte beneficios a la firma no es incompatible con su naturaleza de deber ético y, además, la comunicación genera un “efecto contagio” positivo tanto para ayudar a quienes se pueden beneficiar con ellas como para inspirar a otras firmas. Se pueden incluir en las Memorias Corporativas anuales, en un apartado concreto de la web, en artículos y contenido de las Redes Sociales y, entre otros canales o documentos, en las Propuestas de Servicios -hecho cada vez más demandado por los clientes-.
En conclusión, la RSA es un gran avance ético cuya tangibilización produce no sólo un sistema más justo y la mejora de una sociedad que vive en una permanente combustión competitiva, sino que, además, permite crear a los despachos un modelo de negocio más sostenible. Además, la “nueva normalidad” a la que nos ha traído la COVID-19, nos ha hecho resignificar el ser genuinos y dar más peso a los valores, al salario emocional y a la realización personal. No es marketing cosmético, sino un refuerzo de la esencia de la profesión legal que potencia la justicia y que se traduce en ecosistemas colaborativos más humanos y competitivos. La solidaridad esun gran motor de transformación social y económica y, por tanto, debe ser protagonista en el sector legal.
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