Defender la calidad del Despacho es absolutamente esencial pero ya no es suficiente. Necesitamos trabajar el atractivo de la marca y su rentabilidad
La política de marca debe formar parte de la estrategia y cultura integral de los despachos y profesionales
Partamos de la base de que somos un despacho o un profesional –pues hablaremos tanto de marca corporativa como de marca personal- que prestamos un servicio de calidad. ¿Lo parece? Y es que, en un mercado tan saturado y competitivo como el actual, además de ser buenos tenemos que parecerlo.
Ya no es posible tener éxito sin una buena imagen y su comunicación. En ocasiones, el problema de sostenibilidad de una cuota de mercado pasa por mejorar el producto, es decir, incorporar nuevas especialidades, herramientas y procesos más eficientes de prestación del servicio, fichajes prestigiosos, etc. Pero, en muchas otras, los cambios y/o renovación de imagen –siempre desde la estrategia- solucionan su pérdida de atractivo.
Defender la calidad del Despacho es absolutamente esencial pero ya no es suficiente. Necesitamos trabajar el atractivo de la marca y su rentabilidad. Para ello, el marketing jurídico identifica, satisface y anticipa las necesidades del cliente, rentablemente y mejor que la competencia. Hace años, estas necesidades se enfocaban directamente en el asesoramiento jurídico, pero, actualmente, a estas hay que añadir las expectativas y sensaciones en un sentido más amplio (identidad, cultura, aportación de valor…). Para la selección de un despacho o profesional, el cliente parte de la calidad jurídica, pero la clave está en los “momentos de la verdad” marketinianos, es decir, los quedeciden la fidelización de ese cliente debido a la carga emocional que representan.
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