Pasada la titulitis de los noventa, ahora se vive un no tan pronunciado, pero presente, auge de las “habilidades blandas”, término que reúne un heterogéneo conjunto de virtudes humanas y capacidades paralegales que enriquecen y hasta decantan el curriculum de un abogado.
Si desde hace uno o dos años se habla de la marca personal, ahora este concepto se alía con el de las actividades blandas, que tiene mucho que ver con una palabra que conocemos perfectamente, sobre todo en el entorno de la abogacía: la flexibilidad y la calidad. A través de las habilidades blandas se forja esa marca personal.
Iolanda Guiu, desde Barton Consultants explica que "las capacidades técnicas no son el quid de la cuestión. Saber mucho de cualquier materia no significa ser capaz de adecuarse a lo que cada cliente necesita. La excelencia técnica es un requisito sine qua non. La calidad del servicio es un concepto que se basa en la capacidad de gestionar las emociones del cliente". Tal y como nos contaba Javier Menor, socio de Deloitte Abogados "el abogado, además del conocimiento jurídico profundo 'tradicional', tiene que adentrarse en las especificidades de cada negocio e industria".
La carrera del abogado dependerá en mucha medida de su capacidad para construir buenas relaciones. Los abogados necesitan para ganar clientes y mantenerlos, y también acumular contactos útiles y cultivar relaciones positivas con sus compañeros de trabajo. Este hecho puede parecer sencillo y puede relajarse la atención que se le dedica, pero en la carrera completa de un abogado que ha sabido labrarse su éxito tendrá mucho peso cómo se ha desenvuelto a nivel relacional.
¿Cómo se reflejan las habilidades blandas en un curriculum? Tradicionalmente se reservaba un apartado "cajón de sastre" al final del documento donde se refería una enumeración de una serie de virtudes que adornaban al candidato. Este apartado no se demostraba muy eficiente, sobre todo cuando llegó un momento en el que, por sectores, más o menos los valores que se especifican eran más o menos los mismas.
La tendencia actual ha movido de espacio este elenco a otro espacio, el relativo a la experiencia: lo que se verifica es que en los puntos esenciales, cronológicamente, de la experiencia profesional que se acredita se refieren a veces subrepticiamente qué habilidades se ejercitaron en esa labor o qué se aprendió de esa labor.
Juan Luis Díez Calleja, Socio Responsable de RR.HH. comenta que en Deloitte se quieren "personas con ganas de aprender, de afrontar nuevos retos y con capacidad de trabajo en equipo. También, la motivación profesional, la madurez, la versatilidad y la capacidad de esfuerzo y compromiso son factores clave para desarrollar una carrera profesional en la Firma". Esas competencias conductuales pueden llegar a salvar un puesto de trabajo, por la capacidad que adivina el empleador en el trabajador de que puede cambiarle de departamento porque será capaz de adaptarse o formarse para las nuevas labores.
Para el Socio Responsable de RR.HH. de Deloitte, "Si los miembros de un mismo equipo se sienten bajo unos mismos principios corporativos, el trabajo es más fluido, el equipo funcionará mejor y eso, lógicamente, repercutirá en el servicio final prestado al cliente"
