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03/05/2024. 12:56:25

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Motivación en el trabajo V

Coach ejecutivo y socio de Activa-t

Toda organización requiere de unos ingresos mínimos para seguir funcionando, y conseguirlos depende del buen hacer de sus miembros ¿Cómo conseguir que las personas den lo mejor de sí mismas? Una de las herramientas que podemos utilizar para “motivar” a las personas es el MIEDO. Atemorizar a nuestros colaboradores con el despido, el cierre de la empresa, o unas medidas disciplinares drásticas son algunos de los instrumentos que podemos utilizar para conseguir mayor implicación y mejores resultados… ahora bien, olvidar que todas estas estrategias pueden tener efectos secundarios, incita a abusar en exceso de las mismas, con las negativas consecuencias que ello tiene para la empresa y su desarrollo futuro, al correr el riesgo de entrar en una dinámica de “auto-sabotaje” que la lleve a deshacer los avances y logros del pasado.

El miedo genera resultados positivos y visibles en el corto plazo, aumentando la productividad y concentración de los trabajadores, reduciendo de los tiempos muertos… ¿Qué lleva a generar esos resultados? Con el miedo, las personas se sienten vigiladas, saben que no pueden fallar y ponen toda su atención y esfuerzo en hacer las cosas bien… huyen del fracaso y la humillación. Este impacto visible y positivo en el corto plazo va dejando secuelas "negativas" en el medio y largo plazo… si seguimos utilizando el miedo como motor de la empresa, el mensaje va perdiendo su efecto… las personas se dan cuenta que se trata de un recurso recurrente, dejando el mensaje de  generar efecto perseguido, generando por el contrario un estado de apatía y pérdida de fe en la capacidad del líder para sacar a la organización del atolladero.

Otro efecto secundario asociado al uso indiscriminado del miedo como herramienta para sacar lo mejor de las personas, es su capacidad para atenazar, bloquear la asunción de riesgos y convertir a las organizaciones en líder-dependientes. Actuar por instrucción, en lugar de por iniciativa, aumenta la rigidez de las organizaciones, ralentizando su velocidad de respuesta y su capacidad para adaptarse a las demandas del mercado.

Un enfoque más efectivo para trabajar el compromiso y la dedicación de nuestros colaboradores, implica centrar la atención en la actitud, es decir, el modo en que encaramos los retos diarios. En ocasiones iniciamos nuestro camino con una derrota planeada de antemano. Sabemos de la dificultad del reto, y salimos al campo con la derrota en mente. "Sabemos" que lo peor va a suceder, y actuamos en consecuencia… tratamos de minimizar el efecto negativo del desastre en lugar de maximizar la satisfacción del esfuerzo y la dedicación. Perdemos la ilusión por la victoria, y este espíritu se contagia a toda la organización.

Trabajar la actitud implica dejar de lado el objetivo "cuantitativo" para centrar la atención en el esfuerzo que ponemos a todo lo que hacemos. Avanzar por el camino del esfuerzo, requiere sacrificio y dedicación. Demanda lucha y perseverancia… y porque no, el apoyo incondicional de un líder al que sentimos cerca, un líder que nos apoya e infunde la confianza necesaria para seguir avanzando.

El camino no es sencillo, y como alternativa a una estrategia fundamentada en el miedo, proponemos otra que trata de sacar lo mejor de cada persona, centrando la atención en lo que se está haciendo, una vez tenemos claro el objetivo:

  1. Identifica lo que quieres lograr
  2. Aparca el objetivo: tu sueño no puede tapar la luz del día
  3. Centra tu atención en el día a día, el esfuerzo, los logros, los aprendizajes, los sacrificios y aprende de todo ello para seguir avanzando
  4. Levanta la vista y observa lo que has avanzado, y lo cerca que te encuentras del objetivo. Reflexiona, aprende, y sigue trabajando.

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