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19/04/2024. 22:54:31

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Habilidad y conocimiento técnico: una necesidad insuficiente

Coach ejecutivo y socio de Activa-t

Los despachos necesitan profesionales que salgan de su zona cómoda y cambien los hábitos y patrones adquiridos durante años de experiencia.

Una silueta escribiendoa máquina y por la espalda la manilla para darle cuerda

El mundo de los negocios en general, y de la abogacía en particular, se desarrolla hoy en día en un entorno globalizado y altamente competitivo, donde la única vía para sobrevivir y triunfar es ponerse uno mismo al límite de sus capacidades. Los continuos avances tecnológicos y científicos, junto con los cambios políticos, sociales y culturales que resultan del imparable paso del tiempo, influyen sobre el conocimiento y el comportamiento humano. Los principios de perdurabilidad y estabilidad se han visto abruptamente reemplazados por los de cambio y mejora continua. Hoy en día, nada persiste ni permanece, todo cambia y evoluciona, incluida la labor de la persona que ejerce la abogacía, «empujada» a adaptarse a las nuevas condiciones, necesidades y exigencias que «amablemente» le presenta la sociedad. Bajo estas condiciones, las posibilidades de un bufete para desarrollarse y crecer siguiendo estrategias de reducción de tamaño, restructuración, focalización en el negocio principal o similares son limitadas, viniendo el éxito determinado, en última instancia, por las personas que trabajan en el despecho y por su capacidad para conformar un equipo ganador.

Pensar que la persona que ejerce la abogacía en el siglo XXI puede resistir en un entorno tan competitivo como el actual, con unas habilidades que se limitan a los conocimientos legales es un error, que en el cuento de Alicia en el País de las Maravillas se resolvería con la famosa frase «que le corten la cabeza». La abogacía requiere profesionales con habilidades que se extiendan a disciplinas extrajurídicas, pues su conocimiento y experiencia constituyen la base para la mejora del perfil profesional y para disfrutar de mayores oportunidades.

La necesidad de ganar juicios y contiendas legales, históricamente utilizada para medir el éxito profesional, ha evolucionado en los últimos años, pudiendo afirmarse hoy en día que la eficacia profesional está en función de la capacidad para solucionar los conflictos extrajudicialmente. Para ello, se debe desarrollar la capacidad negociadora, de ecuanimidad y de equidad para conseguir que las partes cedan en sus pretensiones y puedan alcanzar un acuerdo. En este contexto, los conocimientos jurídicos se complementan con habilidades en materia de mediación y conciliación con la finalidad de acortar la duración de los procesos legales y ajustarlos a los requerimientos de una sociedad que demanda agilidad y rapidez.

Lo único que perdura en el tiempo es la necesidad de cambio. Decir que las condiciones de trabajo y las relaciones laborales están cambiando a la velocidad que lo hacen los mercados no es un tópico, es una realidad para los despachos más avispados y con mayor proyección de futuro, y para los que no lo sea, «que les corten la cabeza». Bajo estas trepidantes condiciones, el mercado no entiende de especializaciones, prácticas jurídicas o relaciones laborales, lo único relevante es que ninguna persona se libra de la necesidad de cambiar y adaptarse a las nuevas reglas del juego. En este sentido, la individualidad que siempre ha caracterizado al colectivo se está suavizando, al sumarse a sus competencias profesionales la cooperación, la flexibilidad y el trabajo en equipo, habilidades fomentadas con la entrada en vigor del Real Decreto 1331/2006 que regula la relación de trabajo de las personas que se dedican a la abogacía y que históricamente venía determinada, en la mayoría de los casos, por la necesidad o beneficio de compartir los gastos derivados del ejercicio profesional, y, en menor medida, por el interés de compartir ingresos, clientes o contactos.

Para Ramón Mullerat, expresidente del Consejo de Colegios de Abogados de la Comunidad Europea (CCBE), ante esta nueva realidad, la profesión jurídica se encuentra ante los siguientes desafíos:

  • Superespecialización: las necesidades y demandas de hoy en día no quedan totalmente satisfechas con profesionales especialistas en la rama fiscal, mercantil o laboral, sino que demandan una hiperespecialización profesional que domine las parcelas más pequeñas del derecho.
  • Gestión empresarial: los despachos necesitan aplicar las últimas novedades en técnicas de gestión empresarial con el fin de proporcionar a sus clientes una asistencia eficaz y de calidad.
  • Formación: las personas que ejercen la abogacía requieren de una formación jurídica intensiva, con el fin de proveer a la sociedad de un mejor servicio y homogénea, con el fin de poder ejercer transnacionalmente tal y como requiere la era actual. La internacionalidad formativa garantizará que la persona que ejerce esté familiarizada con distintas culturas, lenguas y sistemas jurídicos.

Ahora bien, la búsqueda de talento y la mejora y diferenciación profesional ya no sólo exige conocimiento legal y de gestión, varios idiomas o especialización, sino que también se necesitan, entre otros, requisitos como el trabajo en equipo, la capacidad de liderazgo, la escucha activa, y la capacidad de relación y negociación.

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