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18/04/2024. 14:32:35

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Media digital bajo la lupa en Canadá: La tormentosa regulación de la transmisión de contenidos en social media

Abogado en Canadá, Argentina y Brasil. Profesor de ética jurídica, de regulatory compliance y de abogacía internacional. Socio fundador y manager de The Latin Lawyer LC.
alex@latinlawyer.ca

Los que suponen que la cultura canadiense es la hermana menor de la cultura estadounidense están equivocados. La añeja y fructífera conexión de ambas culturas promueve una profunda integración mediática con respeto por dos identidades distintas a ambos lados del paralelo 49.  Pero los gigantes del OTT (over-the-top) que transmiten online mantienen sus cuarteles generales en los Estados Unidos. Solo algunos están radicados en Canadá. En su mayoría son empresas abiertas y publicas en el mercado de valores, de modo que el origen del capital invertido no despierta una idea de nacionalismo. Las asimetrías de ambos mercados del online streaming en cambio, orientan la creación de los contenidos transmitidos y, según lo observa el gobierno, desafían la identidad cultural canadiense.

Tres décadas atrás en el derecho de los medios digitales, el parlamento legisló equilibrando la asimetría entre las empresas imponiéndole a esos gigantes estadounidenses que, para transmitir online en Canadá deberían asociarse de diferentes formas con empresas canadienses. En cambio, el Bill C-11 que el parlamento canadiense está analizando desde febrero, apunta más profundo. Persigue controlar los contenidos online transmitidos desde Canadá y del extranjero para defender la cultura canadiense.  La industria del broadcasting canadiense se mantiene y compite con mucho esfuerzo, para asegurar que los ciudadanos puedan tener acceso a transmisiones nacionales en los distintos géneros creativos. Hace frente a Google, Nextflix, Amazon, Disney que dominan este mercado sin fronteras. El debate legislativo del Online Streaming Act se centra en la determinación de como esta dominación afecta a los creadores canadienses llevándolos a preferir la producción de contenidos globales sobre la transmisión de historias y noticias de exclusivo interés canadiense.

El ojo de la tormenta del streaming online canadiense.

El objeto de este debate legislativo enfrasca una tormenta cultural y legal que recién comienza.

Por un lado, algunas organizaciones vinculadas al partido liberal oficialista,  que fueron convocadas al debate legislativo, reclaman que las inversiones canadienses prefieren el mercado estadounidense, que se pierden empleos y que las historias con perspectiva canadiense, la protección de las minorías como la aborigen y las raciales pueden comprometerse si esta situación no se corrige. Llevan inclusive el debate al ámbito constitucional canadiense de los derechos individuales.

Por el otro lado, entre otros productores canadienses de contenido online convocados por el partido conservador opositor, algunos youtubers profesionales que entienden que la libertad de expresión se ha mantenido por décadas y que ha generado provechosos negocios para sostener familias en Canadá propagando también el contenido de la cultura canadiense hacia todo el mundo sin necesidad de imposición alguna. Inclusive los grandes broadcasters canadienses como Bell, invierten en programas de contenido canadiense, promocionan la francofonía en Estados Unidos, producen para el público canadiense noticias fomentando la integración cultural nacional. Se han sostenido por tres décadas gracias a una política de subvención, de control societario y de sustitución de señales de broadcasting entre los Estados Unidos y Canadá.

La revolución de los youtubers y tiktokers canadienses.  

El ministro de cultura canadiense Pablo Rodriguez defendió la regulación de contenido para los usuarios y no de los usuarios. La noción de contenido de usuario con finalidad comercial esconde diferencias y puede extenderse de tal forma, que se torne regulable cualquier contenido en las plataformas de online streaming. En efecto, si un usuario publica su contenido en YouTube o TikTok, lo hará persiguiendo algún interés de generar algún ingreso o beneficio potencialmente calculable en dinero. Si estos videos usan  música publicada por algún broadcaster como Spotify, por ejemplo, ello demuestra que existe alguna posibilidad comercial de monetizar el video. El mismo análisis se aplica a videos que explican video juegos o exhiben cortos de películas u otros videos que se difunden comercialmente. Aun cuando se reconozca un uso justo (fair use) en el derecho de los copyrights, la exhibición de una publicación comercialmente disponible puede ser interpretada como parte de su promoción comercial y por ende sometida a la nueva regulación canadiense de contenidos. La fragilidad de la línea de distinción entre contenido comercial y de simple uso impacienta a la comunidad profesional de youtubers y tiktokers. El nivel de vistas que uno de esos profesionales se ha ganado es progresivo y además muy variable como para asimilar al creador a alguna categoría de comerciante.

Por ejemplo, la comisión de herencia o cultura canadiense de la House of Commons convocó al Parlamento a un conocido youtuber profesional canadiense para informar sobre el impacto que el proyecto de ley podría producir sobre Youtube. Su testimonio demostró que el proyecto del Online Streaming Act regularía a los transmisores de contenido sin controlar directamente los contenidos. Sería como legislar sobre lo que las librerías pueden vender sin prohibir ciertos libros, y por cierto además, con una aspiración de alcance global y una velocidad de difusión incomparables. Asimismo, la recomendación de programas canadienses que impondría el proyecto no deja en claro lo que significan esos programas. La nacionalidad del creador no es suficiente para definirlo y el contenido suficientemente canadiense para conformar a la autoridad reguladora nacional encierra un concepto muy subjetivo. De la misma manera los distintos géneros de videos publicados en Youtube o Tiktok, no guardan relación y mantienen una conexión diferente con la cultura canadiense de modo que la autoridad reguladora podría preferir indebidamente algunos géneros de videos sobre otros.

¿Una “recomendación canadiense” para Youtube? Todd Beaupré, director de contenido de Youtube explica que las recomendaciones de la empresa para los consumidores de los videos de la plataforma van a alterarse para ayudarlos a descubrir contenidos canadienses y a maximizar esa audiencia para que sea detectable para los creadores canadienses de videos o de contenido canadiense. Youtube afirma proteger la independencia de la opinión de los usuarios (los conocidos “like or dislike”) para incentivar la diversidad de contenidos evitando las influencias comerciales sobre su plataforma. La imposición del gobierno canadiense de un porcentual de contenido cultural nacional parecería impactar directamente en contra de esa política de calificación del contenido de los videos y en general de las publicaciones en el social media.   

Algunas curiosidades legales de este proyecto

El Online Streaming Act puede determinar extra jurisdiccionalmente el contenido que aparezca en Youtube o Tiktok, incluyendo las páginas iniciales, las secciones de “watch next” y hasta forzando la promoción “artificial” de los creadores de contenido profesionales. Este impacto global  se extiende a todas las plataformas transmisoras de contenido y social media.

La agencia Canadian Radio Television and Telecommunications, regulará también el uso algoritmos específicos en esas plataformas transmisoras prescribiendo su funcionamiento para cumplir el objetivo de obtener la certificación “CanCon” (Contenido Canadiense), una suerte de estampilla de aprobación de contenidos.  

En principio, los meros usuarios de social media que suban programas para su transmisión en internet y que reciban esos contenidos, siempre que no sean proveedores o vinculados a un servicio de transmisión no estarían implicados por la normativa por el solo hecho de usen esas plataformas. ¿Pero quién es un mero usuario? La definición parece bastante complicada para operar como una excepción viable a la aplicación de la norma.

La difusión de programas en internet orientada exclusivamente a informar servicios de un negocio, que sea accesoria del negocio tampoco estaría alcanzada por los efectos de esta ley. La transmisión de programas escolares o educacionales, las expresiones artísticas en vivo también estarían exceptuadas. Solo la agencia reguladora determinara caso por caso, la admisibilidad del contenido de estas producciones.

Los productores y transmisores canadienses deberán emplear y usar al máximo creativos canadienses, reflejando y sosteniendo la protección de las minorías, dualidad lingüística del país, con particular apoyo a la francofonía.

El Online Streaming Act implica una enmienda al Broadcasting Act de 1991 en vigor, incorpora la regulación de los programas en social media para controlar su extensión cuando generen directa o indirectamente alguna renta comercial. La ambigüedad de la definición legal de los contenidos transmitidos por internet expone el uso de las facultades de contralor del agente regulador canadiense a una constante subjetividad interpretativa y a un procedimiento administrativo de determinación que serán jurídicamente cuestionables.

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