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20/04/2024. 10:35:34

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Derechos de autor. Originalidad. Colisión entre «mera idea» y ejecución creativa artística

DOMINGO MONFORTE Abogados Asociados.

El caso Druet contra Cauttelan sintetiza el enunciado que da título a estas reflexiones.  Descendiendo al caso, que ha tenido notable repercusión, diré que gira en torno al arte conceptual en el que se enfrentan judicialmente  el veterano escultor francés Daniel Druet  y el reputado artista italiano Mauricio Cattelan.

Druet, de 80 años, reclama que se le reconozca la autoría de varias piezas (ambos colaboraron entre 1999 y 2006) en la producción de la fama y la fortuna de Cattelan de 61 años: La Nona Ora –la obra que muestra al papa Juan Pablo II aplastado por un meteorito y se vendió por tres millones de dólares–, y Him, un hiperreal Hitler arrodillado y rezando que alcanzó la cifra de 17 millones de dólares.

La idea base fue de Cattelan, la ejecución de Druet: Los derechos de autor quedaron reservados para el italiano. Cattelan encargó a Druet, en su calidad de escultor profesional, la ejecución de su ideación artística con el fin de exponerlas y hacer uso de ellas en obras e instalaciones cuya venta le reportó millones de euros. Druet demanda y reclama  4,5 millones de euros y acusa a la antigua galería de Cattelan, Perrotin, y al Museo La Monnaie de París, de ignorar sus solicitudes de acreditarlo como el escultor de nueve obras que realizó para el artista italiano entre 1999 y 2006.

“He dado una patada en el hormiguero”, reconocía ante los medios Druet como metáfora del batacazo que espera dar al sistema del arte y a los artistas conceptuales que se atribuyen toda la autoría cuando una parte del trabajo la hacen otros artistas, también talentosos y creativos. Emmanuel Perrotin, galerista de Cattelan desde hace casi tres décadas, declaró a Le Monde que “Si Druet gana, todos los artistas serán denunciados y será el fin del arte conceptual en Francia”.  

En el terreno judicial, el pasado 13 de mayo, en el Tribunal de París, estuvieron enfrentados Emanuelle Perrotin y Daniel Druet. El planteamiento estratégico de la defensa del demandante Druet es que siendo incontrovertido que la idea conceptual de las obras fue de Cattelan, lo controvertido es que “hace falta alguien para realizar una idea (…) Y este alguien fue Druet. Está en liza dinero, pero también reputación y también conceptos como arte y artista”. La obra de Him y la Nona Hora que muestra al Papa Juan Pablo II aplastado por un meteorito, ambas vendidas por las sumas millonarias antes dichas, fue Druet con su manos mágicas quien esculpió al Pontífice y al tirano, pero fue Cattelan, un artista, que reconoció que no sabe pintar ni esculpir, quien tuvo la genialidad de la ideación y para su ejecución y representación artística  buscó el arte y el talento para el desarrollo de las esculturas de Druet, que además sostiene y fundamenta su pretensión en que supo responder a los encargos imprecisos y vagos de Cattelan. El cual toma protagonismo devaluando al escultor al posicionarse y mantener que “Si el señor Druet no existiese, el señor Cattelan seguiría existiendo” y que las instrucciones eran determinantes del trabajo desarrollado.

En la guerra mediática, desde el círculo de Cattelan recuerdan que los maestros del Renacimiento también trabajaban por encargo y, sin embargo, firmaban ellos. Igual que hizo a principios del siglo XX el pionero del arte conceptual, Marcel Duchamp, con su urinario: “A nadie se le ocurriría que el autor de Fuente es el fabricante del objeto que Duchamp elevó a arte”. Mientras que desde el entorno legal de Druet aseguran que sin el Papa o el Hitler que realizó para Cattelan, el italiano no habría podido vender, como hizo en 2019, por 120.000 dólares una mera banana pegada en una pared.

La clave de bóveda para resolver el litigio y decantarlo hacia un lado u otro está en el objeto del encargo y la concreción, claridad y concisión de las instrucciones dadas por el creativo para su desarrollo y representación artística. Esto es, si el Tribunal declara probado que las instrucciones fueron claras y concisas no quedaría duda de la autoría intelectual del italiano y el rol de ejecutor del francés. Pero, si por el contrario, no se logra probar dicho extremo y queda en la niebla intelectual la base del creativo, es decir, que  las indicaciones fueron indeterminadas dudosas o “vagas”,  se le reconocerá al artista como parte de la obra y participará de la tarta económica.

Igual cuestión que ya tuve oportunidad de desarrollar en este medio en mi artículo  “El superávit creativo. Remezcla de «La Macarena»”·. Este asunto enfrentó en los Tribunales españoles al dúo sevillano “los de Rio”, en 1993, sobre la canción con letra y música original de los mismos, “la Macarena”, al dúo de música electrónica Fangoria, los cuales crearon por encargo de éstos y de su discográfica la «Macarena River Fe Mix 103 BPM» -éxito mundial en versión tecno- y la «Macarena la Mezcla Guerrillera 130 BPM».

Lo que marcó la solución judicial al caso estuvo muy determinado por el resultado de la prueba pericial en relación a la originalidad fue el encargo, la contraprestación recibida y el acto propio inequívoco y concluyente como lo fue aceptar y consentir y cobrar por dicho concepto. Y aquí sostengo y me anticipo a lo que se decidirá por los jueces franceses entrado el mes de julio, que si Druet lograra probar que  aportó originalidad creativa artística sobre un encargo impreciso, ganará el artista. Pero, si por el contrario, aceptó un encargo, percibió una contraprestación cierta y el riesgo de su creación la asumió Cattelan, por muy injusto o ausente de ética artística que pueda parecer, Cattelan se llevará el éxito judicial. No obstante, la reputación ya ha quedado más que cuestionada por este juicio. De ahí que Druet ya se haya anticipado e iniciado su propia satisfacción creativa de la justicia en su última obra El cuco. Modelada a partir de la ruptura colaborativa con Cattelan, en ella muestra un nido y un huevo asomando la cabeza con un realismo artístico inconfundible del propio Cattelan: “El cuco pone sus huevos en el nido de los demás y hace incubarlos por demás” lo que describe el proceder de Cattelan. Extraigo para cerrar aquí una frase de la película “Alguien voló sobre el nido del cuco” de Ken Kesey: “Es preciso reírse de las cosas para mantener el equilibrio”.

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