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Desestimada la demanda de divorcio de Anna Karenina

Presidente de la Asociación Europea de Abogados

Anna Karenina es una de las novelas más conocidas de la historia de la literatura. Fue escrita en 1877 por Tolstoi (1828-1910). Toda la trama de la novela gira en torno al divorcio de Anna Karenina que se enamora de otro hombre y solicita la disolución del matrimonio. La demanda es desestimada al oponerse su marido. La novela ha sido adaptada para la ópera por David Carlson, compositor estadounidense nacido en 1957. La versión operística fue estrenada en Miami en 2007.

Anna Karenina es la exaltación del amor romántico pasional totalmente alejado de la realidad. Spinoza nos decía que el deseo es potencia y el amor alegría. Efectivamente el deseo por otra persona nos estimula y nos da energía. El amor nos da alegría de vivir. Pero el amor pasional romántico es enajenante y más que alegría supone un sufrimiento por la ausencia o por el constante temor al trágico abandono. No es un amor constructivo. Es destructivo. Es un amor de muerte, no de vida, como Romeo y Julieta, Tristán e Isolda y también Anna Karenina que se suicida por amor.

Anna Karenina es un perfecto reflejo de que la pasión se termina pronto. A muchos les gustaría que la embriaguez romántica durara toda la vida, Pero la asiduidad, la convivencia, las obligaciones y las tareas domésticas acaban por matar el deseo. Es exactamente lo que le ocurre a Anna y a Vronsky cuando empiezan a vivir y pasan todo el tiempo juntos.

Las relaciones que mejor funcionan y que duran muchos años, o toda la vida, son aquellas basadas en el cariño, el afecto y el respeto por la diversidad del otro. En esas relaciones no hace falta compartir las aficiones y pasar todo el tiempo juntos. Cada uno es libre de tener intimidad ocasional con otras personas y tener su propio círculo de amistades. Los celos desparecen. La exigencia obsesiva de poseer y controlar al otro también.

La novela y la ópera nos presentan dos modelos de relación totalmente diferentes. La de Anna y Vronsky basada en la pasión fracasa y acaba con el suicidio de Anna por no cumplir las expectativas. La de Kitty y Lyovin basada en el cariño y el afecto triunfa y los protagonistas son felices aunque no lo comparten todo. Es el triunfo de un amor construido poco a poco con gran calidez interior y pequeños gestos de cariño que reflejan un amor creciente que hace felices a los protagonistas sin grandes exaltaciones románticas.

Anna Karenina se obsesiona con su divorcio como único medio de ser feliz. Está casada con un hombre mayor de la alta sociedad. Se enamora de un atractivo militar y pide el divorcio. Su marido se niega y le cierra todo contacto con el hijo que tienen en común. En aquella época, finales del XIX, en Rusia no era posible el divorcio si las dos partes no lo aceptaban por lo que la demanda de divorcio de Anna no prospera. Anna es considerada adultera y se le niega incluso el derecho de visita a su hijo de ocho años.

Para evitar ser “juzgados” por sus conocidos Anna y Vronsky se van a vivir a Italia. Pero allí no tienen nada que hacer. Pasan todo el tiempo juntos. Y nace el aburrimiento, el tedio como muy bien razona Schopenhauer en “El mundo como voluntad de Poder y Representación”. De la pasión hemos pasado a la frustración.

El compositor estadounidense David Carlson, nacido en 1952, es el autor la ópera Anna Karenina. El libreto del británico Colin Graham estaba originalmente previsto para una ópera de Benjamin Britten encargada por el Teatro Bolshoi de Moscú. Britten rechazó trabajar para la Unión Soviética tras la invasión de Checoslovaquia, una verdadera lástima ya que estaríamos, sin duda, ante una obra maestra del mejor compositor inglés de la historia.

La ópera de Carlson fue estrenada en Miami en 2007. Es una obra convencional que parece imitar los sonidos del siglo XIX y que no ha conseguido asentarse en el repertorio como ocurre con la mayoría de las óperas del Siglo XXI. El libretista iba a dirigir la producción pero falleció dos semanas antes del estreno.

La novela ha sido llevada al cine muchas veces. La adaptación más musical de todas es la de Bernard Rose (1997) son Sophie Marceau en el rol protagonista. Casi toda la banda sonora de la película es de Tchaikovsky con prevalencia de la Sexta Sinfonía. La elección no puede ser más acertada. La Sexta es una obra atormentada autobiográfica y Tchaikovsky se suicidó tras completarla. El sufrimiento de Tchaikovsky por su homosexualidad descontrolada y su obsesión sexual por hombres jóvenes es similar al de la pasional Anna Karenina. Acertadísima también la inclusión de fragmentos de “Eugene Onegin”, ópera de Tchaikovski sobre otro amor frustrado obsesivo y del “Lago de Los cisnes”. La perfecta fusión de la música de Tchaikovski con las suntuosas imágenes de una aristocracia rusa decadente y la trama son el gran atractivo de esta vibrante película.

Otras películas destacadas son las grabadas por Greta Garbo (1935), Vivian Leigh (1948), Keira Knightley (2012) y Vittoria Puccini (2013).

Ni la ópera ni las películas están disponibles en YouTube. El link de hoy es la Sexta Sinfonía de Tchaikovsky omnipresente en la película con Sophie Marceau. 

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