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28/03/2024. 18:29:35

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En la muerte de Eduardo García de Enterría

Catedrático de Derecho Administrativo

Ha muerto Eduardo García de Enterría. El solo nombre de este jurista de proyección universal evoca en los que fuimos sus discípulos sentimientos profundos de dolor y de pena porque nos deja huérfanos de un magisterio que ha traspasado las fronteras europeas y americanas para alcanzar a todo el mundo de los iuspublicistas.

Decir Eduardo García de Enterría es decir muchas más cosas de las que caben en las breves líneas de una necrológica escrita a vuela pluma y con la triste noticia aún fresca recibida en el teléfono que tengo aún abierto. Decir García de Enterría es decir un Catedrático creador del moderno Derecho Administrativo, un conocido abogado, un académico de la Lengua desde hace veinte años, un miembro de la Academia Legislación y Jurisprudencia desde hace más de cuarenta. Letrado del Consejo de Estado con apenas 24 años, fue luego Catedrático en Valladolid y en Madrid y fundador y director hasta su muerte de las dos principales Revistas de la especialidad, así como el primer Juez español del Tribunal Europeo de Derechos Humanos…Por eso, decir García de Enterría es hablar de decenas de libros y de cientos de artículos salidos de su elegante pluma; es relatar premios y honores recibidos dentro y fuera de España: Premio Alexis de Tocqueville, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Premio "Menéndez  Pelayo", Premio Pelayo, Doctor "honoris causa" por una veintena de Universidades entre las que destacan la Sorbona, en París, y la más antigua Universidad Europea, Bolonia, pero también la Universidad de su primera Cátedra (Valladolid) o la de la pequeña Universidad de su tierra (Cantabria) que le otorgó ese galardón en 1995. Pero decir Eduardo García de Enterría es decir mucho más. Porque el Maestro -como le llamábamos siempre sus discípulos- ha sido el guía de numerosas generaciones de juristas, el referente de la mayor parte de los administrativistas españoles, la brújula segura para orientarse en el complejo y acelerado mundo de las normas jurídicas. Y, aún más, le debemos en gran medida la construcción teórica de lo que habría de ser la estructura básica del sistema democrático. Él alumbró textos, adelantó supuestos, sistematizó y trajo lo que sucedía en otros sitios, amasó pactos entre políticos de muy diverso signo, contribuyó a la construcción de la convivencia colectiva desde una posición de una generosidad sin límites y una humanidad desbordante. Porque Enterría -que para muchos jóvenes universitarios desde hace más de treinta años era, sobre todo, "un" libro- ha sido un español cabal, un hombre de una cultura enciclopédica que derrochaba un optimismo contagioso allá por donde iba y que hacía fácil y coherente todo lo que abordaba, ya fueran cuestiones de técnica jurídica, ya de historia reciente, ya de algunas de sus más conocidas aficiones, como la montaña y su pueblo, Potes, donde permanecerá para siempre de cara a sus amados Picos y cerca de lo que fue su origen.

Se ha ido un español universal. Y no abundan, desde luego, en estos negros tiempos. Nos ha dejado huérfanos de su palabra, del anecdotario con el que ilustraba con frecuencia cada idea u opinión, de la pequeña sugerencia de la que ir tirando para sacar nuevas ideas, conclusiones o propuestas al servicio de todos. No es el momento de enumerar su vasta obra, por lo demás conocida para muchos, ni de hacer referencia a los lugares donde esa obra ha sido bien glosada[1]. Pero de toda esa inmensa obra que nos deja recuerdo ahora, cuando parece que corren también nuevos tiempos en la Iglesia, su contribución a un libro que se publicó hace ahora exactamente 50 años, en 1963, recién publicada la emblemática Encíclica del Papa Juan XXIII: la "Pacem in terris". En un libro titulado precisamente, Comentarios civiles a la "Pacem in Terris", publicado por Taurus, el maestro Enterría hablaba ya entonces de la institucionalización del poder y de las nuevas perspectivas que sobre ese tema eterno cabía entonces hacer. Cincuenta años después de nuevo es de plena actualidad ese mismo tema del poder, esa misma lucha agónica entre el poder que precisa de bridas y la libertad del individuo que necesita el límite de la libertad de los demás. Algunos de esos temas constan, por obra de Eduardo García de Enterría, en el texto constitucional de 1978. Y algunos de esos temas nos interpelan a todos para su aplicación práctica ahora que en algunos aspectos se flaquea. La muerte del maestro debe ser -será- un acicate para todos para hacerlo verdad. Porque igual que él dijo antes de otros, recordando siempre a Machado, "lleva quien deja y vive el que ha vivido". Y él vivió mucho, noventa años, pero, sobre todo, deja, nos deja mucho más… Y nos obliga. Descanse siempre en paz.



[1] Cfr. Especialmente, Fernando SAINZ MORENO, que publicó una completa semblanza en la Revista Peruana de Derecho Público, 13 (2006), 51 ss. También, con muy sentidas palabras, S. MARTÍN-RETORTILLO, en la Presentación del Libro homenaje al prof. García de Enterría (Estudios sobre la Constitución Española, I, Civitas, Madrid, 1991, págs.. XXI ss) y el texto del mismo autor en la presentación pública de esa obra, recogido en Revista de Administración Pública, 125 (1991). También, mi propia Laudatio, como padrino de su doctorado honoris causa por la Universidad de Cantabria, en el volumen en el que se recogen los textos de esa sesión académica, Santander, 1995, págs.. 11-20. Asimsmo las laudatios , entre otras, de los profs. J.L. CARRO y  R. BOCANEGRA con motivo de los doctorados h.c. de Santiago y Oviedo. En todas esas obras, pero especialmente en su Libro Homenaje y en el volumen del doctorado h.c por la U. de Cantabria, hay un completo y más formal curriculum vitae del prof. García de Enterría hasta la fecha de cierre de esas publicaciones.

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