Un cliente, de setenta años de edad, se presento en mi despacho para pedir asistencia ante un conflicto que sostenía con la Administración Publica. Hacía años que se había ido de su trabajo en el Estado, de una manera no pacífica, y a partir de entonces se le exteriorizaron problemas psíquicos que poco a poco le fueron minando su salud. Con el tiempo se comprueba médicamente que el padecimiento de hoy, es producto de la situación “estresante” que vivió en sus últimos tiempos de agente de la Administración, y que por ende debería revisarse su situación previsional, ya que le correspondería por estar vinculada su enfermedad a la actividad laboral, un aumento en lo que se le paga por jubilación o haber de retiro.
Por supuesto el litigio que enfrenta este cliente con la Administración, es y será duro, porque por mas que hablemos del Estado de Derecho, al ser esto una de las mas grandes " ficciones jurídicas ", y a la hora de atender un reclamo fundado en el derecho humano de la previsión social, para proteger como corresponde a un adulto mayor que le presto servicios durante casi cuarenta años, el " soberano de convierte en bestia " y es habitual se limite a negar lo que se le peticiona en temas como los de mi cliente, sin ponderar en lo mas mínimo su situación, y lo manda a someterse a una justicia que resuelve las " litis " luego de años y años de proceso judicial. El Estado tiene la tendencia a no pagar nada, aquí mandan los números y no los problemas sociales.
Con este cliente tuve una primera entrevista y cuando empezó a explicar su caso, de un manera casi " puntillosa ", afloró un grado de ansiedad de bastante magnitud, para que su tema encontrara solución. Por supuesto que le aclare el ya comentado panorama que presenta un conflicto con el Estado Nacional y que es distinto al entuerto que se tenga con un particular. Con estos hay posibilidad de negociación, hay flexibilidad para entablar un relación entre partes en conflicto. Ante la Administración solo cabe la petición siguiendo un procedimiento administrativo atendido por burócratas que solo quieren sobrevivir en su puesto y que comúnmente salvo que alguien los " interese " política o económicamente, se limitan a decir no a los pedidos. Así es que le termino aclarando al cliente que con seguridad su caso va a llegar a la justicia, y es en esta, donde se libraría la verdadera " batalla " para que se le haga lugar a su pedido.
Hasta aquí parece todo encaminado, pero resulta que la entrevista me deja evidenciado la ecuación: litigio de larga duración mas cliente patológicamente ansioso, lo cual ya me anticipaba que no iba a ser sencillo de llevar profesionalmente adelante el asunto. Esto me llevo el uso de herramientas de psicología en el litigio, trascendiendo la atención " meramente jurídica", para que este cliente, por empezar, no transitara su lucha en soledad, pidiéndole que hablara de este combate jurídico que iba a comenzar, con su psiquiatra y también lo hiciera con aquellas personas con quien comparte lo cotidiano. Le sugerí que una vez hecho todo esto, tengamos una segunda entrevista para decidir en definitiva, si se iniciaban las acciones legales del caso.
Ya en la nueva entrevista el cliente me dejo aclarado que había llevado el tema a su medico psiquiatra y a su entorno familiar inmediato. Que en todos encontró apoyo para su propósito, que se sentía fortalecido para su lucha.
Paso un breve tiempo y el reclamo ante el Estado se inicio, pero con ello ademas se origino una " asidua " concurrencia a mi despacho de este cliente y también una recurrente comunicación mediante " watsapp ", para requerir datos sobre su " emprendimiento jurídico ". Sin duda la ansiedad que padecía le hacía " fijar su vida" en el litigio con el Estado. Había entonces, que lograr que él se " disocie " del caso y deposite el peso del plateo jurídico en mi " ciencia profesional ". Para ello tenía que buscar la palabra justa o las palabras justas, con el objetivo de que tomara conciencia sobre que estar día y noche detrás del juicio no era productivo para él y para mi, esto sin que se viese lastimado en sus deseos de lucha por su causa. Fue entonces que en una entrevista con el ansioso cliente le manifesté que el litigio con la Administración Publica, no era su vida. Que si bien era importante la búsqueda de satisfacción de su legítima pretensión de regularización previsional, no le iba a reportar tranquilidad o felicidad el poner toda su energía "libidinal" en un solo punto, de lo que es seguro una rica vida y llena de experiencias. Mi cliente me miro con cierto asombro y me dijo: si, doctor, pensar que yo antes hacía cosas variadas, hasta tallaba imágenes y me gustaba el dibujo. Sin esperar le manifesté: vuelva al arte, se va a sentir bien. Que el juicio contra el Estado no opaque otras aspectos de su existencia. No los mate. Le dije además: por favor háblelo con su psiquiatra y solicitele que lo derive a un psicólogo para que lo ayude en su ansiedad y pueda recanalizar sus fuerzas o energía en otros ordenes de su vivir. El cliente se quedo pensativo, agradeció la entrevista y se perdió tras la puerta del despacho. Me quede meditando esta acción. En este tipo de situación siempre me trae una sensación de " aridez ". Uno no sabe si lo que hizo fue positivo o negativo. Tiene que esperar los resultados y esto es incertidumbre, con sus efectos negativos.
Pasaron los días y este particular cliente no pidió nuevas entrevistas. Y luego de un período de silencio recibo un watsapp con un dibujo de una hermosa figura de una joven y un texto que decía: " doctor, me recomendó consultar con un psicólogo. Lo hice y me recomendó tomar clases de lo que me gusta, el dibujo. Va mi trabajo de cuatro clases. Gracias por su consejo para salir del infierno. Gran abrazo.
Con esto una vez mas puedo concluir de la importancia que tiene para nosotros los abogados el manejo de mínimos elementos de la psicología. Esta vez para poder llevar adelante un litigio tuve que buscar la manera de " compensar psicológicamente al cliente ". No se si hubiese podido seguir asistiéndolo, sin él no dejaba de tener como único motivo de vida, el juicio contra el Estado.
Hasta la próxima