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25/04/2024. 21:49:38

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BLOG DE CO.MEDIACIÓN

Semejanza, atracción y conflictos

Mediadora y abogada, consultora experta en resolución de conflicto

Mediador y psicólogo, consultor experto en resolución de conflictos y diseño de estrategias colaborativas

“La agudeza consiste en saber la semejanza de las cosas diferentes, y la diferencia de las cosas semejantes.”

Germaine De Staël

Al relacionarnos con otras personas, solemos abordar diferentes temas de conversación (trabajo, ocio, deportes, cine, música o cualquier otro asunto cotidiano) sobre los que puede haber múltiples puntos de vista y, habitualmente, cada persona expresa sus preferencias y opiniones sobre estos asuntos (Hatfiel y Rapson, 1992).

Los psicólogos sociales Byrne y Nelson ya explicaron en 1965 que las personas, valoramos a otros basándonos en la proporción de actitudes semejantes que expresan cuando interaccionamos con ellos. ¿Esto significa que estar de acuerdo genera atracción?

Está ampliamente demostrado que la semejanza en una amplia variedad de actitudes, así como atributos verbales y no verbales, provoca atracción (Capella y Palmer, 1990). Esta semejanza influye desde la selección de pareja romántica, hasta en proporcionar ayuda o no a una persona que la necesita (Baron y Byrne, 1998).

Además, la atracción y opinión positiva que tenemos hacia otras personas aumenta de forma lineal según percibimos que aumentan las actitudes similares que compartimos con ellas.

Esta relación semejanza-atracción ha sido puesto de manifiesto en estudios con personas de diferentes grupos de edad, niveles socio-económicos e incluso en distintas culturas, lo cual permite afirmar que este efecto de semejanza-atracción es universal (Baron y Byrne, 1998).

Lo cierto, es que las personas parecemos buscar las opiniones que coinciden más con las nuestras. Esto suele suceder cuando buscamos información sobre un determinado tema.

Curiosamente, en los albores de la comunicación digital e internet, Schwartz (1994) ya demostró que las personas que intentaban contactar con otros para intercambiar información a través de correo electrónico, en realidad buscaban a quienes compartían sus opiniones y descartaban a los que no lo hacían.

De la misma manera, en el ámbito de la mediación, es frecuente que las personas que tienen un conflicto, muestren más simpatía y quieran dialogar y conocer la opinión de las personas que opinan igual que ellas, mientras que tienden a disgustarse, desconfían y evitan escuchar a quienes tienen otro punto de vista. Esto genera cierta distorsión, ya que es fácil pensar: “en este conflicto, tengo la razón porque cuando explico mi postura, todo el mundo está de acuerdo conmigo” aunque en realidad, esa persona, sin darse cuenta, está evitando escuchar a personas que podrían disentir o tener un punto de vista diferente. ¡Y hay que tener en cuenta que a la otra parte del conflicto, probablemente le esté sucediendo lo mismo!

En definitiva, buscamos a otras personas para obtener lo que Baron y Byrne (1998) denominan validación consensual de nuestras opiniones: es decir; el acuerdo proporciona pruebas de que “estamos en lo cierto” y esto es muy satisfactorio y reforzante. Por el contrario, los desacuerdos sugieren cuestiones como que: nuestro juicio no es válido, que no nos hemos dado cuenta de circunstancias importantes, que somos egoístas, etc. Esto último está también relacionado con nuestro auto-concepto y, tal y como concluyen estos mismos autores: “estamos interesados en las opiniones de otras personas no porque busquemos precisión, sino únicamente porque queremos verificar lo que ya creemos”.    

Por otra parte, cuando conocemos a otras personas, nuestra tendencia es considerar que los demás van a estar de acuerdo con nosotros ¿será porque estamos permanentemente convencidos de “estar en lo cierto” o tener razón y no contemplamos otra opción? Según Singh y Tan (1992) efectivamente, cuando conocemos a otra persona, esperamos que esté de acuerdo con nosotros, por eso si nos damos cuenta de que, en realidad está no lo está, esto nos genera sorpresa. Es decir, tal y como sostienen Baron y Byrne (1998), el desacuerdo puede tener un efecto mayor sobre nuestra opinión acerca de esa persona porque esta información negativa “destaca más” que la positiva (procedente del acuerdo-semejanza).

Así, se define uno de los mayores retos para los mediadores, sobre todo durante la etapa inicial del proceso: contribuir a que las dos partes en conflicto se muestren en disposición de escuchar otras opiniones y puntos de vista distintos a los suyos, sin que esto le genere un rechazo hacia la persona que las emite, ni hacia el proceso de mediación, ni hacia el propio mediador, que tampoco va a expresar una adhesión incondicional al punto de vista de ninguna de las partes.

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Este blog nace con la ilusión de crear y compartir un espacio de reflexión sobre la mediación. Durante algunos años hemos formado equipo de mediación, participando en más de 1000 procesos de resolución de conflictos.  De esta experiencia conjunta  hemos obtenido inspiración y múltiples aprendizajes que nos gustará compartir, así como, también explorar los nuevos retos y replanteamientos que vayamos encontrando en nuestro camino. Félix es psicólogo y Mónica abogada, ambos somos mediadores y consultores en resolución de conflictos.