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13/12/2024. 00:55:50
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BLOG DEL ABOGADO LITIGANTE

El abogado y los errores durante el interrogatorio del testigo

Abogado. Experto en habilidades profesionales
@oscarleon_abog
Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla

El interrogatorio de testigos constituye unamateria de esencial conocimiento y dominio por parte del abogado litigante sea cual sea el orden jurisdiccional en el que intervenga. Tanto es así, que un interrogatorio mal planteado o deficientemente practicado puede acarrear consecuencias desastrosas para la defensa del caso.

Si bien hemos tratado profusamente sobre esta materia en este blog, hoy lo haremos nuevamente pero desde una perspectiva diferente. Concretamente, nos ocuparemos de aquellos errores que el abogado debe evitar mientras lleva a cabo el interrogatorio. De este modo, la información de este post no solo nos servirá de llamada de atención, sino que reforzaremos los principios que deben orientar dicha práctica.

Entre dichos errores, destacaríamos los siguientes:

Leer las preguntas del interrogatorio: es práctica común del abogado preparar el interrogatorio elaborando las preguntas en una lista escrita para facilitar su organización y estudio, lista que durante la práctica del interrogatorio se convierte en un guion bien estudiado que nos ayudará a un mejor desarrollo del mismo, pues podremos revisarlo en aquellos momentos en los que el testigo esté respondiendo. A su vez, dicha lista nos permitirá mantener la línea del interrogatorio con más facilidad. Ahora bien, interrogar a los testigos leyendo literalmente las preguntas, y especialmente al testigo propuesto de contrario, resulta harto incómodo, pues el interrogatorio se vuelve artificial y poco fluido, lo que redunda en su eficacia: el testigo tiene tiempo de pensar, se siente confiado y seguro porque ve que no preguntamos espontáneamente y llega a pensar que no estamos preparados; el juez se aburre y empieza a perder la atención necesaria, etc.

Interrogar sin ritmo: todo interrogatorio tiene sus ritmos. Un ritmo rápido ayuda a interrogar a un testigo impidiéndole pensar demasiado para buscar una salida mientras que un ritmo lento y pausado permitirá que el testigo se explaye para ganar confianza. Ritmo lento equivale a sosiego y tranquilidad para el testigo; ritmo rápido supone mayor tensión y exigencia. Sin embargo, en ocasiones el abogado no mantiene el ritmo adecuado haciendo que la prueba pierda la tensión requerida, llegando incluso a producirse la circunstancia de que por culpa de un ritmo inadecuado acaba realzándose un testimonio no deseado o minusvalorándose el que nos interesa.

Ser poco claros y precisos en las preguntas: a la hora de interrogar nos centraremos en los puntos esenciales que nos interesa corroborar o desvirtuar a través de la prueba testifical. Con dicho fin, hemos de ser muy precisos, concretos y directos. Debemos evitar preguntar sobre cuestiones poco relevantes que no aporten nada a la resolución del caso o ser poco concretos. Ciertamente, habrá fases en las que debamos emplear las preguntas generales y abiertas para nuestro propósito, pero esto no tiene que significar que nos estamos alejando de nuestro objetivo, sino todo lo contrario, en estos casos lo que hacemos es dirigir el interrogatorio estratégicamente al lugar que nos interesa.

Enfrentarse al testigo: los testigos deben ser tratados con respeto y cordialidad durante el interrogatorio, pues éste debe realizarse con fluidez y un enfrentamiento u hostilidad innecesaria entre abogado y testigo no conduce absolutamente a nada. La razón de ello reside en que el testigo debe estar tranquilo, para que a través del interrogatorio podamos indagar más fácilmente hasta obtener nuestro propósito. Sin embargo, en ocasionesnos encontramos ante un testigo que sabemos no está diciendo la verdad o que, con independencia del signo de su testimonio, está actuando de forma hostil hacia nosotros. En estos casos, entrar en una discusión o enfrentamiento verbal con el testigo solo consigue perjudicarnos, pues nos aleja de la atención y concentración que nos exige esta prueba. Obviamente ello no impide que, en determinadas circunstancias, deban producirse situaciones de tensión entre el abogado y el testigo puesto que ayudarán a desenmascararlo. No obstante, nunca se debe perder el respeto al mismo.

Formular mal la pregunta: todo ordenamiento jurídico establece los principios generales sobre la forma en la que deben llevarse a cabo las preguntas, por lo que es obligación de todo abogado conocer a fondo estas reglas y así evitar la desagradable corrección del juez. Sin embargo, en ocasiones se cae en el error de realizar preguntas con valoraciones o calificaciones; que no guarden relación con el hecho que se está juzgando (impertinentes); que no resulten adecuadas para el esclarecimiento de los hechos controvertidos (inútiles) o que induzcan al testigo a error o a una contestación inexacta, bien sea a través de una pregunta muy larga (normalmente subordinada) que el testigo no entienda correctamente o a través de una pregunta que contenga varias preguntas.

Sentirse intimidados ante una llamada de atención del juez: en ocasiones el juez nos llama la atención sobre la forma en la que estamos llevando a cabo el interrogatorio o nos avisa  con el consabido “Tiene Vd. alguna otra pregunta que realizar”. En estos casos, si el abogado no está atento y concentrado, puede verse afectado por la llamada del juez y dar por terminado el interrogatorio antes de tiempo, quedando numerosas cuestiones sin precisar. Esto denota una total falta de confianza en el abogado que habrá que corregir, si bien hemos de reconocer que el aviso del juez ya, de por sí, supone que algo no está funcionando correctamente.

Emplear tecnicismos: utilizar tecnicismos implica vulnerar la regla de la claridad y precisión que debe prevalecer en todo interrogatorio dada la incapacidad del testigo para entender términos técnicos o  jurídicos. Esto es una norma que no precisa de muchas explicaciones, pues la necesaria fluidez del interrogatorio exige evitar las interrupciones que sin duda se producirán y que perjudicarán el ritmo del mismo.

Ser reiterativos en la pregunta: a veces, tenemos tanto interés en que el testigo nos responda algo en concreto, que cuando lo ha hecho pero de forma contraria a lo esperado (lo cual a veces ocurre con el testigo que hemos propuesto), seguimos insistiendo una y otra vez, lo cual concluirá con una llamada de atención del juez. En ocasiones, es mejor parar y volver más tarde introduciendo la cuestión de otra forma. No obstante, bajo ninguna circunstancia debemos perder la concentración tratando de forzar lo inevitable.

En definitiva, qué duda cabe de que habrá otros errores en los interrogatorios que podamos haber omitido, pero los expuestos representan una clara muestra de situaciones que pueden ayudarnos a desarrollar un mejor desempeño en una prueba tan trascendental como la analizada.

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El Abogado Litigante

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Partiendo de esta idea, El blog del abogado litigante está dirigido a los profesionales del derecho que pretendan mejorar y crecer en sus intervenciones procesales gracias a las técnicas de litigación que iremos compartiendo de forma periódica.