De famosos viven los videojuegos

Cada vez es más común la aparición de personajes famosos en videojuegos. Recientemente se ha comercializado el nuevo "Call of Duty: Advanced Warfare" donde el actor Kevin Spacey ha sido contratado para dar vida a un personaje del videojuego con su propia apariencia. O también el videojuego "Beyond Two Souls", dónde Ellen Page y William Dafoe son fielmente recreados.

Sin embargo, en otros casos, la inclusión de personajes gráficos con un gran parecido a sus homólogos reales se ha elaborado sin la autorización de éstos últimos. Véase la demanda de Linsey Lohan contra los creadores de Grand Theft Auto V por entender que su imagen ha sido reproducida para dar vida a "Lacey Jonas", personaje del videojuego. O las acusaciones realizadas por Ellen Page contra con Naughty Dog, desarrolladores del videojuego "Last of Us", por el gran parecido existente entre ella y "Ellie", personaje principal del videojuego.

Pues bien, aunque a veces sea discutible, parece que en todos los supuestos mencionados anteriormente existe una reproducción total de la imagen de dichos personajes públicos y, por tanto, necesitaría la correspondiente autorización de los mismos.

No obstante, como es bien sabido, en la mayoría de los casos debe realizarse una ponderación entre el derecho a la libertad de expresión recogido en el artículo 20.1 y el derecho al honor del artículo 18.1, ambos recogidos en nuestra Carta Magna. Además, incluso podría entenderse que también existe una colisión entre el derecho a la libertad de información (art. 20.1 c de la Constitución Española) y el antes mencionado derecho al honor.

Así pues, para realizar una correcta ponderación resulta clave tener en cuenta la finalidad para la que se realizó la representación gráfica del personaje público, esto es, para suscitar un reclamo comercial, o bien, para reproducir fielmente un contexto o situación histórica.

Respecto al exdictador, es evidente que la finalidad de su reproducción ha sido de la dar mayor "realismo" al videojuego. Sin embargo, representar a Manuel Noriega bajo unos hechos ficticios dentro de un contexto histórico, no es lo mismo que reproducir hechos ciertos exactamente a cómo ocurrieron. Dicho de otra forma, en el caso del dictador, su imagen representa a un personaje totalmente ficticio, que realiza unos actos en el videojuego distintos a los que efectivamente llevo a cabo, lo que supone un pasado y un contexto histórico adulterado.

Y es que teniendo en cuenta las circunstancias de este caso, su imagen gráfica es perfectamente sustituible por una imagen ficticia, sin que ello modifique en absoluto la inmersión en el videojuego puesto que los hechos que se reproducen no son reales. Y, en consecuencia, la explotación de su imagen mediante su representación gráfica obedece más a una explotación comercial que a la fiel reproducción de un hecho histórico.

Sin embargo, aún teniendo en cuenta los argumentos descritos anteriormente, parece que el juez estadounidense ha desestimando la demanda del exdictador basándose, entre aspectos, en su grado de parecido, tanto físico como de su personalidad, respecto del personaje del juego. A este respecto, el juez considera que una representación gráfica de su rostro en un personaje ficticio resulta insuficiente para entender que hay una reproducción total de su imagen al no quedar ésta relacionada con otros aspectos menores que le identifiquen inequívocamente.

Tal decisión parece que va en la línea de pensar que las personas con proyección pública deben tener mayor tolerancia respecto a las manifestaciones de la libertad de expresión, sumándose así a las apariciones de John F. Kennedy y Fidel Casto en la saga. Sin embargo, estoy seguro de que sin Manuel Noriega, el videojuego no sería lo mismo, ni en ventas, ni en su calidad respecto a la recreación del conflicto de Nicaragua.