
Me ha llamado poderosamente la atención una de las perlitas con que, a menudo, nos ilustran los llamados gurús de la sociedad de la información.
En concreto, ésta proviene de Chris Anderson, editor de Wired.com, quien a la hora de explicar las razones que explican el éxito de lo gratuito en internet, manifestó que en el mundo real cualquier producto o servicio conlleva unos costes de producción o de distribución, mientras en internet no existen tales costes, por lo que a coste cero, precio cero.
Evidentemente, Chris Anderson sabe de todo lo relacionado con internet mucho más que un servidor, es además un reputado especialista, un famoso conferenciante y editor de Wired… poco más que añadir al respecto. No obstante, todo ese curriculum no implica que se trate de un superhombre infalible, porque la perfección (gracias a Dios!!) no existe, como tampoco existen afirmaciones absolutas, ni siquiera las efectuadas por el Sr. Anderson.
Y digo todo esto porque no es siempre y en todo caso cierto eso de que en internet no existen costes, sobre todo cuando se trata de obras de corte, llamémosle, intelectual.
En efecto, los estudios profesionales o empresariales del tipo que sean, las expresiones de opinión basadas en el conocimiento, las respuestas a dudas que nos plantean los usuarios o clientes y que subimos a nuestro website… tienen un indudable coste, aunque sólo sea en cuanto al tiempo que se necesita para elaborar el contenido en cuestión y en cuanto al grado de conocimiento y dedicación que hemos de tener para su elaboración.
El tiempo cuesta dinero y el conocimiento también, sea en el mundo on line u off line. Un tema diferente es que el propio mercado imponga una serie de principios en su funcionamiento que hagan que dichos contenidos sean totalmente accesibles y gratuitos para los internautas.
No confundamos las tendencias del mercado empresarial con el coste de producción de los contenidos…, porque no son lo mismo las churras que las merinas.