A lo largo de esta década, China se ha marcado la meta de llegar a establecer un Estado de Derecho. Para ello, existen dos aproximaciones contrapuestas. El autor nos presenta una oportuna comparación entre Hong Kong y la situación en la China continental.
El XXII Congreso de Derecho Mundial, celebrado en Pekín y Shangai en septiembre del año 2005, tuvo como tema fundamental "Rule of Law y armonía de la Sociedad Internacional". Xiao Yang, Presidente de la Corte Popular Suprema de China, defendió la práctica del Rule of Law en el Reino Medio y el proceso de reformas llevadas a cabo con el fin de establecer un nuevo sistema legal de características chinas para el año 2010. De esta manera, siete grandes áreas del derecho chino serían totalmente reformadas. La primera de ellas -y acaso la más importante- regula las normas constitucionales y legales que protegen los derechos fundamentales y el ejercicio del poder público. El afán reformista también se extiende al derecho civil y mercantil (incluyendo el Código Civil Unificado), al derecho penal, al derecho social y al derecho económico, así como al régimen procesal y administrativo. Xiao Yang sostuvo, además, la necesidad de sujetar la administración pública al imperio de la ley y no a las políticas del Partido.
El proyecto es, sencillamente, impresionante. Aunque se han alcanzado progresos significativos, el camino hacia un gobierno de las leyes, en oposición al de un gobierno de los hombres, ha sido una ruta larga y tortuosa para China. En efecto, la larga marcha del dragón hacia el Estado de Derecho (Long March Toward Rule of Law) ha provocado un gran debate en torno a si una aplicación "débil" del Rule of Law es más apropiada que una aplicación "fuerte".
La aplicación débil se basa en aspectos específicos, tales como el establecimiento de reglas claras de procedimientos legislativos, la correspondiente publicidad de las leyes, la vigencia del principio de irretroactividad legislativa, el cumplimiento adecuado del ordenamiento jurídico y la regulación del ejercicio del poder estatal por medio del Derecho. La fuerte contiene, adicionalmente, disposiciones o fundamentos políticos y morales básicos, como el principio de gobierno democrático y el respeto a los derechos humanos. Recientemente, el profesor Pan Wei, de la Universidad de Pekín, ha propuesto edificar, en veinte años, un "Estado de Derecho consultivo". El académico señala la necesidad de crear mecanismos extensos de consulta pública que permitan su introducción sin que ello implique la adopción formal de la democracia liberal.
El Estado de Derecho se presenta, bajo este criterio, como una vía inofensiva que legitima el régimen gobernante. De esta manera, se minimiza la importancia de establecer un servicio civil neutro, un cuerpo judicial autónomo y un órgano anticorrupción efectivo, pilares de la institucionalidad democrática. Como es obvio, pretender la liberalización política sin pasar por un democratización profunda genera mucha controversia.
Hong Kong, antigua colonia inglesa y ahora región administrativa especial de China, encarna un modelo exitoso de Estado de Derecho. Aunque no tan cerca de un Estado de Derecho fuerte -debido al déficit democrático en su actual estructura política-, Hong Kong representa algo más que una aplicación débil de los principios informadores del Estado de Derecho. Basándose en la famosa formulación de Albert Venn Dicey, el modelo de Hong Kong, debido en parte al principio de un "país, dos sistemas", tiene los elementos básicos del common law, respaldados por un cuerpo judicial independiente y una legislación eficaz sobre los derechos humanos. Por el contrario, el derecho en China continental es un subproducto del marxismo-leninismo-maoísmo.
A pesar de reflejar los matices propios del estilo chino y de los elementos importados de Europa (principalmente los remanentes de la impronta japonesa), la experiencia continental no logra asentarse como un sistema orgánico de civil law. La interacción entre el sistema chino y el common law, particularmente en Hong Kong, permite, paulatinamente, la creación de una nueva jurisprudencia anglo-china. Es de esperar que el common law en China alcance, con el tiempo, gran arraigo social, convirtiendo al dragón en una auténtica potencia jurídica global.