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25/04/2024. 15:47:25

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“Producto interior bruto criminal”: ¿estímulo delictivo?

Doctor en Derecho. Jurista del Cuerpo Superior de Técnicos de Instituciones Penitenciarias

Desde el pasado mes de septiembre, la Unión Europea exige que, en la cuantificación del PIB de cada Estado, se incluyan ciertas actividades delictivas. En este comentario, se valora esa regla contable como una suerte de estímulo delictivo al operar como una definición favorable a la vulneración de la ley.

Billetes de euro tendidos

1.- Introducción

Desde una perspectiva estrictamente criminológica, nos ha llamado poderosamente la atención algo de lo que se vienen haciendo eco desde hace algún tiempo los medios de comunicación social. Según nuevas normas contables de la Unión Europea (UE) -Sistema Europeo de Cuentas Nacionales y Regionales de 2010 (SEC 2010), que sustituye al actual estándar, el SEC 1995- a partir de septiembre del presente año, en el cómputo del Producto Interior Bruto (PIB) de cada país de la Unión, deberán tenerse en cuenta, además de otras variables, actividades tales como la producción y el tráfico de drogas, la prostitución y el contrabando.

Más allá de tecnicismos económico-contables y del quizá pragmático punto de vista subyacente en las nuevas reglas contables -que puede observar en semejantes actividades una contribución real a la economía y al crecimiento de los Estados-, tenemos la intuitiva opinión de que ese oficial reconocimiento económico-contable puede servir, de alguna forma, de acicate, de estímulo delictivo, de factor criminógeno, a fin de cuentas.

Este comentario va a estar dedicado a fundamentar un poco esa impresión que el tema nos suscita, sin más aspiración que dejarlo para debate encima de la mesa.

2.- Las definiciones favorables al comportamiento criminal

Dentro de la teoría criminológica, las orientaciones de corte sociológico en la contemplación y explicación del delito no son sólo las más importantes, sino que son muchas y muy variadas. Un punto importante dentro de distintos esquemas teóricos de fondo sociológico que tratan de explicar el crimen, lo constituyen lo que se llama o suele aludirse como "definiciones", esto es, cómo queda fijado en ámbitos personales o sociales relevantes para el individuo la significación de la conducta delictiva; cómo se define, de forma positiva o negativa.

Sin más pretensión que poner al alcance del no familiarizado con cuestiones criminológicas -y, por ello, de forma muy sintética y resumida-, algunos de los planteamientos teóricos que cuentan en sus explicaciones con ese elemento al que nos hemos referido como definiciones, vamos a aproximarnos un poco a ellos. Pero, antes, una advertencia: las dos teorías a las que nos referiremos se enmarcan dentro de las denominadas teorías del aprendizaje, que tienen en común considerar que el comportamiento delictivo, como cualquier otra conducta social, se transmite a través del aprendizaje, esto es, se aprende al igual que se aprenden las actividades licitas. No es nuestra idea hacer ningún tipo de vinculación general, ninguno, entre esos planteamientos y la impresión que nos causa como posible acicate delictivo la cuantificación económica de ciertas actividades dentro del PIB, sino sólo ligarlo al componente "definiciones" que hay en esas teorías.

Con su teoría de la asociación diferencial, Edwin H. SUTHERLAND, uno de los más eminentes criminólogos del siglo XX y referente de la Escuela de Chicago, propone que en el origen de la delincuencia no está la inadaptación de los individuos de clases sociales inferiores, sino que es el resultado del aprendizaje de conductas y valores criminales que realizan individuos de cualquier clase y condición. En el planteamiento teórico de SUTHERLAND hay dos componentes básicos: primero, el contenido de aquello que se aprende, esto es, las técnicas de comisión delictiva, los motivos y actitudes que están detrás de la acción delictiva y las definiciones favorables a la delincuencia; y, segundo, el proceso mediante el cual se aprende, que no es otro que la asociación con grupos íntimos.

Dentro de los postulados básicos de la teoría de SUTHERLAND encontramos dos que nos interesan. Uno, el aprendizaje de los motivos para delinquir se realiza desde las definiciones de otros favorables a la violación de las leyes. Dos, las personas se convierten en delincuentes por asociación diferencial o contacto preferente con definiciones favorables a la delincuencia.

Ronald AKERS formuló la teoría del aprendizaje diferencial o del refuerzo de la asociación diferencial. Para él, hay una serie de variables que motivan al delito -incitando al mismo- y otras que lo controlan -previniéndolo-; la posibilidad de cometer un hecho delictivo dependerá del equilibrio de esas influencias sobre el comportamiento.

En el planteamiento teórico de AKERS hay varios conceptos fundamentales. Dentro de ellos, cobran especial relieve la exposición del individuo a definiciones favorables o desfavorables a la vulneración o respeto de la ley, y las propias definiciones, esto es, cómo define una persona un determinado comportamiento, qué es lo que significa para él, qué implica. En definitiva, cómo lo entiende.

En el esquema teórico de SHUTERLAND, el proceso de aprendizaje, por llamarlo así, tiene lugar en el entorno de los grupos íntimos del individuo, y en el de AKERS, en la exposición del individuo a definiciones favorables o desfavorables a la vulneración o respeto de la ley, cobran especial relevancia los grupos primarios más próximos al sujeto (familia, amigos).

3.- Nuevas reglas contables del PIB y definición favorable a la conducta delictiva

Naturalmente, se dirá que incluir en el PIB el valor monetario de los bienes y servicios derivados de la prostitución, la producción y el tráfico de drogas y el contrabando, no es definir positivamente esas actividades, ya que siguen siendo objeto de tipificación en el Código Penal de varias formas, es decir, continúan estando criminalizadas. En eso estamos de acuerdo.

Ahora bien, si el PIB es el indicador que explica el tamaño y la evolución económica de un país y, según las informaciones de los medios de comunicación social, el PIB dará un salto positivo nada desdeñable (se cifra en los mismos medios en torno a un 4,5%), a tenor de las nuevas normas contables y estadísticas europeas, al incluir, además de otras variables que contribuirán a su incremento -como los gastos militares y en I+D+i-, el impacto económico de las actividades delictivas reseñadas, ¿no podrían pensar los que se dedican a las mismas que están contribuyendo a la evolución económica favorable del país?, ¿no operaría esa percepción como una definición favorable de conductas delictivas?

En las teorías que hemos repasado sintéticamente más arriba, tenían especial significación las definiciones favorables transmitidas en el seno de los grupos íntimos y grupos primarios del individuo. Pero ¿qué ocurre cuando es el propio Estado el que, por un lado, sanciona determinadas conductas y, por otro, viene contable y estadísticamente a reconocer que contribuyen de manera favorable a la economía del país?; ¿no podría localizarse en este proceder una suerte de hipocresía estatal?

Es nuestra impresión que, desde la perspectiva de los que podrían llegar a cometer o cometen ya actos delictivos de alguna manera relacionados con la prostitución, la producción y el tráfico de drogas y el contrabando, las nuevas normas contables y estadísticas de la UE, constituyen una definición favorable de las conductas delictivas que están detrás de las mismas. Si, situándonos por un momento en el ámbito de las teorías criminológicas que hemos comentado, a las definiciones favorables de los grupos íntimos y de los primarios, se añade la percepción individual de que el Estado, de alguna forma que no es para nada intrascendente, define también positivamente ciertas actividades criminales, el estímulo delictivo se habrá hecho más fuerte. Decimos que no es en absoluto intrascendente porque hablamos, ni más ni menos, del incremento del PIB en una situación de salida (¿) de una devastadora crisis económica.

4.- A modo de conclusión

Las teorías criminológicas contemporáneas asumen y parten de la evidencia de que "en la génesis o etiología del comportamiento criminal interactúan necesariamente variables biológicas individuales y factores o procesos ambientales y sociales" (GARCÍA-PABLOS).  Dicho de otra forma, hoy día existe un acuerdo mayoritario en que la conducta delictiva no puede ser comprendida si no se atiende a elementos diferentes, tanto del individuo como del contexto social en que se desarrolla (GARRIDO, STANGELAND y REDONDO).

Bien, pues partiendo de la interactuación de variables diferentes, de la combinación de diferentes elementos, que expliquen el delito, la incidencia en su génesis, de una manera o de otra, de definiciones favorables a la vulneración de la ley penal la consideramos ciertamente relevante.

El contrabando a determinada escala, la producción y el tráfico de drogas y la prostitución son actividades delictivas que se llevan a cabo, en muchas ocasiones, en el seno de organizaciones criminales con un gran potencial destructivo, a nivel individual y social. En la lucha contra la criminalidad generada por aquéllas, no ayuda para nada el que sus integrantes o los que pueden pasar a serlo, a cualquier nivel, perciban que el propio Estado considera que su actividad criminal contribuye a una evolución económica favorable, ya que no otra conclusión puede sacarse de la cuantificación económica de los "bienes y servicios" que generan y de su inclusión en el PIB.

El que el Estado, por un lado, luche contra determinada criminalidad, y, por otro, de "carta de naturaleza económica" a sus actividades, las homologue desde la perspectiva de las cuentas públicas, es contradictorio y, si se nos apura un poco, como antes hemos llegado a apuntar, hipócrita: se criminaliza una conducta pero, en el fondo, se reconoce su contribución al desarrollo económico, de suerte que, se quiera o no, se la define positivamente.

La lucha contra la criminalidad, no buscando su erradicación (nadie es ingenuo a estas alturas), sino su control y mantenimiento dentro de unos límites tolerables, exige que el Estado no se ande con medias tintas. Por mucho que la economía y sus variables macro sean importantes, hay otras cosas que también lo son en el desarrollo humano y social.

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