El talento no entiende géneros. Es una cuestión en la que, afortunadamente, hemos avanzado mucho en los últimos años. La igualdad es fundamental en todos los ámbitos y niveles de la sociedad, y cualquier organización debe demostrar su compromiso por medio de acciones reales y no por el mero cumplimiento de la ley y estándares medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG, por sus siglas en inglés).
Aunque queda mucho camino por recorrer, cada vez hay más mujeres que ocupan puestos directivos. Si echo la vista atrás, cuando empecé a trabajar y fui creciendo en mi carrera profesional, es verdad que me encontré con prejuicios por ser mujer. Por ejemplo, había personas que dudaban de mí para asumir nuevos retos o, incluso, de mi disponibilidad para viajar. Asimismo, tuve algunos compañeros y superiores que, por ser madre, tomaron decisiones sin consultarme, cuando en realidad me correspondían decidirlas a mí. Por otro lado, he tenido y tengo la suerte de trabajar con personas que han apostado por mí, y que siempre me han animado y apoyado para seguir progresando en mi trayectoria profesional. En mis primeros pasos como directiva, no se hablaba del empoderamiento femenino, como sí sucede ahora.
Hay que seguir hacia adelante, sin olvidar el merecido reconocimiento al buen hacer de todas las mujeres que derribaron el muro de la desigualdad. Movimientos como MeToo, NiUnaMás o YoSíTeCreo, nos han ayudado a despertar nuestra conciencia, para actuar con tolerancia cero ante conductas contra las mujeres que son inadmisibles.
Las empresas también están avanzando en materia de igualdad, contra el acoso y la discriminación a cualquier persona. Existe una preocupación generalizada por reflejar estos compromisos en sus códigos de ética, así como en políticas de igualdad y diversidad, junto a planes de flexibilidad y en protocolos corporativos. Al mismo tiempo que se defienden valores como la integridad, honestidad, e igualdad salarial y de oportunidades. Además, muchas empresas cuentan con canales de denuncias para comunicar cualquier tipo de comportamiento inadecuado con total confidencialidad o, si se prefiere, de forma anónima.
Casualmente estos temas delicados, suelen estar gestionados por los chief compliance officer o directores de cumplimiento normativo, una profesión que cuenta con una amplia presencia femenina. Aunque no disponemos de datos oficiales sobre cuántas mujeres y hombres trabajan en estas áreas, la percepción global es que hay muchas mujeres que destacan por su brillante desempeño profesional. No tengo ninguna duda de que el cumplimiento normativo va a evolucionar de forma vertiginosa en los próximos años y las mujeres jugaremos un papel clave en esta transformación. Sobre todo, porque las nuevas generaciones vienen pisando muy fuerte.
Un claro ejemplo es que, según datos del Consejo General de la Abogacía Española, en la actualidad el 49% de las personas colegiadas son abogadas. Su presidenta, Victoria Ortega —por cierto, otro avance: es la primera mujer en ocupar este cargo—, ha indicado recientemente que “estamos viendo en los más jóvenes que la mayoría son mujeres”. Otro nicho de talento femenino se encuentra en el ámbito de la auditoría, donde también abundan las mujeres.
Todo esto es muy positivo y marca un cambio de paradigma. Pero, no debemos dejar de lado que en las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM o, por sus siglas en inglés, STEM) el porcentaje de mujeres sigue siendo muy inferior frente al de los hombres. Además, ellos son mayoría en puestos de alta responsabilidad y liderazgo. La Comisión Europea está promoviendo una representación de género más equilibrada en los consejos de administración de las empresas cotizadas de toda la Unión Europea y está tomando medidas para tratar de cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Por estos motivos, en Cepsa nos hemos comprometido para 2025 con que las mujeres ocupen el 30% de los puestos de liderazgo. Para ello, contamos con un Programa y un Comité Estratégico de Diversidad e Inclusión, alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU. En concreto, con el ODS 5 sobre igualdad de género y el ODS 8 que aboga por el trabajo decente y el crecimiento económico. Hoy en día, muchos profesionales en compliance empiezan a incorporarse a los consejos de administración. Por lo que, esta tendencia puede ser una gran oportunidad para que, una vez más, el talento femenino tenga un rol de mayor responsabilidad en las empresas.
Las áreas de compliance y auditoría interna son una pieza clave para garantizar la adecuada implementación de los planes de igualdad en las compañías. Es algo que se logrará trabajando de forma transversal y desde la colaboración absoluta entre todas las personas que cada día trabajamos por construir un presente y un futuro más igualitario para todos. ¿Nos queda mucho? Sí. Pero, vamos en la dirección correcta de un viaje que, sin duda, será apasionante.