
La iniciativa de la Fundación Aranzadi LA LEY Mujeres por Derecho te ofrece con motivo del Día de la Mujer una selección de artículos de mujeres juristas con un eje común: el cumplimiento de la igualdad supone una forma de enriquecer y democratizar la sociedad. Desde su lanzamiento en abril de 2021 Mujeres por Derecho ha contado con la participación de más de 300 juristas, lo que le convierte en el foro de referencia para el debate sobre el pasado, presente y futuro del papel de las mujeres en la profesión jurídica.
Nunca me planteé la incorporación a la abogacía desde la perspectiva de que lo hacía como mujer. Y si, por tanto, el hecho de ser mujer podría suponer algún problema o limitación en mi desarrollo profesional.
Sin tener una vocación definida en el momento en el que uno debe decidir qué quiere hacer o ser en la vida, y, por tanto, qué camino tomar, una vez me decidí por la carrera de Derecho, que cursé en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el estudio del Derecho en general me atrajo. Y ello, en aquel momento, desde el desconocimiento de lo que suponía o entrañaba el ejercicio de la profesión. Pero desde luego, sí con la sensación de que impregna la vida cotidiana, familiar, empresarial, y cualquier otro ámbito de la sociedad.
A partir de ahí han sido el estudio, las ganas de aprender, el esfuerzo, el sentido de la responsabilidad y el compromiso, entre otros, los aspectos que he intentado guíen los casi 30 años de ejercicio en esta profesión. Y ello, sin tener la sensación de que me podía quedar atrás o al margen, por el hecho de ser mujer.
No he entendido, ni entiendo el ejercicio de la profesión desde una distinción entre hombres y mujeres, sin perjuicio de las aportaciones, contribuciones y capacidades que cada uno podamos aportar. El ejercicio de la abogacía es y debe ser un ejercicio global, universal y que, como partícipes en la Administración de Justicia debe quedar al margen de consideraciones de género.
La profesión de abogado debe sustentarse sobre la capacidad de conocer la normativa de aplicación, así como la capacidad para interpretarla y aplicarla, no sobre si quien lo hace es hombre o mujer.
La incorporación de las mujeres al ámbito jurídico lleva ya muchos años produciéndose. Ya se puede observar, cómo muchas mujeres han llegado y están alcanzando puestos de prestigio y liderazgo en las más altas instancias judiciales. Y ello, tras años de una larga y dedicada carrera profesional.
Como la cima de una montaña se alcanza con esfuerzo, entrenamiento y persistencia, los puestos de liderazgo son y deben ser el reconocimiento al buen hacer, al conocimiento técnico, al mérito y, en definitiva, al ejercicio de una dedicada práctica profesional, y no, a cuestiones vinculadas al género de las personas.
Bien está que se implementen políticas que fomenten la igualdad de oportunidades y se insista en fomentar el derecho de todas las personas a tener un desarrollo profesional y a que sus capacidades no sean subestimadas. Siempre, eso sí, sin perder de vista la importancia y exigencia del esfuerzo, conocimiento, formación y respeto al propio ejercicio de la profesión.
En este sentido, debe seguir avanzándose en el reconocimiento del papel de las mujeres en el ámbito jurídico como profesionales de prestigio y en visibilizar su importante contribución a lo largo de la historia, al progreso en distintos ámbitos y disciplinas, y no sólo en el jurídico. No deberíamos encontrarnos con situaciones en la que se pregunte por mujeres que han destacado en algún ámbito profesional, y la respuesta sea el silencio o el simple desconocimiento.
Sirva de ejemplo, la reciente entrevista que se ha hecho a la montañera Edurne Pasaban, en la que, en la promoción de un viaje para reivindicar a otra montañera, Dorothy Pilley, una de las primeras montañeras de la historia, se realizó una encuesta que acabó en desastre, pues la mitad de los entrevistados no fue capaz de nombrar a ninguna mujer aventurera y la otra mitad nombró a personajes de dibujos animados como Dora exploradora o Lara Croft. De hecho, apenas apareció un nombre real, Amelia Earhart, pionera de la aviación, quizá por el misterio que aún supone su desaparición en mitad del océano pacífico en 1937.
Sigamos fomentando entre los jóvenes, sean hombres o mujeres, que con ganas e ilusión deciden incorporarse al ejercicio de esta profesión, el valor del esfuerzo, el conocimiento y la formación, como instrumentos necesarios del desarrollo y ejercicio de la misma, dando la visibilidad y reconocimiento a todas aquellas personas que así lo merezcan, sin distinción de género.