Eficiencia y eficacia suponen rentabilidad, algo que buscan todas las compañías, y que una buena Gestión del Conocimiento ayuda a impulsar. Las organizaciones que aprenden, difunden y comparten lo que saben, son organizaciones de éxito.
Sepamos primero qué es la Gestión del Conocimiento. ¿Hay alguien que aún no lo sepa? Es posible, pero todos sabemos lo que significa la palabra "conocimiento". Eso seguro. El diccionario de la Real Academia de la Lengua lo define como "Entendimiento, inteligencia, razón natural" o "Noción, ciencia, sabiduría". ¿Y la inteligencia o la sabiduría de las personas se pueden gestionar? Definitivamente, sí.
Aunque no lo parezca, todos compartimos conocimiento en nuestra vida diaria. Los que tenemos hijos lo sabemos bien. Tratamos de enseñarles no sólo conceptos, hábitos, costumbres o una moral determinada, sino que intentamos lograr que asimilen "los conocimientos" que tenemos de la vida. Lo que hemos aprendido y nuestras experiencias -buenas y malas; sobre todo de estas últimas-. Además, ¿quién no aprende cosas nuevas con sus propios hijos? Y no digamos que no hay intercambio de conocimientos en la enseñanza, la medicina, en los viajes turísticos… Ya lo dice el refrán: "No te acostarás sin saber una cosa más".
Trasladando esto al mundo empresarial, la Gestión del Conocimiento se podría definir como la disciplina cuyo objetivo es capturar, almacenar, poner al día y difundir todo el "saber" de una compañía: lo que saben los profesionales, los procedimientos internos de trabajo y la cultura empresarial, así como lo que ocurre en el mundo exterior, en aras de compartir al máximo y aprovechar toda esa información para un funcionamiento más eficaz, aprendiendo de todos los conocimientos y experiencias. La Gestión del Conocimiento no es más que "gestionar el saber" en un ambiente que favorezca el que las personas compartan lo que saben.
Eficiencia y eficacia suponen rentabilidad, algo que buscan todas las compañías, y que una buena Gestión del Conocimiento ayuda a impulsar. Las organizaciones que aprenden, difunden y comparten lo que saben, son organizaciones de éxito.
En el caso de los despachos profesionales el conocimiento tiene, además, un alto componente técnico en materia jurídica. El profesional necesita estar al día sobre cambios normativos, jurisprudencia, doctrina, bibliografía, conocer las experiencias de otros profesionales, de los clientes, conocer el mercado y el entorno, y poner en común la información para poder compartirla.
Cuando se decide impulsar la Gestión del Conocimiento en un despacho, hay que hacer un estudio profundo y sincero de dónde estás y adónde quieres llegar, un análisis de los procesos y procedimientos y saber gestionar el cambio que supone. Hay que hacer las cosas sencillas y en diferentes fases, y tener una clara conciencia de que no se trata de implantar una herramienta de tecnología, sino de un cambio de gestión interna. La tecnología es muy útil y necesaria, pero algo secundario. Es un mero soporte facilitador de la gestión.
Hay muchos mecanismos que ayudan a compartir:
- el trabajo en equipo
- la organización por áreas de especialización
- el diseño e implantación de planes de formación
- las reuniones internas de trabajo
- el desarrollo de una eficaz gestión documental
Gran parte de toda esta información acaba plasmada en un documento (físico o electrónico), por lo que es vital contar con una buena gestión documental.
Como, además, las empresas son "algo vivo", la gestión del conocimiento y la gestión documental también lo son, y siempre han de ir en línea con la estrategia del despacho, para ir adaptándose al modelo de negocio. Además, se debe apostar por la tecnología como vehículo de apoyo para gestionar el conocimiento, por lo que es vital diseñar y poner en marcha herramientas que gestionen, actualicen y difundan el conocimiento entre los profesionales. Se trata de hacer las cosas sencillas, pero aportando valor y favoreciendo el trabajo en un entorno seguro.
¿Y cómo ayuda la Gestión del Conocimiento al desarrollo de la innovación? A todos nos gusta trabajar en un entorno eficaz, seguro, donde aprendes cada día y te sientes apoyado, y donde tienes algo que aportar. Con una eficaz gestión del conocimiento y una cultura que comparte, se facilita la creatividad y se sientan las bases que favorecen la innovación.
Hablando de innovación sólo en su vertiente de desarrollo de nuevos productos y servicios (la innovación empresarial es algo mucho más amplio), todos los despachos innovan. Es algo que vienen haciendo desde siempre. El asesoramiento al cliente es algo vivo. Siempre se desarrollan nuevas figuras jurídicas, se suceden los cambios normativos, los nuevos criterios jurisprudenciales, etc. Y, además, lo normal en un despacho es ampliar y desarrollar nuevas líneas de servicio prestando asesoramiento en áreas en las que no se hacía antes. Se trataría, entonces, de "profesionalizar" la innovación para seguir avanzando en la Gestión del Conocimiento, y de la mejora continua de la Gestión del Conocimiento para impulsar la innovación. La experiencia demuestra que cada vez más los clientes agradecen trabajar con profesionales con talento, y con despachos bien organizados que presten un servicio de calidad y que, además, ofrezcan valor añadido.
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