Actualidad Jurídica Aranzadi (AJA) llega a su número 900 siendo testigo en estos últimos veinticuatro años de la historia del mundo legal español. Son muchas las cosas que me unen a AJA, empezando por coincidir con el comienzo de mi vida laboral y profesional en el momento de su lanzamiento, hasta haber sido redactor y director y hoy colaborador de la revista. Son muchas los compañeros y colaboradores con los que hemos compartido su redacción y, a los que hoy, quisiera dejar mi agradecimiento y homenaje a todos ellos.
En este número especial me piden una reflexión sobre la evolución de lo que hoy conocemos como redes sociales, algo que en el mundo desvirtualizado de hace más de dos décadas llamaríamos relaciones sociales o personales. Pensar en cómo nos relacionábamos en la época del lanzamiento de Actualidad Jurídica Aranzadi es abrir el baúl de los recuerdos. Me permito empezar unos años antes, justo cuando comenzábamos nuestros estudios de Derecho y recordar aquel libro de fotos y direcciones que compartimos todos los compañeros de carrera, nuestro primer "Facebook"!!!
La tarjeta como herramienta de abrir contactos
Establecer los primeros contactos profesionales, una vez colegiado, requería de una presentación ante los compañeros, un recurso de la época era enviar un "saluda" junto a la tarjeta de visita para comunicar en la plaza nuestra presencia y la existencia de un nuevo despacho profesional.
Las actividades y actos del Colegio de Abogados era un buen punto de encuentro para intercambiar tarjetas y comenzar a ampliar contactos profesionales. Incluso, la propia actividad profesional en los juzgados iba abriendo nuestra red de contactos.
Una forma de ampliar contactos fuera de nuestra localidad era acudir a Congresos y a reuniones de asociaciones de abogados en temas especializados, nuestro intercambio de tarjetas empezaba a tener un alcance nacional.
Más complicado resultaba el ampliar los contactos de clientes y potenciales clientes, fuera del boca a boca que nuestros propios clientes podrían hacer de nuestros servicios. En aquellos años la publicidad de los despachos estaba limitada a una placa en la puerta, las páginas amarillas y el "don de gentes" del profesional.
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