Los profesionales del sector deben incorporar las nuevas tecnologías a su trabajo para ofrecer servicios adaptados a las necesidades de sus clientes

Aunque la
falta de seguridad es un freno para dar el salto a la red, existen herramientas que garantizan la confidencialidad e integridad de
la información.
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) no son el futuro, son
el presente y forman parte de nuestro día a día. Todos los sectores han hecho
grandes esfuerzos para adaptarse al nuevo contexto, y el jurídico no podía ser
menos. Como auguraba Richard Susskind, pionero en el campo de la tecnología de
la información y el Derecho, "la abogacía
sufrirá más cambios en la próxima década de los que tuvo en los últimos 200
años" y, por ello, se sumerge en un proceso revolucionario que cambiará
parte de su manera de trabajar.
En este proceso surgen muchas dudas. La falta de seguridad, el desconocimiento
y el miedo a lo nuevo son algunas de las objeciones que argumentan muchos
abogados para no incorporar las tecnologías a su trabajo. Y de estos tres, el
primero parece ser el más preocupante. En este sentido, las noticias sobre
seguridad, o la falta de ésta, en la red parecen no ayudar mucho a convencer a
los abogados de lo contrario. La red
presenta innumerables brechas de seguridad, tanto tecnológicas como
organizativas, que permiten a individuos externos e, incluso, internos, robar
información de las bases de datos de las empresas o interceptar documentos que
se intercambian a través de la Red.
La naturaleza digital e intangible de Internet da una percepción de inseguridad
sobre la información mucho mayor que la que se tiene cuando se manejan datos en
soportes físicos. Parece que si se comparten archivos a través de Internet se
pierde irremediablemente el control sobre ellos, ya que es como si se firmarse
un "contrato de cesión" de por vida del que no hay posibilidad de arrepentirse.
Y esta afirmación catastrofista la realizan muchos abogados: no podremos tener
plena confianza en las redes sociales, el correo electrónico, las plataformas
de almacenamiento en la nube u otros servicios de la red mientras que éstas no
sean capaces de demostrar que aplican de manera efectiva controles para
preservar la privacidad de los mismos.
Pero esta percepción no es exclusiva de los abogados. Según un estudio
realizado por el Colegio de Politólogos y Sociólogos de Madrid para Prot-On, a un 81,6% de los internautas
españoles les preocupa la información que comparte en Internet y un 76,8%
afirma que realizaría más gestiones de tipo administrativo o financiero por
Internet si existiera más seguridad en la red. El informe "¿Confiamos en Internet?" continúa analizando los usuarios de estos servicios y
muestra que el 83,4% de los encuestados que realizan habitualmente gestiones a
través de la Red está preocupado por la seguridad de la información que está
compartiendo. Si la ciudadanía piensa así, ¿por
qué iban los abogados, que gestionan información confidencial de miles de
empresas y particulares a confiar en Internet?
A pesar de las reticencias, van a tener que hacerlo. Es cierto que los usuarios
desconfían de la red, pero cada vez la utilizan más y en más ámbitos. Y los profesionales de la abogacía tienen que
empezar a eliminar las barreras mentales que obstaculizan la incorporación de
recursos tecnológicos que les ayuden a mejorar sus servicios y ofrecer otros
nuevos adaptados al contexto social actual: estar en la red para que los
clientes puedan encontrarlos -un estudio de una consultora de York apunta que
el 46% de los usuarios buscan abogado por Internet- y conocer la red para
defenderlos si tienen problemas legales relacionados con ella -fugas de
información, privacidad, LOPD, derecho al olvido, etc.-.
Este nuevo medio puede resultar menos peligroso de lo que parece si se trabaja
de la manera apropiada: utilizar herramientas de protección y gestión
de archivos, adquirir dispositivos de almacenamiento con capacidad de cifrado, usar
antivirus actualizados, realizar copias de seguridad periódicamente
de toda la información, utilizar contraseñas seguras y cambiarlas cada cierto
tiempo, etc. Y a la
hora de incorporar nueva tecnología, los profesionales de la abogacía deben
priorizar que garantice la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad
de la información que está manejando.