“No hay nada que no se pueda hacer natural, y no hay nada natural que no se pueda perder” B. Pascal
A lo largo de nuestra práctica profesional hemos intervenido en situaciones que nos han llevado a reflexionar sobre los diferentes ejercicios de imparcialidad que se llevan a cabo en los procesos de mediación y sobre cómo gestionarlos de una manera eficaz, para que el mediador, además de SER imparcial, pueda SER PERCIBIDO por las partes como tal, ya que, en relación a la imparcialidad, tan importante será serlo, como parecerlo.
Ser imparcial tiene que ver con la actitud profesional que el mediador asume respecto a las partes y que requerirá un constante ejercicio de reflexión, autoanálisis, consciencia, compromiso y responsabilidad que debe mantenerse de forma activa durante todo el proceso.
Este compromiso se desarrolla "de forma interna" y debe visibilizarse de un modo muy claro porque, en muchas ocasiones, debido a las propias características de los conflictos, las partes pueden dudar de la imparcialidad del mediador e, incluso, cuestionarla. Entonces, ¿cómo transmitir esta actitud a través de la actuación del mediador?
- Consideramos recomendable que los mediadores realicen una declaración inicial de imparcialidad, en la que, además de explicar cómo se va a poner en práctica este principio durante el proceso de mediación, puedan anticipar algunas de las limitaciones que conlleva en la relación con los mediadores, especialmente, como veremos, en las comunicaciones con las partes durante dicho proceso.
- También
resulta eficaz practicar intervenciones
simétricas con las partes y, también, si se diera el caso, con sus letrados,
cuando estemos llevando a cabo una mediación intrajudicial. Esta simetría habrá
de practicarse desde el primer contacto, en la acogida inicial, y a lo largo de
todo el proceso.
Para realizar intervenciones simétricas, entre otros elementos, hemos de tener en consideración, principalmente, la distribución de los tiempos entre las partes en cada sesión, las formas en las que se comunicarán y el propio espacio físico en el que se desarrolla la mediación, ya que es recomendable que refleje, en todo momento, la equidistancia o "equiproximidad" del mediador. - Cuando una de las partes toma la iniciativa y acude de forma individual a una primera entrevista informativa sobre el proceso de mediación, es recomendable que los mediadores ofrezcan la posibilidad de mantener otra entrevista, también individual con la otra parte. Si esto no fuera posible, en la primera entrevista conjunta previa al inicio del proceso, suele ser útil informar de nuevo y con transparencia a ambas partes, concediendo su propio tiempo para que puedan expresarse libremente.
- Una vez iniciado el proceso, siempre que sea necesario llevar a cabo una entrevista individual o caucus con alguna de las partes, es preciso mantener otra entrevista individual con la otra parte y de similar duración.
- Cualquier
comunicación individual con alguna de las partes -sea presencial, telefónica o
por cualquier medio-, sin conocimiento de la otra parte, compromete significativamente
la imparcialidad del mediador, por lo que es recomendable evitarlas, informando
previamente a las partes de que se va a proceder así cuando se dé el caso.
En este sentido, y según hemos podido constatar a través de nuestra experiencia, las comunicaciones entre las partes y los mediadores deben canalizarse -siempre que sea posible- únicamente, a través de las sesiones de mediación, delegando otras comunicaciones operativas (como, por ejemplo, cambio de citas) en otro profesional del equipo ajeno al proceso.
En conclusión: un proceso estructurado en base a entrevistas programadas, con una participación simétrica de todas las partes, en el que se enfatice la actitud del mediador de ayudar y colaborar con todas las partes de forma práctica y profesional en un clima de transparencia, es el mejor medio para proyectar la imparcialidad de los mediadores a lo largo de todo el proceso.