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04/10/2024. 20:06:24
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Blog de Snacks Tech & Lex

Presumid, presumid malditos!!

Jesús Valladares

Socio fundador de Avezalia, firma especializada en el asesoramiento jurídico integral TIC

Presumir en las redes sociales puede costar fiscalmente muy caro, por fanfarrones.

Palabra social media

Todo en esta vida tiene sus pros y sus contras, sin excepción, y el mundo online no iba a ser menos.

Ahora que casi todas las personas o empresas tienen, en mayor o menor medida, perfiles en redes sociales, websites o blogs, se da un fenómeno muy propio del ser humano: nos encanta fardar y presumir de los bueno que somos (o más bien, parecemos) y si no… nos lo inventamos.

¡Qué no se respire miseria!

Así, todas las empresas son líderes en algo, los profesionales son los más exitosos y cualificados, los ciudadanos de a pie son los más felices y l@s bloguer@s de moda tienen la última prenda o accesorio de la marca más cool y, mientras más cara, mejor.

Y si no lo creéis meteos en cualquier perfil de éxito de Instagram y haced la prueba. A buen seguro constataréis lo dicho y os preguntaréis de dónde cojones saca la gente dinero para tamaño nivel de lujo y desenfreno (ropa, zapatos, accesorios, coches o viajes con precios milerarios).

Si creéis que la envidia es mala, esperad a padecer una inspección de Hacienda.

Pues bien, exactamente la misma pregunta se hace Hacienda, con la particularidad de que está tiesa, de que necesita dinero y de que tiene memoria, mucha memoria.

En concreto, Hacienda cuenta con las declaraciones fiscales presentadas (o con la ausencia de las mismas, que no sabemos qué es peor) e, incluso, con robots que rastrean la web y señalan a incautos bloguer@s o influencers que no sólo airean su, presuntamente, elevado nivel de vida sino que lo vociferan para, de ese modo, parecer más fashion guay.

Pues bien, tras comprobar someramente los ingresos declarados (o no) del bloger@ en cuestión, los funcionarios de la A.E.A.T. podrán sacar una de las dos siguientes conclusiones: o bien esa persona declara ingresos acordes a su dispendio fashionista o de dolce vita o bien, y aquí se encuentra el problema, estamos ante un tieso oficial con muchos ingresos en B (a ver de dónde salen) que afloran por medio de las publicaciones en redes sociales.

El efecto, no por conocido, deja de acojonar: notificación oficial en el que se inicia una inspección fiscal de toda regla.

Los regalos son pagos en especie o donaciones.

Si a todo lo anterior unimos el tema regalos… acabáramos!

Seguro que conocéis el dicho de que "nadie da duros a pesetas". Y cuán cierto es…

Existen dos formas de recibir un "regalo" de una marca de la industria de la moda: como contraprestación a la colaboración con la marca en algún evento o publicación o como detalle por dar a la misma visibilidad digital.

Y aquí, la ignorancia no excusa el cumplimiento de la norma: dichos regalos siempre suponen un beneficio económico de una actividad y, como tales han de ser declarados: ya sea como pago en especie de una actividad profesional ya como donación.

Lógicamente, no estamos hablando de detallitos insignificantes, sino de detalles de cierta consideración (aunque tiempo al tiempo, que la cosa está muy chunga y Hacienda "semos tos").

Moraleja…

Quien fanfarronea en la red o es plenamente consciente de que ha existir una correlación entre el nivel de vida declarado a Hacienda y el que se lleva en la realidad, además de, en su caso, declarar los regalos de consideración recibidos de marcas, o tiene todas las papeletas para llevarse ostias como panes.

Y recordad: antes se coge a un fanfarrón/a que a un cojo.

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