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25/04/2024. 08:21:41

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Las patentes no son culpables de la extensión del Covid 19

Director de Comunicación H&A
Agente de Propiedad Industrial/Abogado/Periodista

Es injusto culpabilizar al sistema de patentes de que no haya en unos pocos meses un remedio eficaz contra el COVID 19 La sociedad de la "pastilla para todo" digiere mal que no la haya para un mal que se ha extendido como el aceite por todo el globo

Con motivo de la pandemia provocada por el COVID 19, numerosos medios de comunicación han asegurado que la lucha por obtener patentes sobre los resultados de las investigaciones de “las farmacéuticas” es la causa de que aún no haya un remedio contra el virus por el afán de patentarlo y obtener grandes beneficios con ello. Es conveniente recordar que el desarrollo de un nuevo medicamento no es cuestión mágica de mezcla de diferentes posiciones, elementos y compuestos.

Pastillas, mascarilla, guantes y termómetro

La investigación de cualquier preparado farmacéutico exige largas y complejas investigaciones en laboratorio, para determinar no sólo si es adecuado para atacar la enfermedad para la que se prepara, sino que no tiene efectos secundarios perniciosos. Hay que determinar también si se cuenta con posibilidades de producir el medicamento industrialmente para fabricarlo y distribuirlo en todo el mundo. Encontrado el medicamento y su dosis y descartados los efectos secundarios más perniciosos (la lectura del prospecto de un medicamente alerta sobre efectos indeseados que provoca), se inician los análisis clínicos, primero en animales y finalmente en personas. Superados dichos análisis, hay que obtener los permisos correspondientes de las autoridades sanitaria para la fabricación y comercialización del producto. Se puede afirmar que entre el momento en que se inicia una investigación y se pone en el mercado el medicamento, pasan varios años. Se puede acortar el proceso, pero no sin riesgos.

Una acusación recurrente

Volviendo a las patentes, nadie tiene la obligación de patentar su descubrimiento, ni, una vez patentado, conseguir ingresos por la patente. Las compañías farmacéuticas utilizan sus patentes para obtener elevados beneficios y posiblemente abandonen líneas de investigación que llevan a medicamentos “no rentables”. Esta es una acusación recurrente en todos los foros. Pero hay investigadores que no tienen ese afán de lucro del que se acusa con frecuencia y no siempre con razón a las grandes compañías.

Es el caso, por ejemplo, de los dos grandes investigadores, Jonas Salk y Albert Sabin. La investigación para encontrar una solución a la poliomelietis (la desgraciadamente famosa “polio” causante de tantos problemas de atrofia y parálisis de miembros en los seres humanos) duró varias décadas. Y pese a ello cuando ambos científicos, cada uno por su lado, llego a una vacuna (las dfos son diferentes incluso en su forma de administración) ninguno quiso patentarla: la ofrecieron al mundo de forma gratuita, en línea con lo que muchos investigadores entendían que debía ser la ciencia: un espacio abierto y común en el que se encontraran remedios para los males de la humanidad.

Depende de cómo se use

¿Es el sistema de patentes? Depende de cómo se use. Un programa de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO) ofrece una forma de coordinar los derechos de las empresas con los derechos de los enfermos. Se trata de “Patentes para la humanidad”, que premia patentes en tecnologías cuyos resultados se orientan hacia los más desfavorecidos atendiendo a cinco grandes categorías: medicina, nutrición, higiene, energía y condición de vida. Las patentes elegidas cada año reciben fondos del gobierno de EE.UU. y de compañías farmacéuticas con el fin de hacer asequible el producto a los más necesitados.

A modo de ejemplo, tres de las patentes que han recibido este apoyo son el “Golden Rice” un arroz modificado para contener vitamina A de la que la humanidad que usa el arroz como base de su alimentación carece en gran medida, lo que causa más de 3 millones de muertes al año, un método de detección de la preeclamsia, una complicación del embarazo que acaba anualmente con la vida de 63.000 mujeres en todo el mundo, especialmente en el más pobre y menos desarrollado, donde la vigilancia del embarazo es una entelequia, y una silla de ruedas con una tercera rueda para facilitar el desplazamiento por los caminos de trazado y firme complicados, la mayoría en países del tercer mundo.

¿Esto justifica la existencia de las patentes? Posiblemente sí. Se impide la fabricación pirata de productos que acaban defraudando las expectativas de quienes ya de por sí las tienen muy menguadas, y se posibilitan sistemas de licencias que permitan la fabricación de productos para esos países necesitados a precios muy bajos y si la patente es valiosa, por ejemplo, como la silla de ruedas “tricicla” que permite desplazarse por caminos y senderos de montaña en las sociedades más opulentas, se puede comercializar en países desarrollados a precios más altos.

En definitiva, si bien es verdad que la sociedad actual está acostumbrada a resultados inmediatos y a encontrar culpables con una enorme facilidad, es injusto culpabilizar al sistema de patentes de que no haya en unos pocos meses un remedio eficaz contra el COVID 19. La sociedad de la “pastilla para todo” digiere mal que no la haya para un mal que se ha extendido como el aceite por todo el globo. Pero el sistema de patentes no es el culpable.

AJA

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