Es un martes de julio en Madrid, el calor todavía no aprieta y las terrazas están a rebosar. Apetece quedarse por el Retiro, pero seguimos hasta el Colegio de Abogados, donde esta tarde se va a presentar por todo lo alto el Programa de Bienestar Integral que lanza la Fundación ICAM Cortina. Como en las grandes ocasiones, la Biblioteca se ha transformado en salón de actos para aumentar el aforo y está a reventar, no cabe nadie más. La luz está apagada y se oye el ruido de los murmullos hasta que en la penumbra aparece el prestigioso Doctor y coach ejecutivo Mario Alonso Puig, que con su voz potente y pausada nos hace callar cuando empieza a hablar de la importancia que tiene el escuchar lo que nos dice el corazón.
Habla de la necesidad de toda persona de atender y desarrollar sus aspiraciones más íntimas, de las enormes posibilidades que se abren para todos cuando luchamos y apostamos por nuestros proyectos y no nos detenemos frente a lo que por lógica hubiera parecido más racional o conveniente.
Hablar del corazón, repetir el concepto una y otra vez en el Colegio de la Abogacía de Madrid, foro repleto de profesionales, es una muestra directa de cómo algo está cambiando en nuestra sociedad y especialmente en la forma de trabajar en los despachos o en las empresas.
En un mundo globalizado y cada vez más competitivo cuya presión nos afecta a todos, poco a poco, especialmente entre los más jóvenes, empiezan a reclamarse cambios en los modelos de trabajo y la necesidad de atender a las personas. Cuidar la salud física y mental, crear ambientes de trabajo agradables, escuchar las opiniones de todos y posibilitar su desarrollo personal se convierten en un pilar básico de la sostenibilidad, sin la cual el desarrollo del despacho o de la empresa no será posible.
El Programa de Bienestar Integral es una clara muestra de ese interés que se abre paso en la sociedad y en la empresa y las oportunidades que presenta son enormes. El bienestar integral como expresión de la sostenibilidad va a ser una pieza clave en el desarrollo empresarial y para ello tiene que ser integrado en los Códigos Éticos o de Conducta y en los procedimientos de compliance para los que puede ser una herramienta esencial con múltiples aportaciones prácticas.
El Estatuto de los Trabajadores, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales 31/1995, la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres 3/2007 o los Convenios Colectivos, obligan a las empresas a contar con protocolos y procedimientos de prevención contra el acoso, con códigos éticos que promuevan comportamientos respetuosos y eviten conductas indeseadas. En estos protocolos se recogerán las definiciones de acoso en el trabajo y las conductas preventivas que hay que llevar a cabo para establecer un ambiente laboral desde el respeto y la igualdad.
La Ley 10/2.022, de garantía integral de la libertad sexual amplía el catálogo de delitos de personas jurídicas a los de acoso sexual y laboral. Para la prevención de este tipo de delitos también se han de implementar los protocolos anti-acoso.
Sin embargo, de nada servirán estas prevenciones legislativas, ni estos protocolos, si el ambiente de trabajo es insostenible porque no se respeta a las personas en el seno de la organización. En este sentido, debemos considerar que no existe mejor prevención que el respeto entre todos los que integran la empresa. Asegurar el bienestar integral sólo será posible con la creación de ambientes de trabajo agradables y seguros, en los que cada uno pueda desarrollar sus aspiraciones personales sin necesidad de confrontación, trabajando en equipo, buscando el apoyo y la colaboración.
La psiquiatra forense Maite Elegido Fluiters, que nos acompañó a la presentación del Programa, opina sobre el bienestar integral como pilar de la sostenibilidad y la importancia de crear ambientes de trabajo saludables como instrumento de prevención de conductas indeseadas:
“En efecto, parece obvio cuando hablamos sobre este concepto, que todos pensemos inmediatamente en un entorno en el que ejerzamos nuestra labor, más allá del espacio adecuado, de forma comprometida con el equipo y con un proyecto fijado en el que cada uno sea capaz de comprender y aceptar la diversidad del grupo.Desde nuestro punto de vista ello no es tan fácil porque los equipos los componemos personas que somos únicas en nuestro funcionamiento intelectual, únicas en el modo en que buscamos nuestro reconocimiento; únicas en las múltiples habilidades que poseemos y la singularidad con la que enfocamos el trabajo; únicas en la tolerancia que mostramos hacia los demás como miembros de ese equipo y finalmente y no menos importante: únicas en la forma en que somos capaces de gestionar nuestra vida personal de forma independiente.
Ser capaces de permanecer motivados, de perseguir objetivos comunes o de mostrarnos empáticos, no siempre es posible conseguirlo.
Y es aquí donde una valoración integral realizada de forma abierta por diferentes profesionales puede, desde un posicionamiento objetivo, realizar una excelente función resolviendo los problemas existentes en la comunicación, buscando planteamientos novedosos para resolver los conflictos, aportando recursos y presentando enfoques adaptados a cada grupo en el que, solo desde la perspectiva global, tendrá éxito”.
Vemos que la opinión experta hace hincapié en la diversidad del grupo y la particularidad de cada sujeto, circunstancias que vamos a tener que ponderar cuando nuestro propósito es alcanzar un ambiente de trabajo en el que se eviten conductas de acoso. Los conceptos “particularidad” y “diversidad” exigen respuestas individuales para atajar el problema de las conductas indeseadas, lo que nos debe llevar a desterrar de plano la tentación de emplear protocolos o guías de conducta estereotipadas que podamos copiar de un modelo anterior, o lo que es peor, que la empresa encuentre en la web.
La respuesta a cada caso debe ser individualizada, pero siempre y en todos los casos, el fundamento del protocolo anti-acoso será el bienestar integral. En función del tamaño de la empresa contaremos con más o menos recursos con los que poder atajar los problemas. En las de mayor tamaño necesitaremos profesionales independientes con los que hacer una valoración integral, otras veces nos tendremos que apoyar en el servicio externo de prevención o emplearemos los medios a nuestro alcance como el departamento de recursos humanos. En las más pequeñas será el esfuerzo de todo el equipo el que busque su propio bienestar, para resolver problemas de comunicación o evitar conflictos con planteamientos novedosos, escuchando y atendiendo las necesidades individuales.
El protocolo puede expresar ese propósito de promover el bienestar integral de todas las personas que componen la organización y poner por escrito cómo deben resolverse los conflictos, los recursos con los que se cuenta o los planteamientos novedosos que hemos alcanzado.
El Programa de Bienestar Integral que lanza la Fundación ICAM Cortina es un buen ejemplo de los recursos que podemos emplear. Este programa incorpora líneas de atención telefónica o un itinerario formativo con talleres experienciales para promover el bienestar integral, como salud psicoemocional o gestión del estrés, nutrición, bienestar social y productividad.
Este tipo de recursos pueden ser herramientas útiles, no sólo para los Despachos de abogados. También las empresas pueden incorporar este tipo de medidas de fomento del bienestar integral con los que cada persona pueda actuar de forma comprometida con el equipo, de tal modo que cada uno sea capaz de comprender y aceptar la diversidad del grupo y para, en definitiva. lograr un ambiente de trabajo sostenible, respetuoso y menos conflictivo. Lo que, sin duda, será la mejor base para la prevención de las indeseables conductas de acoso.