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26/04/2024. 06:26:41

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La escasez de jóvenes abogados, un hecho notorio pero no premonitorio

colaborador de Legal Today

Scott S. Wishart
colaborador de Legal Today

La escasez de jóvenes abogados es un hecho coyuntural, que no parece que se pueda sostener a mediano plazo. No solo el clima económico ha cambiado, la prestación de servicios jurídicos ha dado un vuelco que pone al cliente en el centro del negocio. Conviene, por tanto, que aquellos estudiantes que se aprestan a salir de las facultades de derecho sean capaces de interactuar en un mercado con nuevos parámetros y necesidades.

La escasez de jóvenes abogados, un hecho notorio pero no premonitorio

Desde hace algún tiempo, los grandes despachos tienen serios problemas para llenar las vacantes de abogados junior. En respuesta a este déficit, los departamentos de RRHH se han aplicado a fondo para atraer y retener el talento dentro de sus organizaciones, poniendo en marcha una serie de estrategias que van desde incrementar los sueldos -para hacerlos más competitivos- hasta el ofrecer plazas de aparcamiento. Si sumamos a esta situación una década continua de crecimiento del sector, tendremos las claves para comprender por qué la balanza entre la oferta y la demanda de este tipo de profesionales sigue decantándose por la primera.

Tomando prestada terminología jurídica, diría que estamos ante un "hecho notorio": hacen falta abogados jóvenes. Situación que, por otro lado, no implica que la tendencia se mantenga a mediano plazo. Lo cierto es que los salarios de quienes hace poco abandonaron las aulas han crecido, sólo en el año 2007, un 20%.

Este dato es el producto de un análisis hecho desde la perspectiva de los Headhunters de la consultora internacional Bao & Partners, quienes estudiaron la evolución de los salarios del sector de la abogacía hasta noviembre de 2007. Evidentemente, es aventurado concluir que todos los abogados recién titulados ganarán, de entrada, como dice el informe, un promedio de 37.000 euros al año. En mi opinión, el estudio hay que analizarlo partiendo de la base de que los consultores recabaron el 77% sus datos en los grandes despachos que operan en España. Si bien la muestra adolece de un sesgo claro, no podemos pasar por alto la tendencia que describe. Hecha esta salvedad, debemos reflexionar sobre las circunstancias que han llevado a esta situación de "juvenil bonanza" y si ella tiene visos de continuar.

Algunos expertos han señalado que la clave para entender esta situación es que los recién titulados se toman cada vez más tiempo para iniciar su andadura profesional. La sociedad del bienestar en la que estamos instalados y los altos precios de los pisos se confabulan para que los jóvenes se emancipen más tarde, disfrutando del cobijo familiar por un mayor periodo de tiempo –España tienen el dudoso honor de tener el mayor porcentaje europeo de titulados que siguen con su familia 5 años después de su titulación, según el informe REFLEX-. Además, un mercado laboral con sobreoferta da estímulos adicionales para tomarse las cosas con calma. Los nuevos profesionales, justo después de dejar las aulas, pueden analizar -aún hoy- una mayor cantidad de posibilidades, sin descartar otro tipo de proyectos que podían representar mayores ingresos y mejores condiciones profesionales (consultoras de bolsa, por ejemplo).

Pero me temo que no todo seguirá siendo miel sobre hojuelas. Los mercados libres -como es el caso de la oferta y la demanda de abogados junior- tienden a regularse. Es apenas normal que los bachilleres de hoy decidan, ante las buenas perspectivas laborales, decantarse por estudiar derecho, lo que implicará que el número de graduados aumente en unos años y la demanda disminuya -y con ella los jugosos sueldos-. Pero si a esto le sumamos, no una autorregulación del mercado, sino una contracción de la demanda impulsada por el frenazo económico al que asistimos, tenemos un panorama que nos debe llevar a realizar algunas reflexiones.

Los alumnos que están a punto de licenciarse han de tomar conciencia de los retos que enfrentarán; la formación y excelencia académica son fundamentales, pero existen otras destrezas que es preciso cultivar si pretenden afrontar con éxito una nueva realidad. La prestación de servicios jurídicos ha cambiado, los abogados han dejado de ser el centro del negocio, dando paso al cliente como el verdadero protagonista. Por tanto, las habilidades de cara al público harán parte del perfil profesional que las grandes firmas buscarán a mediano plazo.   

Los despachos necesitan nuevos profesionales dotados de habilidades para presentar propuestas -tanto a los clientes como a sus colegas-, personas que se manejen con soltura en la redacción de textos, que se expresen con corrección en varios idiomas (incluido el español!!) y que, en general, puedan comunicarse efectivamente con su entorno. Es un error, a mi juicio, asumir que todas estas facultades sean innatas. Es verdad que algunas personas destacan desde pequeñas por su elocuencia o por su liderazgo, pero existen múltiples formas de profundizar y mejorar estos aspectos. Libros de negociación y resolución de conflictos, cursos de informática, redacción, lectura e incluso de oratoria, no deben ser dejados a un lado por el simple prejuicio de que la superioridad teórica del derecho se impone sobre estas destrezas.

Conviene que los nuevos abogados tengan en cuenta la celebre frase del médico español, José de Letamendi, "El que medicina sólo sabe, ni medicina sabe". Parafraseadla si queréis, y encontrareis el mensaje que os quiero trasmitir.

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