PARÍS (Reuters) – El presidente de Francia, François Hollande, dijo el lunes que nombró al ministro del Interior, Manuel Valls, nuevo primer ministro, reemplazando a Jean-Marc Ayrault, en una reorganización del gabinete desatada por un mal resultado en las elecciones municipales.
En un breve discurso televisado al país, Hollande dijo que el principal objetivo de su nuevo Gobierno será buscar el llamado "pacto de responsabilidad" para reducir los costes de los empleadores e impulsar la creación de empleo.
Pero en una nueva medida, también dijo que disminuiría los impuestos y las contribuciones de los trabajadores y agregó que Francia tendrá que persuadir a sus socios de la Unión Europea de que tengan en cuenta sus esfuerzos para impulsar la economía cuando examinen sus compromisos con Bruselas.
Valls, de 51 años, ha sido comparado con el ex primer ministro británico, Tony Blair, por sus ideas pro empresariales y su estilo elegante. Es reconocido por sus posturas poco habituales dentro de la izquierda socialista, al proponer cambiar el nombre del partido y criticar una de sus banderas, la jornada laboral de 35 horas.
La elección de Valls, hijo de emigrantes españoles, sugirió que Hollande está buscando ampliar un mandato de la UE hacia reformas económicas pro mercado y recortes del gasto público.
Comentaristas políticos han comparado a Valls, que ha adoptado una línea dura sobre delincuencia y los inmigrantes gitanos, con el ex presidente conservador Nicolas Sarkozy, que se ganó fama de duro en la misma cartera ministerial.
La especulación sobre una remodelación del Gobierno aumentó después de que Ayrault reconociese que sus ministros y él tenían parte de la culpa en la derrota del domingo, que vio cómo 155 localidades pasaban a ser controladas por la UMP de centroderecha y otras 11 quedaron en manos del Frente Nacional.
Enfrentando la popularidad más baja de cualquier presidente en 56 años, Hollande cambió de rumbo hacia una postura más orientada a los negocios, que busca incentivar las inversiones y los empleos a través de una reducción de cargas sociales corporativas.
Una serie de preguntas surgieron sobre si seguirá adelante con las reformas, mientras los izquierdistas dijeron que la abstención récord en la votación municipal mostraba que los votantes de clase trabajadora querían que Hollande vuelva a sus raíces socialistas.
