Un negocio sólo es viable si demuestra su capacidad para generar los recursos suficientes que le permitan seguir abierto. Esta lucha por la “independencia financiera” de las empresas ha traspasado todas las barreras, y parece no tener límite. Ganar diez hoy, implica querer ganar veinte mañana… hemos entrado en una carrera sin final donde nuestro potencial se mide por nuestra capacidad para generar riqueza.
Las empresas más grandes, role models de las más pequeñas, publican abiertamente la evolución de sus resultados, generando su difusión, reacciones de todo tipo en las bolsas en función de las expectativas generadas por los inversores. Este movimiento "armonioso" nos indica y nos muestra que lo realmente importante es nuestra capacidad para generar beneficio… dando la sensación que todo vale con tal de lograrlo. Esta política empresarial tan conocida y difundida en nuestros días, paradójicamente empieza a generar efectos contrarios a los esperados. Los trabajadores, presionados por la necesidad de generar cada vez más, de luchar por la caza y captura del dinero, están entrando en una espiral de desmotivación y desidia como consecuencia del vacío que trabajar única y exclusivamente por el dinero produce. Personas que empiezan la semana con el único deseo de que esta termine, jornadas laborales interminables que parecen aportar poco valor, y sacrificios que ninguna nómina parece ya compensar empiezan a ser algunos de los síntomas visibles de un sistema que ha dejado de lado el cultivo y desarrollo de la persona por el cultivo y desarrollo del dinero.
Ana, propietaria de una pequeña firma de abogados junto a dos socios comenta que
"he perdido la ilusión de mi trabajo. Nuestro sueño se ha ido difuminando con el paso del tiempo… ahora sólo vemos facturas que pagar, compromisos que cumplir, expectativas y objetivos que logar… estoy agotada. Cuando llego a casa sólo quiero tumbarme y descansar… desconectar del día y recuperar las fuerzas necesarias para afrontar los retos que me presente el día siguiente"
Tras una pausa comenta
"me entristece no tener tiempo para llevar a los niños al médico, no poder asistir a las reuniones de padres, hacer algo de deporte o cuidar mi alimentación… el sistema me ha abducido y no se como salir de esta trampa mortal… estoy cansada, y siento que no es cuestión de unas horas de sueño"
Las reflexiones de Ana ponen de manifiesto como la obsesión por el dinero limita el despliegue y desarrollo de todas nuestras habilidades y talentos. La ausencia de un propósito inspirador, el desvanecimiento de ese sueño juvenil, nos empuja al abismo de la desesperación y la indiferencia. Nuestras ganas de luchar se van agotando, nuestro deseo por sacrificarnos por un futuro prometedor se va perdiendo. Los premios y los ascensos dejan de tener el efecto de antaño, entrando en un estado de crisis existencial que nos inhibe a la hora de mostrar toda nuestra valía y potencial. Por suerte, esta situación en apariencia desesperada y tremendista tiene salida. Es curioso observar el caso de Marta, también abogada, que ha recuperado la ilusión por su trabajo. Se ha reencontrado con lo que le satisface y motiva, y la razón por la que un día decidió emprender su aventura empresarial. Más allá del dinero, que lo necesita para sobrevivir, su fijación está en ofrecer un servicio y trato más humano y cercano…
"trabajar con personas que se sienten indefensas y que encuentran en nosotros la seguridad que necesitan es lo que siempre he deseado. Tener la oportunidad de desarrollar mi trabajo en esta línea me resulta más gratificante y satisfactorio que la simple lucha por conseguir más dinero".
Marta se ha dado cuenta que tener y comunicar un propósito inspirador a su equipo y trabajar por lograrlo no ha sido tarea fácil, pero que gracias a ello ha recuperado sus ganas de seguir trabajando y luchando por su sueño…
"estaba dispuesta a tirar la toalla" comenta con la satisfacción de ver un futuro mucho más alentador "y ahora disfruto tanto con lo que hago que parece que me dedique a un negocio totalmente diferente".
Las experiencias de Ana y Marta ponen de manifiesto el riesgo de liderar con una orientación y visión centrada únicamente en el dinero por la falta de motivación que ello implica. Marta comenta que
"luchar por mejorar la satisfacción de nuestros clientes cada día es un reto aceptado y deseado por todos. La energía y ambiente en el despacho ha cambiado radicalmente. Durante las reuniones la participación e implicación de los compañeros es mucho mayor… y curiosamente los resultados empresariales, lejos de disminuir, van aumentando".
Así pues, si nuestro objetivo es desarrollarnos a nosotros mismos y a nuestros colaboradores debemos proporcionarnos motivos más estimulantes y retadores que el simple hecho de ganar más dinero. Tal y como se desprende de los dos casos antes mencionados, esta lucha por el beneficio a toda costa, tiene, como la mayoría de medicamentos, efectos secundarios. Una orientación puramente mercantilista proporciona una perspectiva de la vida limitada y similar a la que puede tener el caballo en el momento de salir a la plaza. Las orejeras sólo le dejan ver lo que delante de el se postra, perdiendo por completo no sólo la riqueza de la visión lateral, sino también el desconocimiento e incertidumbre de la razón de ser de las continuas envestidas que sentimos en nuestro costado.
Ahora es un buen momento para quitarnos nuestras orejeras, preguntarnos que es lo que queremos lograr, identificar aquello por lo que queremos luchar y comunicarlo a los cuatro vientos entre nuestros compañeros y colegas con el fin de aunar esfuerzos y energías en la consecución de un fin que de sentido a nuestras vidas y al motivo que nos empuja a levantarnos cada mañana. Sólo de esta forma seremos capaces de dar todo lo somos y desarrollar todo lo que tenemos… ¿Te atreves a probar?
