“¿Podemos acudir a la intuición, para encontrar en la crisis nuevas oportunidades?”. Me hacía esta pregunta recientemente un empresario, porque me interesé por la intuición en la empresa allá por 2003, publiqué luego algunos artículos y he seguido con el tema. “Pues claro ―algo así dije yo―, de todas nuestras facultades; y, si deseamos distinguirnos realmente de la competencia y superarla, la intuición genuina es nuestra herramienta más potente, más efectiva”.
La intuición genuina, al margen de sucedáneos, nos permite sin duda llegar adonde no llega
la inteligencia racional, y de ello dan testimonio grandes avances técnicos
y científicos; pero también grandes éxitos en las empresas. De hecho, parece
haber faltado en grandes fracasos empresariales: por ejemplo, y aunque contara
con ella en otros momentos y cosechara importantes éxitos, intuición faltó a
Goizueta en la gestación de la New Coke.
No podemos cultivar la intuición para tal o cual fin específico -me parece a
mí-, pero sí podemos profundizar
racionalmente en determinados problemas y retos, y favorecer la ayuda intuitiva.
Las situaciones de crisis generan nuevas oportunidades, es verdad,
pero habría que enfocar cada sector de actividad. Cuando, en las últimas
décadas del siglo XX, las grandes empresas hubieron de aplicar el downsizing,
surgieron numerosos management buy outs, y en Internet podemos
encontrar, por ejemplo, información detallada sobre el MBO de Alcatel-Fycsa, en
España, en 2000, con intervención del capital riesgo de la consultora Gestlink,
que muy oportunamente ofrecía sus servicios.
Cada sector debería ser analizado separadamente. Observe cada empresa su
entorno sectorial, sea lo que fuere aquello a lo que se dedique: ¿qué oportunidades
surgen con la crisis? Este análisis me parece, sobre todo, racional, al menos
inicialmente. De modo que -empresarios, directivos, profesionales técnicos- no veamos la intuición como una llave
mágica, de uso inmediato. Si queremos respuestas rápidas, y los encontramos
a mano, acudamos a videntes auténticos que se hallen en estado de flujo
intuitivo; pero, si el caso llega, hagamos bien la pregunta, e interpretemos
bien la respuesta.
La crisis puede ciertamente llevarse empresas amparadas en la bonanza, y
asimismo empresas cuya solidez o competitividad sea débil o frágil. Puede
empero que, si somos suficientemente
competitivos, podamos conservar nuestra parcela del mercado, y aun llegar a una mayor parte; quizá
llegar a un mercado que valore aún más la relación calidad-precio, la novedad
valiosa, la inexcusable sintonía con las expectativas y circunstancias de los
clientes. Tal vez nuestros esfuerzos innovadores, tanto en la estrategia del
negocio, como en procesos, productos y servicios, resulten más rentables, si
los desplegamos en tiempos de crisis.
A menudo y al respecto, nos faltan ideas, perspectiva, profundidad,
perspicacia, empatía… y todo esto, y más, nos aporta -a todos, empresarios,
directivos, profesionales técnicos- la intuición genuina, si sabemos cómo
pedirle ayuda. Dicho de otro modo, contaremos
con su contribución si realmente penetramos en los problemas, en los retos, en
los desafíos, y lo hacemos con profesionalidad, con autenticidad. Dejando a
un lado, para no extendernos mucho, a los investigadores científicos, la
intuición apareció por ejemplo para Masaru Ibuka (Sony), para Ray Kroc
(McDonald´s), para Haruo Naito (Eisai), para Robert Eaton (Chrysler), pero
también para millones de personas que se preguntaron, igual que los científicos
de las diferentes ramas, por una solución para progresar en sus respectivos
retos empresariales o profesionales. No es ciencia ficción.
"¿Me preguntarías -dije yo a mi interlocutor- si podemos echar mano de la
inteligencia, para identificar oportunidades en la crisis?". "No, eso no te lo
preguntaría -respondió-, eso ya lo hago". Luego le conté aquello de que la intuición era parte de la inteligencia,
sólo que se maneja con todo el saber universal y no únicamente con lo que uno
ha aprendido de modo consciente. Quizá exageré, pero es que quería que se
tomara la intuición genuina más en serio. Creo que me quería pedir recetas
sencillas, concretas y efectivas, para tener buenas ideas sin tener que
incubarlas. O quizá me quería pedir directamente las ideas, no lo sé.
Yo tengo confianza en la intuición genuina, y sé que hay que esperar a que se
nos presente porque es ella la que elige al individuo, y no al revés. En los
albores de la neurociencia, no hay
todavía recetas mágicas para atraer la intuición; disponemos de información
sobre personas a quienes ayudó y sobre lo que éstas buscaban. La intuición,
como explicaba yo a mi amigo, atiende a
personas más orientadas al bien común que al propio; a personas que han interiorizado con autenticidad sus desafíos
después de formularlos debidamente.