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20/04/2024. 08:53:32

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El Rincon de Reuters

La protesta en El Aaiún prueba los nervios de Marruecos

Reuters

AKDIM IZIK, Sáhara Occidental (Reuters) – En el campamento de protestas donde Omar Harwache, de 86 años, y su familia han establecido su improvisada casa, las líneas de tiendas de color caqui batiéndose al viento se prolongan hasta la línea del horizonte.

Vista general del campamento en las afueras de El Aaiún el 6 de noviembre de 2010.

Harwache y las miles de personas que están en esta campamento representan la mayor protesta en tres décadas en el Sáhara Occidental, la ex colonia española que se anexionó Marruecos en 1975 y que hoy es objeto de la disputa territorial de mayor duración en África.

Los negociadores del Gobierno marroquí y del Polisario, que quiere la independencia del territorio, se reunirán en Nueva York esta semana en el marco de unas conversaciones auspiciadas por las Naciones Unidas, en el más reciente intento de desbloquear el conflicto.

Quienes están en el campamento, a las afueras de la principal ciudad del Sáhara Occidental, El Aaiún, dejan la cuestión del estatus fuera para centrarse en su lugar en asuntos del día a día: quieren que el Gobierno de Marruecos les dé más trabajo y mejores casas.

"Hemos sido pacientes durante 35 años, pero no podemos esperar más. No hemos visto nada del Estado", dice Harwache, que optó por dejar su casa en El Aaiún para venir a este campamento.

Sin embargo, mientras que las demandas son sociales, la escala de la protesta -la gente que ocupa el campamento representa un porcentaje significativo de la población natural del Sáhara Occidental- está probando la tolerancia y los nervios del Gobierno marroquí hacia la disidencia.

En el pasado, protestas antigubernamentales de los saharauis han sido resquebrajadas por las fuerzas de seguridad marroquíes.

Docenas de policías y vehículos militares marroquíes permanecen alrededor del campamento, al que sólo se puede acceder tras pasar por al menos cuatro controles. Por la noche, un helicóptero que sobrevuela la zona rompe el silencio.

"Están tomando imágenes aéreas del campamento para intentar evaluar el número de personas que hay en las tiendas", dijo Hamadi Jiya, miembro de la propia patrulla de seguridad que tiene el campamento.

Desde que se levantó, ha habido un incidente violento en el que un niño saharaui murió a tiros en un puesto de control cercano.

Las fuerzas de seguridad marroquíes dijeron que recibieron disparos desde el coche en el que el menor viajaba, y devolvieron el fuego en defensa propia. Los activistas saharauis niegan ese relato.

INVERSIÓN

No obstante, quienes defienden al Gobierno marroquí han alabado su templanza.

"El Estado ha sido muy responsable al tratar esta protesta", dijo Hasan Maulainine, responsable del Centro de Inversion Regional del Gobierno de Rabat en El Aaiún.

"Desplegaron a las fuerzas de seguridad para guardarse de tipos malintencionados que podrían entrar en el campamento clandestinamente y causar un incendio o hacer algún daño y culpar luego al Estado", dijo Maulainine, que es saharaui y apoya el control de Marruecos sobre el territorio.

Añadió que el Gobierno había destinado miles de millones de dólares al Sáhara Occidental para mejorar las condiciones de vida, proporcionar una mejor educación y cuidados sanitarios y crear empleos.

El Gobierno ha invertido "más en la región en 35 años de lo que invirtió en Marruecos en 50", añadió. "El Estado subvenciona el 50 por ciento del precio del azúcar, del aceite para cocinar, de la sémola y la gasolina, y la población no paga impuestos", añadió.

La protesta, añadió, era un acto de oportunismo político. "Los enemigos de Marruecos están buscando echar sal en la herida del conflicto. Están intentando abochornar al reino antes de las negociaciones en Nueva York", dijo.

Las autoridades marroquíes han dicho que su manejo de la protesta muestra que el país es democrático y respeta los derechos humanos. Dicen que eso contrasta con el Polisario que, alegan, trata duramente a los disidentes en sus propias filas.

PATRULLAS DE SEGURIDAD

El campamento tiene unas 8.000 tiendas que albergan a unas 20.000 personas, según estimaciones de un periodista de Reuters, que estuvo entre los primeros periodistas extranjeros a los que las autoridades marroquíes permitieron acceder al lugar.

Esa cifra se compara con una población total de 200.000 habitantes en El Aaiún, muchos de los cuales no son nacidos en el territorio y se han asentado allí desde el control marroquí en 1975.

El campamento parecía bien organizado, con equipos de jóvenes saharauis patrullando noche y día para reforzar la seguridad, recoger basura y suministrar agua y alimentos.

Muchos de los manifestantes dejan el campamento por la noche para volver a sus casas en El Aaiún y regresan por la mañana con leche, pan, té, azucar y otros productos.

Representantes de los manifestantes han mantenido al menos cuatro reuniones con las autoridades marroquíes, incluida una con el ministro del Interior, pero hasta ahora no han alcanzado un acuerdo.

En el campamento no hay símbolos del Polisario, que tiene su sede en la vecina Argelia e integra a muchos saharauis que se oponen al gobierno marroquí.

Mohamed Ailal, uno de los activistas del campamento, dijo que el foco de la protesta, con temas del día a día one, había sido deliberado. "Los temas sociales ocultan otros asuntos", indicó.

"Mantenemos la protesta social porque es nuestro único escudo contras las medidas de fuerza de Marruecos. No queremos banderas del Polisario aquí, de otro modo Marruecos encontrará una excusa para entrar aquí por la fuerza".

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